Por segunda vez se levanta la sesión en la comisión séptima de la Cámara de Representantes por falta de quorum. Esto es claramente un boicot, la estrategia de la inacción para dilatar y no debatir la reforma laboral.

Era de esperarse, este es un país con una legislación laboral abiertamente permisiva con la violación de derechos laborales. Los obstáculos para hablar de una reforma laboral que se preocupa por los trabajadores y trabajadoras más vulnerables y los sectores históricamente estigmatizados son enormes. 

Sin embargo, jugar a la dilación para huirle al debate de una reforma necesaria y urgente es infame. Varias cosas han pasado desde que el gobierno presentó el proyecto de reforma laboral el pasado 16 de marzo.

  • Los empresarios se agotan en un discurso retórico de que la reforma laboral no genera empleo y no acaba el problema de la informalidad. La verdad ya suenan a disco rayado. Es una premisa falsa, pues la reforma que propone el gobierno contempla medidas de formalización para por lo menos ocho grupos de trabajadores históricamente informales y precarizados como las trabajadoras domésticas, trabajadores de plataformas digitales, trabajadores rurales, trabajadores migrantes, trabajadores con alguna discapacidad, jóvenes aprendices, trabajadores que harán parte de la transición minero-energética y deportistas.
  • La academia se manifiesta en una voz impostada de sabiduría. Una universidad, que por demás se dedica a acabar sindicatos y asesorar a los empleadores de cómo no cumplir con los derechos laborales, elabora una ponencia alternativa al proyecto de reforma laboral del gobierno. Lo alternativo consiste en profundizar más la precarización de los trabajadores en el país, al establecer el trabajo por horas sin estabilidad laboral, jornadas de trabajo sin límites, entre otras; el mundo perfecto para el libre mercado sin derechos.
  • Y como si con lo ya dicho no fuera suficiente, a esto se le suma otra ponencia, la negativa a la reforma laboral, la cual pretende de tajo que el proyecto de ley se archive, o sea, dejar todo como está, no cambiar nada porque como se está es el mejor escenario para unos pocos que no saben lo duro que es trabajar en este país lleno de trabajos precarios y mal pagos.

Hoy la apuesta por tener un país más justo para los trabajadores y trabajadoras se encuentra en manos del Congreso de la República y es su deber no dilatar más y debatir las distintas ponencias que en este momento ya se acumulan en el trámite legislativo.

Lo que está en juego es la vida laboral de miles de trabajadores que piden a gritos un cambio y una reforma laboral que resuelva los problemas de inestabilidad laboral, bajos ingresos por el no pago de recargos justos, que resuelva el problema de la informalidad en grupos de trabajadores altamente precarizados, que reconozca la equidad salarial y el cierre de brechas, así como una reforma que sea capaz de ver el diálogo social y al sindicalismo como un interlocutor necesario para la construcción de un país más democrático.

Es asesora del Centro de Solidaridad Internacional de la AFL-CIO en Colombia y candidata a magíster en sociología y género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Ecuador. Estudió derecho, una especialización en seguridad social y una maestría en derecho. Sus áreas de interés son...