Hay que pensar en solucionar problemas, no en tener ideas nuevas.

Hoy, cuando miramos un objeto, en algún momento pensamos en qué tan original es este objeto. La originalidad se ha vuelto una medida de valor. Nos permite calificar lo que tenemos al frente. Le da valor al objeto y por asociación a nosotros como creadores o simplemente como poseedores.

Muchas veces no sabemos que es bueno o malo (así el precio se convierte en un referente que nos ubica), o útil o efectivo. Estamos enamorados de lo nuevo y sin darnos cuenta somos víctimas de este concepto. Tal vez esta carga la ilustra perfectamente la idea de “obsolescencia programada”. Lo que sirve se descarta por lo novedoso.

Cuando hablamos de responsabilidad social con mucha frecuencia nos cuentan estas ideas maravillosas, pero cuando preguntamos  a quién van a beneficiar, o más importante aún, qué problema van a solucionar, no hay respuesta. Y si continuamos la conversación encontramos que en la gran mayoría de los casos hay personas bienintencionadas que le han metido una gran cantidad de trabajo a una idea que ya existe. Pero bastaría investigar casos que ya funcionan en otros lugares para encontrar ideas, aplicadas exitosamente, que ya han lidiado con los muchos problemas que aún no nos imaginamos. Lo que se necesita es apropiarnos de estas ideas y adaptarlas a este nuevo contexto.

No estoy diciendo que no existan ideas originales. Existen y pueden cambiar el mundo. Y si se tienen… adelante. Pero no olvidemos el trabajo que ya se ha hecho y que está esperando a ser usado. Con seguridad una vez que empecemos a aplicarlo vamos a encontrar un sinnúmero de maneras de ajustarlo y mejorarlo. Hasta en el trabajo más trillado se encuentran maneras de innovar y ser originales.

¿Y dónde están estas ideas? Se encuentran en todas partes. Ya en un texto anterior mencioné la columna “Fixes” del NYTimes[1]. En Colombia tenemos el esfuerzo de “Huella Social”[2] de El Tiempo. Cualquier búsqueda por internet nos conecta con miles de esfuerzos. Y hay abundancia de libros. Por ejemplo, llevo rato leyendo “Poor economics” [3] que mira con datos el efecto real de intervenciones. Allí me enteré por primera vez de la existencia del programa de mamás canguro, un método que remplaza costosas incubadoras por el contacto físico constante de los recién nacidos con sus madres; creado en Colombia, se está aplicando en rincones del mundo gracias a la campaña de difusión que se le ha dado. O del impacto que simples charlas en que se comparte información en colegios, sobre cómo son los adultos, que se meten con jóvenes que creen estar encontrando seguridad en ellos (¿existe un término en español para los “sugar daddies”?), los mayores transmisores del virus del Sida. Esta breve charla tiene mucho más impacto en la disminución del virus que iniciativas más costosas.

Cuando tratamos de aplicar cualquier idea, venga de donde venga, nos encontramos con un caudal de problemas que es imposible anticipar. Nuestras soluciones se pueden disparar en cualquier dirección. Se pueden quedar cortas por inexperiencia. Preguntar no siempre sirve y pronto descubrimos que casi nadie sabe lo que quiere y realmente necesita[4]. Construir es un proceso lento que se alimenta de los errores. De ahí el valor de darle uso a los errores que ya se han cometido y han llevado a las soluciones que funcionan.

Ser original es aún menos común de lo que imaginamos. La información ya está por ahí y simplemente no la conocemos. Escribiendo esta nota me creí estar inventando algo. Bastó conversar con mi hermano y mi cuñada para que me dirigieran a varios textos que la han desarrollado mejor que yo. No sólo en responsabilidad social sino en espacios de grandes negocios[5]. El golpe a mi ego fue pequeño y en cambio la calidad de estas líneas mejoró. Evidentemente vale la pena explorar.

Tal vez este espacio en la Silla Vacía se sume como  canal de información. A ayudar a transmitir ideas que nos permitan, a aquellos de nosotros que no tenemos tantas ideas,  involucrarnos y ser parte activa como capital social. Ayudar es un espacio que está abierto para todos. Y el cómo hacerlo está a la mano con una pequeña ayuda.

 


[1] http://nyti.ms/1S2Z9Wy

[2] http://bit.ly/235Ona0

[3] “Poor economics: a radical rethinking of the way to fight poverty” por Abhijit Banerjee y Esther Duflo

[4]  Charla de Malcolm Gladwell enTed: http://bit.ly/1UMsby6

[5] “Real innovation is about solving problems, not having ideas” Aaron Shapiro: http://huge.is/1GhifDz

Papá , lector obsesivo, carpintero entusiasta. Construyendo espacios de encuentro.