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Algunos esperaban la caída del régimen de Maduro tras el concierto de Tienditas, como si se tratara del bíblico episodio de las trompetas que derribaron las murallas de Jericó. Esto no ocurrió, pero si se debilitaron los cimientos políticos del tirano.  

Este fin de semana los ojos del mundo se concentraron en ver, en vivo y en directo, la confrontación de dos espectáculos antagónicos. El concierto ‘Venezuela Aid Live’, presentado con una justificación humanitaria, y el contra-concierto ‘Para la guerra nada’, amparado en el principio de autodeterminación de los pueblos (‘hands off Venezuela’). Ambos conciertos se fundamentaban en dos fuertes argumentos morales, que en principio no deberían ser opuestos sino complementarios, polarizados entre demócratas y seudo-demócratas (ambos se autoproclaman ‘demócratas’). Lo cierto es que, arropados con diferentes banderas de derechos humanos, se libró una batalla feroz entre dos modelos políticos. Estos dos modelos, coincidentemente, estaban ubicados en el margen occidental y oriental del puente binacional.

No se necesita ser politólogo, ni analista internacional, para reconocer el triunfo espectacular del llamado Grupo de Lima, sobre el denominado Eje chavista. El número de asistentes al concierto Venezuela Aid Live, la logística, la calidad de los artistas, y el respaldo internacional, lo confirman como claro ganador. Aparte de esta pragmática evaluación fáctica, prevalecieron en este resultado los argumentos filosóficos que deben regir la política. Ciertamente, el hambre del pueblo venezolano, sus requerimientos de salud y sus heroicos esfuerzos para defender sus derechos vitales, no podían tener discriminación política y de ahí los resultados contundentes. En esto, no podemos dudarlo, el gobierno de Maduro recibió unas mortales heridas políticas al enfrentar concierto contra concierto en un fronterizo campo de batalla. Pero, oh sorpresa, algunos comentaristas políticos colombianos, en medios masivos y en redes sociales, opinan en defensa del espectáculo “oficialista” de Venezuela, abiertamente o con sofismas de distracción, como la endémica malnutrición de los indígenas guajiros o la tragedia invernal del Chocó; como si el Estado colombiano no estuviera ya aliviando esta problemática con serios programas de atención social. 

¿Qué ocurre con ellos, defensores a ultranza del concierto oriental?, ¿Por qué promueven una imagen tan contraevidente de la realidad? Las respuestas son muchas, pero podríamos simplificar el ejercicio limitándonos a analizar solo opiniones libres de ‘intereses creados’. Los comentaristas de buena fe favorables a la permanencia del régimen tiránico, solo requieren leer con el corazón en la mano la carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (en particular los artículos 25 y 28). Pero aquellos con ‘intereses creados’ hacen de idiotas útiles a políticos que han jurado una especie de lealtad con una causa doctrinaria. No extrañan entonces los mensajes en redes sociales de quienes han recibido ayudas económicas o de soporte propagandístico del régimen venezolano. Ellos nunca aceptarían una justificación humanitaria tan clara como la de ‘Venezuela Aid Live’. Tampoco, nunca aceptarán el fracaso estruendoso de una revolución que nació con argumentos humanísticos y ahora pretende defenderse con falsas consignas de paz y soberanía. Falsas, si se tienen en cuenta los billones de dólares gastados en sofisticados aviones Sukhoi y en sumas enormes gastadas en servicios de inteligencia extranjeros (G2), mientras los venezolanos de a pie mueren de hambre y por falta de medicinas.    

Pero no nos podemos circunscribir únicamente a los analistas colombianos de este lado occidental de ‘Tienditas’. A pesar del respaldo político mayoritario, evidenciado por cientos de miles de venezolanos copartícipes del concierto Venezuela Aid Live, desde el lado del pueblo venezolano subsiste un apoyo minoritario al Eje.  Minoritario, pero no por ello insignificante, de los seguidores a muerte del chavismo. Ellos no leerán de nuevo la declaración universal de derechos humanos, porque no les interesa en este momento de la encrucijada política chavista. En realidad a ellos no podremos convencerlos de suspender la sistemática violación de derechos humanos de sus compatriotas sino por la fuerza de las armas, y ojalá sea por las armas del ejército venezolano al servicio de la ética.

Pero aunque, por ahora, no los podamos seducir con argumentos éticos o de razón, si podemos entenderlos mejor releyendo una divertida obra teatral: ‘Los intereses creados’, de Jacinto Benavente. En esta pieza teatral un pícaro llamado Crispín logra enamorar, con la ayuda de otro pícaro, a la hija del rico Polichinela para hacerse a sus riquezas. Polichinela descubre el engaño que pretende arrebatarle sus riquezas, pero no puede librarse del mismo puesto que la boda será un negocio para todos, ya que permitirá a los pícaros saldar sus deudas con los que creyeron en sus mentiras.

Es consejero del Sena, periodista y ejecutivo gremial. Estudió derecho en la Universidad de Nariño y alta gerencia en la Pontificia Universidad Javeriana.