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Se van de la canasta familiar el viagra, el brandy, la lotería y el Baloto. Entran el brownie, el tequila, la guirnalda navideña, servicios para mascotas, gafas de sol y cursos de inglés por web.

El Dane anunció, el pasado 8 de enero, la modificación del listado de bienes y servicios que utiliza para calcular los índices de precios de la economía. Dicho listado contiene un conjunto de ítems clasificados en clases, subgrupos y grupos que reflejan los principales componentes del consumo de los hogares colombianos.  Lo anunciado por el Dane no es más que el cambio de la muy mentada canasta familiar.

La canasta familiar está regularmente asociada a los debates sobre el aumento del salario mínimo, a las reformas al sistema tributario nacional (también conocidas como leyes de financiamiento) o con el aumento de precios de los bienes y servicios que conocemos como inflación. Pareciera que la canasta familiar está más relacionada con dolores de cabeza que con un riguroso ejercicio estadístico que nos permite conocer la estructura y comportamiento del consumo de un país.  Estas son algunas ideas sobre este momento de cambio que incidirá de manera directa en nuestros indicadores de monitores de precios a partir de este año y por ende en gran parte de la medición de nuestra actividad económica.

 

1. No se trata del “malévolo” Dane haciendo ajustes caprichosos para publicar mentiras

Gracias a la falta de conocimiento estadístico que tenemos en nuestro país, que además es peligrosamente generalizada y vigorizada por voceros de la ignorancia en tiempo de redes sociales, gran parte de la riqueza de información que tenemos a nuestra disposición y la rigurosidad estadística de los equipos técnicos del Dane se desconocen. Es muy preocupante que sobresalgan en este grupo azuzadores algunos directores gremiales, algunos economistas, algunos periodistas y muchos opinadores de pasquín impreso o digital. Es por eso que puede existir una alta probabilidad en un país mal educado estadísticamente que cuando un ciudadano escuche “el Dane va a cambiar la canasta familiar” se imagine cosas como: (1) “Eso es otra forma del Dane para escondernos la verdad sobre el comportamiento de los precios” o (2) “Dado que no pudieron ponerle IVA en la reforma tributaria, ahora lo van a hacer por aquí”, entre otras más elocuentes invenciones.

El cambio en la canasta familiar responde a un proceso natural de las metodologías estadísticas internacionales. Actualizar, que considero debe ser el verbo a usar para ser más rigurosos y respetuosos con la estadística, la canasta familiar es tan normal como cambiar el aceite de un carro para que siga funcionando de manera adecuada cada cierta cantidad de kilómetros recorridos. El Dane siempre sigue el rigor de las metodologías acordadas en el sector estadístico internacional, por ejemplo, el hecho de incluir en el cálculo del desempleo a cierto grupo poblacional o etario no es capricho de la entidad sino una metodología propuesta por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y acordada por la gran mayoría de naciones en el marco de la Conferencia Estadística que se realiza todos los años en la sede de Nueva York de la ONU (Organización de Naciones Unidas).

Así, en esta primera idea quiero enfatizar que la actualización de la canasta familiar es resultado y a su vez reflejo de la rigurosidad con la que el Dane hace y ha hecho su trabajo por décadas.

 

2. El gran operativo para calcular la Canasta Familiar

Así como a otras carteras del gobierno le gustan los operativos, el Dane también valora y ejecuta operativos para cumplir con su deber; operativos que afortunadamente son menos costosos y se acercan más a una economía tranquila que a una sustentada en el conflicto.

Para conocer cuáles son los elementos que deben hacer de la canasta familiar, el Dane llevó a cabo la “Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares (ENPH)”. En ese operativo se le pide a miles de hogares que diligencien unos cuadernillos reportando todas las compras que realizan (fecha, artículo o servicios, cantidades y precios básicamente) y así se alcanza una muestra representativa para estimar que consumen los colombianos, cada cuanto y que precio pagan.

Esta gran base de datos sirve entre muchas cosas más para la determinación de un pequeño listado (que incluye los productos más relevantes) usado en la estimación de la variación promedio de precios de la economía, es decir, la inflación (o deflación en el caso que decrecieran). Vale la pena dedicarle un buen tiempo a la información sobre Precios disponible en le DANE. Este gran operativo se realizó en el período 2016-2017 y lo antecedió otro del mismo tipo que se llamó la “Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIG)” realizado en el período 2006-2007.

Así, en esta oportunidad el país cumplió con lo que la comunidad estadística internacional llama “buenas prácticas estadísticas” contrario a lo que ha venido sucediendo con los Censos de Población y Vivienda que lamentablemente nos hace quedar como “República bananera”. La buena práctica internacional para censos de población es realizarlos cada 10 años, pero el gobierno colombiano últimamente ha tratado al censo de población como un asunto sin importancia (particularmente el anterior Ministerio de Hacienda Mauricio Cárdenas) destinándole presupuestos y recursos de manera mediocre o a destiempos entorpeciéndolo su buen devenir. Pero eso es arena que otro costal que comentaré en una próxima oportunidad.

Para el caso de la ENPH lo hicimos bien y el director actual del Dane se anota un gol al presentar el cambio en enero de 2019 para que tengamos un año de transición y podamos analizar muy bien el impacto sobre la inflación del proceso de empalme de las series dado que todo cambio implica impactos. El impacto de la nueva canasta familiar sobre la inflación lo veremos cuando anuncien el dato de la inflación para enero, este próximo febrero.  

 

3. La canasta familiar es dinámica

Dado que un país no podría monitorear todos los precios de los millones de artículos presentes en sus mercados, se escogen los más representativos a partir de los resultados de la gran ENPH, se establece un listado conciso (rondando los cientos y no los miles o millones) de los principales artículos que consumen los hogares y se monitorean mes a mes. Es así como se calcula la inflación, a partir del cambio de los precios de los bienes que hacen parte de la canasta familiar que incluye artículos y servicios de los principales rubros del consumo de un hogar:  alimentos, vivienda, vestuario, salud, educación, diversión, transporte, comunicaciones y otros gastos.

La participación de cada uno de estos grupos nos dice mucho de la estructura del consumo de un país.

Por ejemplo, para el caso colombiano, un poco más del 72 por ciento del gasto de los hogares se hace en alimentos (28 por ciento), vivienda (30 por ciento) y transporte (15por ciento).

Para el caso alemán, la vivienda alcanza el 31 por ciento pero alimentos solo el 10 y transporte el 13 del gasto de los hogares alcanzando un valor superior al 53 por ciento dejando mayor espacio para el consumo de otro tipo de bienes (vacaciones o artículos electrónicos). En el caso canadiense la alimentación alcanza el 16 por ciento, vivienda llega al 26 mientras transporte está por el nivel del 20. En un país como Bangladesh más del 50 por ciento se destina a alimentos 22 a vivienda y 8 a transporte.

Así, las canastas de consumo varían dependiendo del lugar donde se mida, de su nivel de ingresos, organización productiva, desarrollo económico, así como de sus costumbres, tradiciones, cultura.

La variación de todas estas determinantes no se presenta solo cuando cambiamos de lugar (país o región) también se da cuando pasa el tiempo. Antes las economías consumían hachas cotidianamente, máquinas de escribir para comunicarse, luego disquetes para archivar la información y ahora plataformas digitales para ver películas y series.

Las sociedades cambian con el paso del tiempo y para poder medir de manera adecuada el impacto de los cambios en el nivel general de precios se hace necesario actualizar los productos a los que les hacemos seguimientos. Es decir, modificar la canasta familiar que usamos para monitorear la inflación. Es realmente apasionante ver a través de un listado de productos como cambia nuestra sociedad, por eso invito a que le dé una mirada al listado de los productos que entraron y salieron, para que usted mismo se haga una idea de cómo ha cambiado nuestro país en los últimos 10 años.

En los últimos diez años en Colombia dejaron de ser relevantes para el consumo de los hogares productos propios de las economías tradicionales rurales como los ullucos, habas, cebada curuba, cominos, pimienta y laurel. Esto puede ser evidencia de cambio en las costumbres alimenticias de los hogares, una mayor urbanización del país o quizás cambios en la rentabilidad de la producción de esos alimentos llevando a que no estén disponibles en el mercado.

También salieron muebles para computador y muebles para biblioteca que puede ser resultado de la versatilidad de los computadores hoy (laptops, tablets y smartphones) y también un indicador de la reducción de la presencia de libros en los hogares colombianos. En materia de energía salen los fósforos, quizás por nuevas formas de uso del fuego como el encendedor que entra a la canasta y mayor estabilidad de la energía eléctrica y salen las pilas, dado que los sistemas actuales usan baterías recargables y solo se usan en aparatos muy específicos.

En materia de moda parece ser que se lustran cada vez menos zapatos y las mujeres ya no utilizan tanto la media pantalón. Y parece ser que los zapatos ya no se reparan tanto, estamos cada vez más inmersos en la dinámica del “fast-fashion” que implica una mayor generación de residuos. Los aparatos y utensilios eléctricos parece que ya no se reparan como antes, otra evidencia de la entrada a la economía de lo desechable. Salen algunos aparatos que reinaron durante los años noventa como los compact-discs, las impresoras, grabadoras, cámaras fotográficas y entran maquinas para afeitar y planchas para el pelo; las maquinas que reinan en el siglo XXI como computadores, televisores o celulares, no salen ni entran, aunque cambien y mejoren en tecnología.

Para los hogares colombianos las boletas de fútbol ya no son relevantes en su consumo y ahora gastan más en alquiler de canchas de fútbol, accesorios para bicicletas, en bicitaxis y en peajes indicando que ahora los bienes colectivos (como un escenarios deportivos) los están proveyendo desde el sector privado en lugar de la acción colectiva (club, conjunto residencial o parque municipal), que la gente se está subiendo en medios de transporte que no usan combustibles en especial la bicicleta, que los bicitaxis son cada vez más comunes. La llegada de los peajes a la canasta familiar puede indicar quizás que los hogares están viajando más o que se están “metropolitanizando” y al vivir a las afueras de las ciudades el peaje se convierte en un gasto cotidiano.

En materia de salud llama mucho la atención que salen gastos “duros” como cardiología, ginecología, ambulancias, hospitalización y ambulancias, y entran gastos “blandos” como curitas, pruebas de embarazo, bolsas de agua caliente, remedios homeopáticos, todo esto puede ser un indicador del impacto de mejores coberturas en el sistema de salud colombiano. Preocupa que el ingreso del agua mineral para consumo en el hogar, pues es evidencia de la decadencia de los sistemas de acueductos o de nuevos negocios montados sobre necesidades básicas humanas.

Se van de la canasta familiar el viagra, el brandy, la lotería y el Baloto. Entran el brownie, el tequila, la guirnalda navideña, servicios para mascotas, gafas de sol y cursos de inglés por web. Hemos cambiado en algunas cosas y vale la pena darle la mirada para hacer su propio análisis al listado de esas cosas que se van y que llegan para conocernos un poco mejor.

Es el director ejecutivo del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. Estudió economía, historia y una maestría en economía en la Universidad de los Andes, una maestría en problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos en la Universidad Externado de Colombia y se doctoró...