El trastorno disociativo de la despersonalización es la alteración de la percepción que un individuo tiene de sí mismo y de la realidad que lo rodea, haciéndole sentir que vive en un sueño, provocando la sensación de que el reconocimiento de su individualidad, así como su papel en la realidad, falle y se distorsione. El Gobierno de Iván Duque ha parecido ignorar deliberadamente lo que sucede a su alrededor y ha caído en la trampa de comunicar logros falsos, como si en ese mundo paralelo en que vive tampoco existieran las redes sociales -que evidencian sus mentiras-. Desconoce la realidad y miente recurrentemente para explicar que entrega el país como si mereciera un premio.

Hoy, en entrevista con Stephen Sackur, del programa de la BBC “HardTalk”, el presidente que se tomó un año de aprendizaje deliró por más de veinte minutos ante una audiencia que no es tan inocente como él. Mientras el periodista afirmaba, con razón, que las encuestas le daban un margen de favorabilidad pobre y que su Gobierno ha sido incapaz de resolver problemas como la pobreza, la inequidad y la creciente violencia, mientras ralentizó la implementación del Acuerdo de Paz, Duque afirmaba que si pudiera aspirar a ser reelegido, seguiría en el poder porque su votación de hace cuatro años fue similar a los índices de aprobación actuales que le dan las encuestas -otra falsedad-. Afortunadamente, su vanidad y arrogancia nos acompañarán solo hasta el 7 de agosto próximo.

Más allá de repetir, en varias ocasiones, que su Gobierno batió récords históricos en inversión social, desmintió que las muertes de líderes sociales durante su gobierno sigan aumentando, tal como lo demuestra incluso el Conpes 4063 de 2021, y desestimó la correlación que propuso el periodista entre la deliberadamente lenta implementación del Acuerdo de Paz y la creciente ola de asesinatos. 

Lo cierto es que la falta de implementación adecuada de los compromisos adquiridos, aun en el punto de la reincorporación, que es el único atendido por este Gobierno, no se ha creado el Plan Estratégico de Seguridad y Protección y se ha dejado de lado la instancia que coordina, identifica, desarrolla y hace seguimiento a las medidas de seguridad y protección de los desmovilizados. Por ello, entre otras cosas, la Corte Constitucional declaró el Estado de Cosas Inconstitucional (ECI) frente a los cumplimientos y avances documentados por Duque y su Gobierno.

En lo medioambiental, argumentó que las pruebas de fracking autorizadas por su Gobierno no son comerciales, como si eso indicara que sus efectos no fueran nocivos; afirmó que no representa ninguna élite privilegiada en Colombia, como desconociendo que su padre hizo parte del Gobierno de Belisario Betancur y pudo vivir y estudiar en Estados Unidos; insistió que entregará un país con buena salud económica, no reconociendo los indicadores que su mismo Gobierno declara frente a una inflación que se acerca al 9 %, el desempleo al alza, el peso devaluado, 6 millones de colombianos en extrema pobreza y 3,2 millones de jóvenes que no encuentran trabajo. 

Estas mentiras durante el ocaso de su criticada administración y que siguen pareciendo patadas del más ahogado de los ahogados se suman a otros célebres engaños que desde su campaña ha querido hacer ciertos a punta de repetirlos como loro mojado: como senador criticó las reformas tributarias santistas porque era inadecuado gravar el consumo y luego pretendió hacer justo lo mismo; justificó el aumento de 8 puntos porcentuales en el número de pobres en el país desde su llegada al Gobierno por la pandemia, desconociendo que ya en marzo de 2020 ese índice había aumentado 2 puntos durante lo que llevaba su administración; su discurso electorero de “más salarios, menos impuestos” demostró estadísticamente ser una promesa que perseguía solo rentabilidad en las urnas. El presidente convirtió a Colombia en el segundo país que más invirtió en la guerra durante la pandemia, a pesar de que su oficina de prensa manifestó que Colombia tenía hoy los niveles más bajos de muertes violentas desde 1975.

Duque presentó fotos falsas para respaldar sus informes en Naciones Unidas, prometió reconstruir Providencia en 100 días, anunció las horas contadas de gobiernos extranjeros, negó las relaciones de su partido con los “Ñeñes” y los pilotos de los carteles mexicanos de la droga.

Todo eso pasa cuando se eligen a quienes no tienen más méritos para gobernar que tener un padrino político poderoso. Eso sucede cuando se elige sin pensar, como reacción al miedo falsamente inoculado, cuando se vota por recomendación o transacción, desde la más absoluta y atrevida desinformación.

Colombia no merece otros cuatro años de mentiras. El mundo cambió y el país ha cambiado, no solo porque una pandemia lo sacudió durante dos años, sino porque la juventud, los menos favorecidos y las demás minorías se cansaron nuevamente de ser ignorados. Tantos años de exclusión, tantísimos, generan lo que hoy están temiendo esas élites que reclaman el mantenimiento del poder en sus manos.

Afortunadamente, estamos a solo 76 días de que termine este Gobierno nefasto.

Economista de la Universidad de los Andes, especialista en Cooperación para el Desarrollo y Magíster en Estudios Internacionales. Magíster en Investigación en Ciencia Política y candidato a doctor en Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha trabajado en varias entidades públicas...