En el día mundial sin tabaco, además de recordar las víctimas que durante décadas ha dejado el consumo de cigarrillo convencional, es importante resaltar la necesidad de frenar el rápido avance de las nuevas “opciones”, los productos “no convencionales”.

Estos son productos sucedáneos o imitadores del tabaco con o sin nicotina (vapeadores), y sistemas para calentar tabaco (cigarrillo electrónico), que siguen sin tener una regulación en nuestro país. La evidencia científica sobre sus impactos nocivos sobre la salud va creciendo año a año.

Paradójicamente, esto es una mala noticia en sí porque nos deja ver que el daño sobre la población es creciente e irreparable. Si bien las prevalencias de estos productos son bajas en el país, su uso en adolescentes y adultos jóvenes (11,9% entre 18 a 24 años) está creciendo rápidamente, amparado en estrategias de mercadeo dirigidas a este segmento de la población.

Debe actuarse rápidamente para evitar una normalización de su consumo; además que son el primer paso para iniciar cigarrillo convencional y otras sustancias psicoactivas. Nada hay de cierto que se hayan introducido como una alternativa de menor riesgo a los fumadores de convencionales; las estrategias de mercado así lo dejan ver.

A la fecha, el proyecto de Ley 274/2022C, que se encuentra en primer debate, es la iniciativa más clara para lograr un avance rápido. En primer lugar, el proyecto sube los impuestos a cigarrillo convencional, para irnos acercando a los precios de la región (por cajetilla, una de 20 unidades en Ecuador cuesta 2,90 USD, unos 4,7 USD en Perú, pero unos 2,2 USD en Colombia).

Esto a pesar del clásico argumento (sistemáticamente utilizado en todo el planeta) del drástico crecimiento en el contrabando, amparado en estudios de penetración del contrabando basados en información recolectada con financiación de las tabacaleras.

En segundo lugar, el proyecto establece un impuesto fuerte a los vapeadores y cigarrillos electrónicos. Este impuesto del 150% al precio actual ayudará a reducir la velocidad de la rápida caída de los precios que hace parte de la estrategia de entrada y consolidación en el mercado de estos productos.

No obstante, el punto central del debate es la regulación en general de los productos. Estrategias de prohibición total han fracasado en el continente, por lo que es necesario apegarse a las estrategias ya definidas en el convenio marco para el control de tabaco.

Múltiples proyectos han entrado al legislativo en los últimos años sin mucho éxito. Algunos desde la sociedad civil, otros más bien dirigidos a evitar que se impongan restricciones fuertes desde un principio. A la fecha, el proyecto en curso es el 140/2022C, igualmente en primer debate.

En su forma original, el proyecto asimila gran parte de los elementos del convenio marco a los productos no convencionales: prohibición de publicidad y patrocinio, exhibición en comercio minorista, prohibición de uso en lugares donde afecten a los no consumidores.

Lastimosamente, ya en la ponencia quitaron un gran avance que era la implementación de empaquetado neutro. Ojalá que esta iniciativa logre llegar a feliz puerto sin ser destruido o servir al fin contrario en el proceso.

Paul Rodriguez-Lesmes es profesor de la Facultad de Economía de la Unviersidad del Rosario, y su principal foco de interés es la economía de la salud. Es decir, busca responder preguntas como, ¿cómo se deben asignar los recursos de salud dentro del sistema?, ¿cómo funcionan las relaciones económicas...