El sábado 13 de mayo de 2023 se inauguró en Santiago de Cali un espacio llamado “Laboratorio Social”. Es una propuesta de apoyo a las comunidades desde Universidad Católica de Cali. 

El mismo está ubicado a la entrada de la Comuna 18 al sur occidente de Cali. Según el Dane, es una zona de la ciudad que ha tenido un crecimiento negativo entre los años 2005 y 2008, pasando de 100.339 a 99.376 personas.

Estos datos deben contrastarse en terreno con el alto número de asentamientos humanos precarios constituidos por población desplazada y migrante que se ha ubicado en los bordes de la comuna. Adicionalmente, la Comuna 18 registra dinámicas de migración internacional como expulsora y receptora.

Asumiendo la información del Dane, censo del año 2005, el “13,0% de la población residente en Comuna 18 se autorreconoce como raizal, palenquero, negro, mulato, afrocolombiano o afrodescendiente”.

Se trata de un territorio que se distribuye entre los límites del valle geográfico y el pie de la cordillera occidental. Si bien la mayor parte de sus viviendas son casas, tiene una creciente presencia de apartamentos.

Una significativa proporción de hogares tienen todos los servicios públicos. Ahora bien, también hay sectores sin los mismos, incluyendo edificios inconclusos, algunos de los cuales fueron ocupados por familias sin vivienda.

Además, merece atención la tasa de escolarización de la población de 3 a 5 años y el bajo ingreso de los pobladores a la formación profesional y de posgrado.

En este sector está ubicada la sede de la Tercera Brigada del Ejército Nacional de Colombia y el Distrito Naval 6 Armada Nacional. A pocos minutos queda la sede más grande de la Universidad del Valle. En un borde del río Meléndez está la Comuna 18 y en el otro la Comuna 22. Las diferencias son claras.

La Comuna 22 es una de las áreas de mayores ingresos de la ciudad, constituida entre otros, por la sede del Club Campestre de Cali, Unicentro Cali, Holguines Trade Center y Ciudad Jardín.

Las Comunas 18 y 22 evidencian el contraste de realidades: poblaciones de altos y bajos ingresos; casas lujosas y ranchos; barrios con amplias zonas verdes versus hacinamiento y desarrollo urbano incompleto.

Es necesario decir sin titubeos que en la Comuna 18 se desarrollan procesos históricos por la defensa integral de la vida y la naturaleza, lo que en buena medida se manifestó durante el Paro Nacional del año 2021.

Precisamente en este territorio se presentaron, durante los meses del llamado Estallido Social, fuertes choques entre manifestantes, fuerza pública y ciudadanías. Uno de los hechos más graves en el Punto de Resistencia Meléndez, como lo reporta Cuestión Pública, sucedió el 28 de mayo, noche en la que fueron asesinados Sebastián Jacanamijoy Jansasoy y Jhonatan David Basto Goyeneche.

Dos años más tarde aquí se mantienen las apuestas por construir respuestas a las problemáticas que el Paro Nacional y los hechos posteriores probaron con dureza atroz. En el camino de construir con las comunidades del entorno se inauguró el Laboratorio Social.

Expone Nora Liliana Guevara Peña, directora Programa Trabajo Social, que se trata de un escenario donde el aprendizaje se cultiva desde la práctica. Un escenario físico y simbólico en el que los y las estudiantes de la mano de sus docentes acompañantes “pueden poner en juego los conocimientos teóricos, conceptuales, metodológicos y técnicos adquiridos desde las asignaturas de Trabajo Social con familias, comunidad y grupos, a través del desarrollo de técnicas de orientación grupal, comunitaria y familiar”.

Desde la perspectiva académica se trata de una propuesta para trascender el aula de clase, cruzando hacia la cocreación con las familias, las personas y la comunidad, incluyendo la apuesta por los diálogos con organizaciones y procesos sociales, tramitando una conversación crítica y autocrítica entre la institución de educación universitaria y las búsquedas de la población.

Procesos como el Laboratorio Social se inscriben a la autonomía universitaria, artículo 29 de la Ley 30, que indica el derecho y la responsabilidad de “Definir y organizar sus labores formativas, académicas, docentes, científicas, culturales y de extensión”.

Específicamente, planteando las actividades de extensión -disposiciones generales, especiales y transitorias- en el artículo 120 está escrito:

“Los programas de educación permanente, cursos, seminarios y demás programas destinados a la difusión de los conocimientos, al intercambio de experiencias, así como las actividades de servicio tendientes a procurar el bienestar general de la comunidad y la satisfacción de las necesidades de la sociedad.”

En Santiago de Cali, recogiendo la propuesta clasificatoria de Galtung, se expresan violencias directas, estructurales y culturales. Las agresiones a la otredad étnica, a la diversidad sexual y de género, el odio a las personas pobres, la estigmatización por razones de opinión político y religiosa u origen nacional, el daño progresivo y recurrente a la naturaleza, entre otras prácticas, prueban que tanto el área distrital como la zona metropolitana requieren un profundo, sistemático y riguroso proceso de reconstrucción de los tejidos sociales e impulso de la democracia y la paz con justicia social, dignidad humana y derechos humanos y ambientales.

El Laboratorio Social, como propuesta del Programa Trabajo Social de la Universidad Católica de Cali, está geolocalizado en el corazón de unas de las tensiones sociales más fuertes de la ciudad.

Además, asume un reto gigante: intervenir con vocación interdisciplinaria en el desarrollo de experiencias de aprendizaje y enseñanza que aborden, en palabras de la profesora Nora Liliana, las “problemáticas sociales, familiares, comunitarias y jurídicas” para la exploración de la juntanza del mundo comunitario, las instituciones públicas y el sector privado.

En esa medida, la extensión camina de la mano de la docencia y la investigación, esto es, como la amalgama de las tres funciones sustantivas de la educación universitaria en Colombia.

En el documento que justifica la creación del Laboratorio Social destaca el interés por recoger lo propuesta por Orlando Fals Borda desde la investigación-acción participativa (IAP), conjugada con la sistematización de experiencias, la educación popular y la gestión social.

Esto significa asumir que la relación no se construye entre la institución universitaria que sabe y la comunidad que ignora, sino desde el involucramiento de las colectividades barriales populares, organizadas o no en el “diseño, la implementación y la evaluación de las acciones y proyectos que se desarrollen en su entorno”.

El quehacer exigirá capacitar y formar liderazgos, fortalecer procesos organizativos, cuidar la salud mental comunitaria, exigir el respeto y garantía de los derechos humanos, acompañar las iniciativas de economía solidaria, impulsar el cuidado ambiental, reconocer la diferencia y las diversidades, acompañar a las familias, articular los sueños de los diferentes grupos poblacionales, atender las urgencias humanitarias sin caer en el asistencialismo y gestionar apoyos públicos y privados del orden local, nacional e internacional.

La llegada a buen puerto de una propuesta de este tipo, un laboratorio social, pasa por mantener en perspectiva la importancia de construir conocimiento a partir de la sistematización de experiencias, pero no solo conocimiento, también sabidurías y sensibilidades.

Eso sí, recordando siempre que un espacio de este carácter se enfrenta a la incertidumbre, al riesgo y la lucha con el azar. Parafraseando a Morin, únicamente le cabe la certeza de que nunca será una obra acabada sino una causa desde el sentir y el pensar complejo, esto es, por una praxis interdisciplinaria ética reflejada en una praxis social transformadora.

Fuente. Unicatólica Cali.

Es el director de la especialización en eduación en derechos humanos de la Universidad Católica de Cali y es integrante de la fundación Guagua - galería de la memoria Tiberio Fernández Mafla.