Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Al presidente no le salió muy bien reunirse con los gobernadores que, según sus cuentas, son afines a su gobierno. Aunque intentaron matizar el evento con la convocatoria a otros encuentros con mandatarios independientes y opositores, el daño está hecho, y el mensaje discriminatorio no salió de la mejor forma.
Dentro de la narrativa de las elecciones locales hay una disputa por quien fue el triunfador, esta ha aumentado la polarización con el liderazgo local, en donde Petro tiene importantes contradictores. Gran parte de la coalición Colombia, que se usó para pelearle la elección presidencial, ganó en las locales: Federico Gutiérrez, Alejandro Char y Dilian Francisca Toro.
Polarizar, ¿será que eso es lo que Petro busca con su movida de citar a algunos y a otros no?
La realidad es que, desde el comienzo, el presidente no la ha tenido fácil con unos mandatarios locales opositores que se le han revelado en varias oportunidades. Como en el famoso episodio del lema “libertad y orden”, que un grupo de gobernadores y alcaldes impulsaron con la política de la “paz total”.
También está el reciente rifirafe del gobernador del meta con el ministro del interior sobre la seguridad en medio de las elecciones, en donde el reclamo de las regiones fue aireado y tuvo una fuerte respuesta por parte del gobierno.
La tensión sigue subiendo, y la gobernabilidad de Petro se sigue estrechando. Hasta ahora ha tenido 3 momentos claves:
El primero fue el Gran Acuerdo Nacional, que permitió tramitar varias leyes, entre las que se destacaron la reforma tributaria y el Plan Nacional de Desarrollo. El segundo fue la ruptura de ese acuerdo, que se desbarató por las tensiones alrededor de la reforma a la salud. El tercero es este último episodio, en el que el gobierno autorrestringe su capacidad de acuerdos y se queda con los gobiernos locales leales.
¿Se debilita aún más una gobernabilidad que ha sido fuertemente golpeada?
Iván Duque tomó un camino parecido cuando se le cerraron las puertas del congreso y decidió favorecer unos territorios y otros no. La diferencia, por ejemplo, entre Barranquilla y Santa Marta fue sorprendente: en la primera ciudad hubo ingentes recursos y apoyo total para el modelo Char, mientras que con Caicedo, en la gobernación de magdalena, desencuentros y cero inversiones.
Por los resultados del gobierno y las elecciones posteriores, yo diría que esa mala apuesta no funcionó.
¿Está Petro recorriendo ese mismo camino que ya fracasó y es característico de la política tradicional?
La estrategia de polarizar con los territorios puede resultar en una suma de cero, es decir, ni el gobierno nacional gana popularidad ni los gobiernos locales la pierden, necesariamente. Por ejemplo, el pulso por la alcaldía de Bogotá lo perdió Petro.
Lo que sí sucede es que se derrocha una oportunidad para consolidar una nueva gobernabilidad territorial que incluya reglas claras para la transparencia de los recursos, incluya la ciudadanía y asegure la confluencia de otros entes territoriales para empujar proyectos estratégicos, como vehementemente lo reclama el director de Planeación Nacional, Jorge Iván González
Además, los territorios excluidos (y sobre todo sus comunidades) sufren, pues se verán castigados por un gobierno nacional que los ha ilusionado con un cambio. Es por eso por lo que tampoco conviene atizar más el fuego y declararle, desde lo local, la guerra al gobierno, como pasó con la proclama de “libertad y orden”.
Petro debe entender que es el mandatario de todos los colombianos y de sus territorios, que tiene que contribuir a la cohesión nacional y que esta le permite mejorar sus niveles de gobernabilidad y de eficacia para lograr las transformaciones sociales necesarias, con las que sembró esperanzas.
Y los nuevos mandatarios locales también deben entender que les corresponde hacer un esfuerzo para sintonizarse con las prioridades del gobierno, para que los grandes recursos del nivel central lleguen a sus territorios y comunidades.
Ahí tendrán mucha debilidad los gobernantes locales que no tengan en su agenda las prioridades sociales, sigan pensando en sus negocios, se resistan a la articulación con otros territorios o continúen una agenda contestataria con el gobierno nacional.