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Conoce los efectos que tiene realmente la marihuana en el organismo de una persona.

Según el National Institute on Drug Abuse (NIDA), la sustancia que genera los efectos conocidos de la Marihuana, el Delta-9-tetrahidrocanabinol (THC), activa estructuras cerebrales que poseen receptores cannabinoides, los cuales son los responsables de funciones como el sentir placer, la memoria, el pensamiento, la concentración, el movimiento, la coordinación, la evaluación del riesgo y la percepción sensorial y temporal. Cuando se consume marihuana se alteran todas estas funciones y la persona se siente eufórica y relajada, pues la sustancia estimula de manera artificial la liberación de dopamina que al cesar su efecto, alrededor de 3 horas, pasa a sentir sueño o depresión y en algunos casos, ansiedad y pánico.

Estas propiedades estimulantes generan que a mediano y largo plazo el organismo se habitúe; es decir, los efectos dejan de ser perceptibles con la misma dosis, lo que lleva a la persona a aumentar la frecuencia y la cantidad del consumo, así, comienza a haber pérdida de control sobre el mismo y dejar de consumir a voluntad se hace más difícil, pues los efectos adversos del cese abrupto de la sustancia, genera entre otros irritabilidad y por ende aumento de la agresividad, dificultad para dormir, deseos imperiosos por la droga, ansiedad, estado de ánimo deprimido, intranquilidad y disminución o aumento del apetito; síntomas que pueden durar de una a dos semanas después de dejar de fumar (Nizama, 2014; DSM-V, 2014).

Todas estas características evidentes en consumidores de Cannabis se presentan en dependientes a drogas como el tabaco, el alcohol, la cocaína, entre otras, a pesar que el poder adictivo de la marihuana es menor con un 9% frente a un 32% del tabaco y un 15% del alcohol (NIDA, 2011); sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Cannabis incide negativamente en la salud mental y física de las personas que la consumen, así, en la adolescencia se asocia con cambios estructurales y funcionales en el hipocampo, estructura responsable del aprendizaje, la memoria y el control de impulsos, además se altera el sistema de recompensa del cerebro, lo que lleva a la persona a consumir otras sustancias más potentes, convirtiéndose en la puerta de entrada para otras drogas. De esta manera, el uso temprano y regular de esta sustancia predice mayor riesgo de adicción dentro de los dos años después del primer uso (Vanegas, 2014).

No obstante lo anterior, la percepción de riesgo frente a esta droga es baja mientras el uso de la misma va en aumento a pesar de las implicaciones sociales y personales que trae consigo el consumo, pues se ha reportado deterioro social, laboral y físico desarrollando un menor logro educativo, conductas desadaptativas y un empeoramiento de la calidad de vida, esto sumado a síndromes inducidos por la sustancia como el amotivacional (estado de pasividad e indiferencia), las intoxicaciones por dosis altas de droga y los trastornos y estados psicóticos que se presentan sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes que dependen de la sustancia (Gutiérrez-Rojas, De Irala y Martínez-González, 2006).

Aquellos sujetos que buscan ayuda lo hacen cuando el consumo es diario, crónico (varios años) y han intentado dejarlo varias veces sin resultados favorables, pese a ello, numerosos estudios demuestran que los tratamientos cognitivo conductuales en grupo e individual, así como la terapia motivacional, el manejo de contingencia y los tratamientos centrados en la familia han mostrado ser eficaces en el manejo de este tipo de pacientes, que por lo general alternan el consumo de cannabis con otras sustancias o padecen trastornos de la personalidad o psiquiátricos, lo que complejiza el éxito del tratamiento.    

Así pues, el poder adictivo de la marihuana es multicausal y depende tanto de factores de riesgo como de protección con los cuales cuenta la persona y donde la prevención es crucial, pero cuando el consumo es latente, existen formas de intervenirla con éxito, pese a ello, factores sociales, políticos y económicos impiden muchas veces que tanto la recuperación como el mantenimiento de los tratamientos establecidos sean más contundentes, pues aun imperan políticas ambivalentes frente a los efectos de esta droga, lo que genera en las personas una falsa visión de control e invulnerabilidad que suelen ser contraproducentes en los procesos adictivos.

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Referencias

Guía de consulta de los criterios diagnósticos DSM-V. (2014). Trastorno por consumo de cannabis. Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos.

Gutiérrez-Rojas, L., De Irala, J y Martínez-González, M. (2006). Efectos del cannabis sobre la salud mental en jóvenes consumidores. Revista de medicina de la universidad de navarra, 50, (1), 3-10

National Institute on Drug Abuse. (2011). Is marijuana addictive?. Recuperado de http://www.drugabuse.gov/publications/research-reports/marijuana/marijuana-addictive

National Institute on Drug Abuse. (2011). What are marijuana’s long-term effects on the brain?. Recuperado de http://www.drugabuse.gov/publications/research-reports/marijuana/how-does-marijuana-use-affect-your-brain-body

Nizama, M. (2014). El funesto ¨Marihuanazo¨. Revista IIPS, 17, (1), 239-251.

Vanegas, V. (2014). Legalización de la marihuana, la libertad que amenaza la salud pública. Revista chilena de pediatría, 85, (6), 653-657. DOI: 10.4067/S0370-41062014000600001

Máster en prevención y Tratamiento de Conductas Adictivas, Universidad de Valencia. Psicóloga de la Universidad Católica de Colombia. Ha sido conferencista, y vocera ante los medios de comunicación en temas relacionados a prevención y tratamiento en Adicciones.