Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Positivo que el Gobierno nacional haya escogido la paz como su enfoque principal de gobierno. Primero, porque el principal objetivo de un estado debe ser el de garantizar la vida de sus ciudadanos (la vida es sagrada) y, segundo, porque de la paz se desprenden las garantías para la estabilidad económica e institucional.
La famosa Pax Romana, que fue el repliegue final de las hordas bárbaras y la consolidación total del imperio romano, fue el precedente para el periodo de mayor esplendor de la época antigua. Aunque nunca fue total y después Roma implosionó por las desventajas de la gran escala, se logró un importante periodo de estabilidad y crecimiento económico.
La paz absoluta siempre será una quimera. Sin embargo, avanzar hacia su consolidación es un deber fundamental de cualquier Estado. Para perseguir este ideal, es necesario construir un plan y establecer unos pasos concretos.
El Gobierno Petro está empeñado en construir ese derrotero. La estrategia va en dos direcciones concretas: la primera es, a través de los diálogos regionales vinculantes, mover las realidades objetivas del conflicto: la pobreza y la escasez de garantías sociales; la segunda es la puesta en marcha del diálogo y la negociación, para ello se va a reformar la ley 418 y, además, beneficios especiales diferenciales para actores políticos y crimen organizado “convencional”.
Ya las diferentes organizaciones delictivas se han pronunciado a favor de cesar sus acciones armadas y delictivas y acogerse a la Paz Total. Entre ellas, “Iván Mordisco”, líder de las disidencias de las Farc quien fue ultimado por el Gobierno de Iván Duque, pero que resucitó con el Gobierno de Gustavo Petro y está listo para negociar.
El reto es bastante grande y genera grandes incógnitas; es sano evidenciarlas y, por sobre todo, solventarlas. A mayor expectativa, mayor es la exigencia y necesaria organización y estructuración de lo que se quiere lograr. Colombia tiene gran experiencia de búsquedas de la paz y hemos aprendido de lo que funcionó y lo que no funcionó.
Se debe construir sobre lo construido y es fundamental que podamos conectar la paz total con los acuerdos de la Habana. Además, porque existen unas limitantes constitucionales. ¿Qué pasará con los actores armados que se salieron del proceso y violaron los acuerdos?
Nada debe quedar acordado mientras no este todo acordado. Esta máxima que fue fundamental en La Habana es necesario mantenerla. Es por eso que se requiere una estrategia de confrontación clara contra los actores armados. ¿Cuál es la hoja de ruta para el combate a estructuras criminales en los territorios?
Entender la heterogeneidad del conflicto es fundamental. La mutación de las violencias hacia los centros urbanos requiere otras miradas y formas de actuación. ¿Se podrá negociar con microestructuras que tienen vuelo propio y conexiones con el crimen trasnacional, como se evidenció en el asesinato del fiscal paraguayo en Cartagena?
El conflicto ha generado sus propias dinámicas en ciudades y territorios, creando una parainstitucionalidad que implica lavado de activos, vínculos con políticos, alianzas con privados y arraigo cultural ciudadano. ¿Existe una estrategia para consolidar un andamiaje institucional que permita una nueva gobernanza para la seguridad con gobiernos subnacionales?
Para lograr la Paz Total necesitamos recuperar el tiempo perdido y completar las tareas pendientes. Apertura al diálogo para la construcción de consensos y avanzar sobre los logros. Consolidar durante muchos años una acción coordinada, estratégica y constante. Y Coordinar los esfuerzos estatales y su institucionalidad en todas las esferas. Construir y convertirla en una verdadera política de Estado.