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Necesitamos descubrir en Colombia las ideas de Martin Luther King.
Tenemos tantas fiestas que ya algunos nos hemos acostumbrado a no preguntar por qué tenemos el lunes libre. Ayer lunes no celebramos en Colombia el nacimiento de Martin Luther King. Pero me gustaría reflexionar un momento sobre su filosofía. Particularmente en un momento en que corremos el riesgo de que la horrible muerte de 21 personas en la escuela de cadetes, se convierta en un pretexto para ahondar y justificar la polarización en que vivimos.
Son muchos los factores que crean nuestra visión del mundo. La percepción de que tan peligroso es el mundo, es para algunos, el factor determinante de hacia qué lado de la barrera nos inclinamos. El miedo es nuestro instinto más primario y es apenas lógico que nuestro nivel de temor marque nuestra mirada sobre la vida. En un momento histórico como el de hoy, en que todo se mueve a una velocidad en que muchas de nuestras certezas se derrumban, nos aferramos a lo que podemos. Lo que lo amenace se vuelve el enemigo y es mucho más importante defendernos y atacar que entender dónde está parado el que tiene una opinión opuesta.
Algunos líderes son más osados y hábiles explotando el odio hacia el otro lado. El odio hacia nuestros oponentes aglutina y crea un sistema de partidos divididos que no tienen que mirar otros problemas más allá de las miradas opuestas que se refuerzan a si mismas de forma peligrosa. Ya estamos viendo la dificultad del presidente Duque en su llamado a la unidad. El tono de las marchas sonó mucho más hacia la mano dura.
Cierto tipo de optimismo, que es difícil de encontrar en Colombia, animaba a King. Un optimismo que rechaza la polarización, dónde la única ruta aceptada en la búsqueda de la justicia es acabar con el otro lado.
En “El nacimiento de una nueva nación” el Dr. King dijo: “El resultado de la no-violencia es la creación de la comunidad amada. El resultado de la no-violencia es la redención. El resultado de la no-violencia es la reconciliación. El resultado de la violencia es el vacío y la amargura.” Este es un tema permanente para él. En su libro “El paso hacia la libertad” insiste en la importancia de la no violencia para lograr llegar a la comunidad amada. Sólo a través de la no violencia podemos lograr la integración y la reconciliación. La justicia y la reconciliación tienen que ir tomadas de la mano.
La comunidad amada de King es una mirada global en la que la pobreza, el hambre y la falta de techo no son tolerados, porque la decencia humana no lo permite. El racismo y todas las formas de discriminación, intolerancia y prejuicio serán remplazadas por un espíritu de hermandad. Los conflictos se resolverán pacíficamente y la paz y la justicia prevalecerán.
Esto no significa la ausencia de conflicto. Reconociendo el conflicto como una parte inevitable de la experiencia humana, Martín Luther King creía que puede ser resuelto con un compromiso firme y mutuo en la no-violencia.
“Luchemos apasionada e implacablemente por las metas de la justicia y la paz. Pero asegurándonos que nuestras manos estén limpias en esta lucha. Nunca luchemos usando la mentira y la violencia y el odio y la malicia, sino siempre luchemos con amor, para que cuando las murallas de la segregación se derrumben por completo…, podamos vivir con las personas como hermanos y hermanas”
King era un entusiasta estudioso de las enseñanzas de Gandhi y admiraba su capacidad de entablar amistad con sus adversarios. Creía que el hábito de odiar a nuestros oponentes era inmoral y además una pésima estrategia, que perpetúa el ciclo de la venganza y la retaliación. Únicamente la no-violencia puede romper el ciclo de la violencia retaliativa y crear una paz duradera a través de la reconciliación.
En su Sermón sobre Gandhi, insiste, “el resultado de la no violencia es la creación de la comunidad amada, para que cuando la batalla haya terminado, una nueva relación se cree entre el oprimido y el opresor… el camino de la conformidad nos lleva a un suicidio moral y espiritual. El camino de la violencia lleva a la amargura en los sobrevivientes y a la brutalidad en los destructores. Pero el camino de la no-violencia lleva a la redención y a la creación de la comunidad amada.”
Es una visión que nos pide odiar la injusticia, pero no a aquellos que la cometen, para que a la larga podamos vivir en amistad.
Tal vez los años de violencia y odio nos hacen cínicos. A mi me cuesta trabajo soñarlo. Pero para él, esta era una meta realista y lograble, que se podía alcanzar entrenando a la gente en la filosofía y los métodos de la no-violencia.
Para creer esto se necesita valor. Recordemos que el primero de sus seis principios es: “La no-violencia es un modo de vida para la gente valiente.” Para creer esto se necesita optimismo. Su principio número seis es: “La no-violencia cree que el universo está del lado de la justicia.”
Todavía tenemos el espacio para este valor y optimismo?