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Aquí para ganar en política se piensa igual que para lograrlo en una guerra. Pero, en un país que ha avanzado en la paz desde hace poco, puede tener lógica que gran parte de las campañas políticas en Colombia están aplicando varias técnicas de guerra conocidas.

En un país donde parece que aún necesitamos enemigos, es interesante darse cuenta que muchos candidatos están usando técnicas de guerra sin reconocerlo, otros sin saberlo y otros las usan en su contra sin darse cuenta. Todos, sin falta, lo hacen principalmente por Twitter y cuando pueden con micrófonos en plazas públicas.

Hay tres documentos (todos corticos) que vale la pena leer completos para entender bien a lo que me voy a referir en esta parte. El primero es “El Arte de la Guerra”, que Sun Tzu escribió con el propósito explícito de ganar guerras sin tener batallas (ojalá sin sacar la primera espada). El segundo es “El Principe”, que Maquiavelo escribió para explicarle a la gente cómo ser cretinos y solapados, poner a los demás a trabajarles gratis y, en el proceso, ganar mucho más poder para ellos mismos. El tercero, que es el más salvaje de todos, son los “Once Principios de Propaganda” Nazi que escribió Joseph Goebbels para promover el régimen de Hitler.

Los candidatos podrían aprender de las advertencias que dio Maquiavelo sobre los mercenarios (equivalentes a los trolls de Twitter y los seguidores enceguecidos), y también de las técnicas de Sun Tzu para eludir a sus enemigos en momentos de debilidad. Pero lo importante aquí es cómo estas técnicas de guerra podría ayudar a quienes van a votar por candidatos en unas semanas. Entonces lo que más aplica aquí son los once principios de Goebbels.

Para hacer el ejercicio más interesante, le propongo a quien esté leyendo esto que abra otra ventana de su explorador donde vea la línea de tiempo de Twitter de su candidato favorito (o el que más odie, o los dos). Así, mientras va leyendo los principios que siguen, trate de ver si puede asignar cada uno a un trino reciente. Es un ejercicio peligroso pero útil.

Estos son los once principios que usó Goebbels para convencer a la gente que el régimen Nazi era la mejor forma de atender las necesidades de Alemania en las décadas de 1930 y 1940:

Simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

Contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

Exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

Vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Orquestación: La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”.

Renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.

Silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

Transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

Unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

Espero en total sinceridad que no hayan podido asignar ningún principio a ninguna afirmación de sus políticos favoritos u odiados, pero sé que en muchos casos podrá hacerlo. Tampoco deberían asignar una ideología Nazi a nadie, porque una cosa es lo que están utilizando como método para vender su campaña y otra lo que están proponiendo como sustancia de sus propuestas (esa es otra discusión distinta a la que doy acá).

Es asesor senior en la alianza Numo y fundador de Despacio.org. Estudió psicología y planeación. Sus áreas de intéres son transporte, tecnología, desarrollo urbano y cambio climático.