A manera de introducción general

En los albores de la primera mitad del siglo pasado, Antonio Gramsci (1891-1937) uno de los presos políticos más destacados, tanto por su militancia política como por su obra prolífica y sus invaluables aportes a la sociología política, expresaba el siguiente aforismo: “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Este recurso literario surge en la antesala del ascenso del fascismo italiano y en los preludios de la Segunda Guerra Mundial. Además, condensa una crítica sobre los cambios que no se concretan y, en virtud de ello, cualquier avance democrático es cercenado.

Haciendo una analogía con respecto a las dinámicas políticas de la actualidad uno de los mayores monstruos que enfrenta la democracia en Colombia son: el populismo y la demagogia. Estos avanzan con furia por los senderos del campo político sin ánimos de detenerse. En consonancia con lo anterior, ¿a quién le conviene parar cuando se está en la cumbre del éxito? Pues a nadie y mucho menos cuando se está en el momento adecuado, o cuando los inconformismos sociales se hacen recurrentes y la crisis de la democracia es cada vez más evidente.

En otras palabras, la epidemia del populismo y el avance de la demagogia se aprovechan de las crisis y rupturas económicas, políticas e históricas de los estados y las sociedades, contaminando así las decisiones de la opinión pública, los planes de gobierno, la institucionalidad y hasta el mismo ordenamiento jurídico. Ahora bien, la historia política latinoamericana, ha dibujado el peligro que representa el populismo, la demagogia y los efectos que se derivan del mismo, como darle muerte a la democracia lo que consecuencialmente ha abierto las puertas a los regímenes autoritarios y dictatoriales en varios países latinoamericanos. Lo anterior nos permite plantear la siguiente pregunta.

¿En nuestro país el populismo llegó a permear los distintos escenarios políticos desde el pasado o es una de las nuevas estrategias de las corrientes de derecha e izquierda?

Podemos plantear que el sistema democrático colombiano estuvo marcado desde su génesis bajo las lógicas del bipartidismo, bajo este entendido, los partidos políticos, se convirtieron en el eje sobre el cual gravita el sistema democrático, cerrando paso a proyectos individuales o unipersonales. De esta manera es posible explicar cómo el Frente Nacional encontró su expresión más elevada y sus andamios jurídicos en la Constitución de 1886. Las dinámicas políticas del bipartidismo imposibilitaron y cerraron el paso la existencia de un populismo en Colombia. Esto sin dudas, marca una fuerte diferencia con otros países latinoamericanos donde la debilidad institucional y las crisis de corrientes ideológicas dieron lugar a la aparición del populismo.

Breve marco conceptual

Para el argentino Ernesto Laclau, “el populismo no es una ideología y no se le puede atribuir un contenido programático específico. Tampoco es un régimen político y es compatible con una variedad de formas estatales. Es una manera de hacer política que puede tomar formas variadas según las épocas y los lugares. Surge cuando se busca construir un nuevo sujeto de la acción colectiva –el pueblo– capaz de reconfigurar un orden social vivido como injusto”.

En este mismo orden de ideas, Chantal Mouffe establece un paralelo entre pos política y populismo de derecha: ”la ‘pospolítica’ se refiere al desdibujamiento de la frontera política entre derecha e izquierda”. A nuestro criterio, en el caso colombiano, ese vacío es aprovechado por la demagogia como recurso político del populismo de derecha.

Respecto a esto, Mouffe señala que “la aspiración democrática ya no encuentra canales de expresión en el marco de la política tradicional”. En nuestro caso, ante la crisis de representatividad, la estrategia de campaña de Rodolfo Hernández en el discurso se evidencia como un claro esfuerzo por recoger las inconformidades con el modelo propuesto por la democracia representativa. Recordemos que en las encuestas en donde se mide la aprobación o desaprobación del Congreso de la República, la desaprobación de este se encuentra por encima del 80 %. Esto muestra la crisis de representatividad política de la que se vale el populismo.

El populismo como recurso político y la demagogia como método de comunicación en la campaña de Rodolfo Hernández

Por otra parte, se hace indiscutible poner en duda la existencia de la demagogia como recurso político en Colombia. Esta logró permear distintos escenarios políticos que le han abierto la posibilidad de apelar a las masas populares debido a la emotividad que recoge el discurso demagógico.

Un claro ejemplo de una propuesta demagógica de Rodolfo Hernández en la actual contienda electoral es la siguiente: “Toda familia colombiana tiene derecho a conocer el mar al menos una vez en su vida. En mi gobierno trabajaré para que ese derecho se haga realidad, Además, que haya trabajo para todos y que haya vacaciones para que cada familia colombiana disfrute el mar”.

La contradicción entre el contenido programático de Hernández y el discurso ante los medios de comunicación devela el carácter demagógico del candidato en mención. Por ejemplo, de manera frecuente Hernández plantea propuestas distintas a las señaladas en el programa de gobierno con el que Hernández inscribió su candidatura ante el la entidad competente. Su cambiante y acomodada postura frente al fracking y el glifosato varía en razón de la temperatura de la opinión pública. Cae así en contradicción con su programa de gobierno.

Más ejemplos de demagogia. Durante la transmisión de un programa de televisión, Hernández señaló que en su eventual gobierno él mismo sería su ministro de Hacienda, argumentando que para ejercer esa cartera ministerial solo es necesario saber sumar y restar. Esta simplificación de una responsabilidad tan compleja sin duda es un recurso demagógico. Queda claro que el candidato Hernández confunde el lenguaje sencillo y fácil de digerir con demagogia y populismo.

La emotividad es materializada en las propuesta políticas, sociales, económicas y en general en la campaña del candidato presidencial Rodolfo Hernández quien ha encontrado en la demagogia un camino expedito en donde se instrumentaliza a las emociones convirtiéndose estas en el eje central de su estrategia de comunicación, al tiempo que apela al populismo digital como método político disruptivo con el objeto de intentar, por lo menos en el discurso, distanciarse de las formas tradicionales de hacer y construir la política en Colombia. Aristóteles define al demagogo como un “adulador del pueblo”.

La interacción de Hernández por redes sociales lo ha convertido en una figura carismática y mediática. Logrando así captar a un amplio número del electorado colombiano. Pero detrás de la comedia política se esconde uno de los enemigos más antiguos con los que combate la democracia: “el populismo”, el cual actualmente ha encontrado en la digitalización una nueva forma de acción política. Es posible establecer una similitud o un paralelo entre el populismo digital frente al concepto de “infocracia”, planteado por Byung-Chul Han, quien señala que “los seguidores participan en una eucaristía digital. Los medios de comunicación social son como una iglesia: el like es el amén. Compartir es la comunión. El consumo es la redención”.

Rodolfo Hernández se ha caracterizado por ser una de las figuras políticas más complejas de este periodo electoral. Su protagonismo en los medios de comunicación se ha vuelto masivo debido al impacto social que genera cada una de sus entrevistas. Como resultado de estas, gran parte de la opinión pública lo acusa de tener posturas machistas, misóginas, con rasgos homofóbicos. Sin embargo, poco se habla del contenido aporofóbico de sus comentarios.

La aporofobia en el discurso Rodolfo Hernández

La filósofa Adela Cortina define la aporofobia de la siguiente manera: “rechazo, aversión, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio”.

Por ejemplo, Rodolfo Hernández, en el año 2019 en una entrevista en Blu radio, afirmó que “los partos que han tenido son como 400 al año, eso es una fábrica de hacer chinos pobres”, refiriéndose a las mujeres venezolanas que eran atendidas en los centros hospitalarios de Bucaramanga. De igual forma, expresó por medio de un video viralizado en redes sociales lo siguiente: “Necesitamos que los empresarios entiendan que el mejor negocio del mundo es tener gente pobre con capacidad de consumo, porque los pobres consumen toda la plata”.

Las anteriores afirmaciones no solo visibilizan su poca empatía hacia las personas de escasos recursos, sino que demuestra un apoyo a la idea de que los pobres sigan viviendo bajo condiciones de miseria, lo que debería invitar al electorado a reflexionar si una persona con este tipo de prejuicios sociales resultaría idónea para tomar las directrices de un país con tantos antecedentes de violencia y discriminación de todo tipo.

Otro claro ejemplo de aporofobia y misoginia es el siguiente: “Él puede decir todo lo que quiera, nosotros estamos apoyando a los candidatos independientes, a él no. Él ha pasado por todos los partidos, eso lo han manoseado todos, eso mejor dicho lo han manoseado más que a una prostituta de por allá de Puerto Wilches que lo único que no le pasó por encima fue el ferrocarril”.

En contexto electoral

Rodolfo Hernández pasó a segunda vuelta en la contienda electoral por la Presidencia de la República para el periodo 2022-2026. Obtuvo un total de 5.952.968 votos (28,17 %) en las elecciones del 29 de mayo. Por esta razón, Hernández disputará en las urnas la Presidencia contra Gustavo Petro, quien obtuvo 8.526.787 de votos.

Como figura política, surge el plano regional como concejal de Piedecuesta, Santander, en 1991. Casi tres décadas después, se alzó con el triunfo en la Alcaldía de Bucaramanga (2016-2019) con 77.000 votos. Hernández dio el salto nacional ante la opinión pública producto de su particular forma de gobernar y relacionamiento con los opositores a su gobierno. El salto nacional estuvo caracterizado por una serie de hechos vinculados con la Corrupción; esto se tradujo en hechos que llamaron la atención de medios de comunicación del orden nacional.

En más de una ocasión, Hernández fue sancionado por los órganos de control. En junio de 2020, la Procuraduría General de la Nación suspendió e inhabilitó por un periodo de cinco meses a Hernández por no cumplir su deber de tratar con respeto y dignidad humana a un ciudadano durante octubre de 2018.

En septiembre de 2019, en medio de un debate entre candidatos por la Alcaldía de Bucaramanga, Hernández se pronunció por medio de un video invitando a votar por el “alcalde de los ciudadanos”. Esta frase es utilizada por el otrora candidato Juan Carlos Cárdenas como slogan de campaña; como resultado de la investigación, los entes de control suspendieron a Hernández de la Alcaldía de Bucaramanga.

A manera de conclusión

No resulta nada raro que la ciudadanía apoye a este tipo de candidatos, ya que parte de la historia política del país se ha construido bajo la idea de admiración a figuras autoritarias y conversadoras que revisten sus prejuicios en el argumento de que fueron educados durante la vigencia de culturas estereotipadas, donde se mostraba un fuerte apego hacia la rigidez del carácter e inflexibilidad a lo poco convencional. Sin embargo, esto no debe ser tomado como justificación para omitir el respeto a los derechos fundamentales de los que goza toda persona; aceptar, tolerar o apoyar este tipo de expresiones solo demuestra nuestro retroceso como sociedad.

Docente, investigador. Universidad Libre , Seccional Barranquilla. Facultad de Derecho y Ciencias sociales.