Diógenes Rosero

Insólito, por decir lo menos, resultó el anuncio de la familia Daes de la semana pasada de regresarle a la ciudad parte de las acciones de la Triple A, para que el distrito pueda volver a tener mayorías accionarias en esta importante empresa de prestación de servicios públicos de la costa Caribe.

Es una situación súper sorprendente porque, además, aún no han desembolsado un solo peso para la formalización del traspaso de la empresa de la SAE a manos de los operadores; un consorcio con la empresa de economía mixta alumbrado público (donde los Daes son socios) y William Vélez (“el zar de las basuras”).

¿Aún no la han comprado y ya la están devolviendo? De eso bueno no dan tanto, decía mi abuela Camila.

Lo que hay detrás de esta exótica cesión es un complejo entuerto que se remonta hasta los tiempos en donde el distrito de Barranquilla perdió de manera paulatina y constante el control de la empresa, pero, además, el riesgo de verse envueltos en un nuevo escándalo que ponga en riesgo sus negocios ya golpeados por informaciones negativas.

Esta nueva compra de la Triple A -ya revendida de manera irregular en otras oportunidades- ha estado plagada de una total opacidad y jugaditas burocráticas que ponen en riesgo la legalidad de su transacción.

Comenzando porque se puso en venta una propiedad expropiada por el estado por unos delitos que cometieron unas personas naturales (¿acaso pueden delinquir las empresas?) y, adicionalmente, se vendió de manera anticipada gracias a un articulito incluido en la ultima reforma tributaria que permitió excepcionalmente enajenar bienes incautados que tuvieran composición accionaria.

Un sastre a la medida Triple A.

Pero esto se queda corto con la obvia solicitud del gobierno español de la devolución de un activo público patrimonio de los Españoles. Podría desatarse un escándalo internacional que podría implicar la revisión de todos estos hechos irregulares y abrir una caja de pandora incontrolable: ¿es este el miedo de los propietarios de Tecnoglass?

Es por eso que de manera ágil toman la decisión de devolver las acciones que, según el alcalde de Barranquilla, obedece a que este grupo empresarial está pensando el retirarse de su presencia en actividades públicas. Vale la pena, entonces, preguntarse si también renunciarán a sus contratos públicos con la gobernación o a las concesiones que aún mantienen con la alcaldía. 

Por lo menos siguen haciendo parte de alumbrado público que es la empresa mixta que compra la Triple A. Devuelven las acciones, pero no se salen del negocio. ¿Seguirán como operadores en la sombra?

La Triple A es un jugoso botín que ha sido feriado por las diferentes administraciones de la ciudad desde su creación; desde las ampliaciones de concesión y pérdida accionaria de los gobiernos del movimiento ciudadano hasta el impávido y sospechoso silencio de los alcaldes del Clan Char mientras se la estaban robando durante 10 años.

Así lo reconoció el alcalde Pumarejo en su entrevista con la W en donde señaló que se sustrajeron de sus arcas (financiadas con los recibos que pagamos todos y todas) 240 mil millones de pesos. ¿Dónde estaba Jaime Pumarejo delegado por el alcalde Char en la mesa directiva de la empresa mientras todo esto ocurría? ¿Desde esa época pensando en la fórmula 1?

Mientras la Triple A continúe siendo un negocio para favorecer a los de siempre en la ciudad, esta empresa no logrará generar el músculo financiero suficiente para adelantar las obras medioambientales y de salubridad que necesita urgentemente Barranquilla.

Bogotá, Cali y Medellín han logrado que sus empresas construyan plantas para tratar sus aguas residuales o inversiones en otros lucrativos negocios para la ciudad. Entre tanto, en este terruño, seguimos botando las aguas de alcantarilla al rio y bañándonos en las playas contaminadas del departamento.

¿No habrá nada que hacer frente a esta inminente realidad? ¿Será que el nuevo gobierno puede ponerle coto a esta frustrante situación que vivimos los y las Barranquilleras?

Presidente Petro, desde esta columna, le pedimos su intervención para salvar a la Triple A y evitar su irregular reventa.

Es profesor universitario y promotor del desaroollo en temas de fortalecimiento democrático y ciudadanía. Estudió economía en la Universidad del Atlántico y una especialización en cooperación internacional.