Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Son muchos los analistas, nacionales e internacionales, que comentan el impacto global creciente de la guerra económica promovida por Donald Trump. Algunos extremistas dirán que es el preludio de la Tercera Guerra Mundial. Difícil afirmarlo. Lo cierto es que el modelo hegemónico ‘trumpiano’ es insostenible, como insostenible fue el sueño megalómano de Hitler.
Han transcurrido casi dos años y medio desde la posesión de Donald Trump como presidente de los EE.UU., y ya puede pasar a la historia por haber promovido la ‘Primera Guerra Global del Siglo XXI’ (por ahora comercial). El tema es tan impactante que para algunos analistas, probablemente descabellados, tal confrontación podría ser solo un eufemismo, quizás el preludio, de La Tercera Guerra Mundial. Conviene, por tanto, hacer un resumen periodístico de los hechos centrados en este caudillo que está iniciando este nuevo episodio de la estupidez universal.
Para entender mejor de qué se trata este histórico evento, empecemos por reflexionar sobre la personalidad de Trump. Su comportamiento narcisista, su falta de empatía con la población afro y latina, además de su impulsividad, habían despertado prevenciones desde los días de campaña. Frases como aquella pronunciada en Iowa meses atrás (“podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”), denotaban su falta de cordura. Quizás por ello desde sus primeros días en el cargo generó desconfianza en muchos, incluyendo a quienes trabajan a diario con él. Dicha desconfianza fue creciendo en la medida que hubo más demostraciones sobre la personalidad de Trump, con sus reacciones desconcertantes, amenazas generalizadas (incluso a sus aliados colombianos) e irreflexivos tweets.
Para comprender mejor la psiquis del presidente que tiene en vilo al mundo, traemos a colación al psicólogo John Gartner, de la Universidad Johns Hopkins. En un artículo publicado por ‘Psychology Today’ se planteó que Trump presenta rasgos potencialmente peligrosos. Gartner, afirma que se trata de alguien que puede padecer un grave complejo de inferioridad. Y sobre este tipo de padecimiento se cita al reconocido psicólogo Alfred Adler, que estudió a las personas que lidian con un complejo de inferioridad. Según Adler muchos de estos sujetos “desarrollan una fuerte dominación y hostilidad sobre los demás con un único objetivo: validarse, satisfacer las propias necesidades”.
El líder de una nación imprime el espíritu colectivo que guía a su país y Trump ciertamente ha llevado a EE.UU. a asumir una política internacional inédita en la ‘posmodernidad líquida’. Pero no es la primera vez que tal cosa ocurre en la historia. Así sucedió el siglo pasado con Adolfo Hitler, que convirtió a uno de los pueblos más cultos del planeta en una máquina bélica de odio. Sin embargo, de acuerdo con la personalidad ‘trumpiana’, las guerras han sido desde siempre una expresión de poderío nacional y significan el sometimiento de un pueblo a otro. Es claro que la trayectoria de Trump, con una larga vida dedicada a los negocios, buscaría como arma la primacía económica de su pueblo, sobre el cual proyecta su personalidad, así como la sumisión de los demás pueblos.
Gabriel Silva, columnista de El Tiempo, cita a ‘The New York Times’ para afirmar que la política de Trump “se ha tornado cada vez más agresiva, culminando en una visión ampliada de la seguridad nacional que ha sumido a los Estados Unidos en una guerra económica con prácticamente todos sus socios comerciales, incluyendo a los aliados de vieja data”.
A corto plazo queda claro que el líder de la primera potencia mundial ha satisfecho con su ‘guerrerismo’ las necesidades políticas de un electorado al cual lidera. Para la guerra económica de EE.UU., contra Huawei y otras empresas de ese país, no ha necesitado recurrir a los cañones. En tal sentido se diferencia de esa otra guerra económica, la Guerra del Opio, emprendida por el Imperio Británico hace dos siglos para arrinconar a los chinos. Tampoco ha necesitado recurrir al ejército “gringo” de épocas decimonónicas, para imponerse sobre México y tomar su control. Gracias a las armas arancelarias que ha escogido usar Trump doblegó al presidente López Obrador. El mandatario mexicano se plegó por esta razón a las imposiciones “americanas” de que México sirva como barrera migratoria para detener la ola de inmigrantes centroamericanos.
‘Trump Primero’ (me recuerda tanto a Luis XIV), disfrazado con el eufemismo de América Primero, ha avanzado aún más rápido que el partido de Hitler en sus primeros años de lucha para dominar al mundo. Los ‘EE.UU de Trump’ (L’État, c’est moi) han logrado en solo dos años destruir la estructura multilateral, basada en relaciones de colaboración erigidas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El planeta entero mira con angustia, como hace más de ochenta años, los avances del principal promotor de esta nueva guerra global.
A corto y mediano plazo muchos tememos que Trump ganará las más importantes batallas al lograr su reelección a fines del año entrante. Pero lo cierto es que en este mundo multipolar, de economías interdependientes, la supervivencia del modelo ‘trumpiano’ es insostenible, como insostenible fue el sueño megalómano de Hitler.