El salario mínimo es un instrumento que tiene como objetivo aumentar el bienestar de los trabajadores. No obstante, este tema está ausente de las discusiones sobre la reforma laboral que se tienen en este momento en el Congreso.

Algunos investigadores que trabajan temas de economía laboral están poniéndolo sobre la mesa para que lo consideremos. Extendiendo esto, ¿el salario mínimo cumple con este objetivo? Teóricamente, la respuesta de los salarios y el empleo al salario mínimo depende de la estructura de mercado predominante en el mercado de trabajo.

En un mercado perfectamente competitivo —donde tanto los compradores (empresas) como los vendedores (trabajadores) no pueden influir en los precios— hay dos opciones. La primera opción es establecer un salario mínimo que sea inferior al salario de equilibrio. Esto no tendría ningún efecto en los salarios ni en el desempleo [1].

La segunda opción es establecer un salario por encima del salario de equilibrio. Esto llevaría a una disminución en la demanda y un aumento en la oferta de trabajo, lo que resultaría en un aumento de los salarios (¡bien hecho!) y del desempleo (¡oh no!) [2].

En un mercado monopsonista —donde un solo comprador (una empresa) tiene el poder de establecer los precios— también existen dos opciones.

La primera opción es establecer un salario mínimo que esté por encima del salario establecido por el comprador monopsonista, pero por debajo del salario en un mercado perfectamente competitivo. Esto va a aumentar tanto la demanda como la oferta de trabajo, lo que va a resultar en un aumento de los salarios y el empleo (¡bien hecho!) [3].

La segunda opción es establecer un salario mínimo por encima del salario en un mercado perfectamente competitivo. Esto va a reducir la demanda y aumentar la oferta de trabajo, lo que va a resultar en un aumento de los salarios (¡bien hecho!) pero también en el desempleo (¡oh no!) [4].

Esto es lo que esperaríamos teóricamente de los movimientos en el salario mínimo. Ahora, empíricamente, ¿qué deberíamos esperar? La evidencia internacional, que varía en múltiples dimensiones como las especificaciones, las metodologías y los datos, no es clara en que exista un vínculo entre el salario mínimo y el desempleo.

Ni siquiera en los grupos demográficos para los que se esperaría que este efecto sea mucho más alto (e. g., los adolescentes, puesto que este grupo generalmente gana alrededor del salario mínimo, de manera que sus salarios y su nivel de empleo puede responder a los cambios en el salario mínimo).

A pesar de esto, las discusiones continúan y nuevas investigaciones, que usan mejores estrategias empíricas, encuentran que el desempleo puede aumentar cuando el salario mínimo se sitúa en un nivel suficientemente alto en comparación con el salario mediano.

Pero si los hallazgos de un contexto no son replicables en otros contextos por diferencias en características económicas, sociales y culturales, habría que revisar específicamente cuál es el efecto del salario mínimo sobre el desempleo en Colombia antes de tomar decisiones de política a partir de estas investigaciones.

La evidencia nacional, a diferencia de la evidencia internacional, ha encontrado por lo menos tres efectos negativos de los aumentos del salario mínimo. En primer lugar, está que los aumentos del salario mínimo en relación con el salario mediano llevan a pérdidas de empleo.

La respuesta de largo plazo de la demanda de trabajo ante un cambio de 1 por ciento en el salario mínimo es de aproximadamente -0,70 por ciento. Esto mostraría que, incluso cuando la estructura de mercado predominante en el mercado de trabajo es monopsonista en el país, se está en el segmento en el que se pierden empleos.

En segundo lugar, está que los aumentos del salario mínimo llevan a aumentos de la informalidad. La respuesta de la tasa de informalidad ante un cambio de 1 por ciento en el salario mínimo es de aproximadamente 0,14 por ciento. En tercer lugar, está que los aumentos del salario mínimo llevan al aumento del nivel general de precios en distintos rubros.

Conclusiones

Con base en esto, no parece que, al menos en el caso colombiano, el salario mínimo sea el instrumento correcto para aumentar los salarios y el empleo. ¿Qué recomendaciones hacer, entonces?

El incremento del salario mínimo año a año debería ser únicamente el crecimiento del costo de vida. Sumado a esto, también se debería hacer una serie de cambios a la forma en la que se establece el salario mínimo. Por ejemplo, se debería establecer un salario mínimo por cada departamento, balancear el poder entre monopsonios y sindicatos, y desligar el acceso a la seguridad social del salario mínimo. Al mismo tiempo, se debería aumentar el capital humano de los trabajadores, pues este es el principal medio para que sostenidamente haya mejores salarios, tanto a nivel individual como a nivel social.

Notas

[1] Supongamos que, en un mercado perfectamente competitivo, el equilibrio se ha establecido en un salario de $10 por hora debido a las interacciones entre empresas y trabajadores. Si se impusiera un salario mínimo de $8 por hora, inferior al equilibrio, no se producirían cambios relevantes ni en los salarios ni en el desempleo. La contratación se seguiría haciendo a $10 por hora, ya que ese es el acuerdo mutuo al que ambas partes han llegado.

[2] Si se establece un salario mínimo de $12 por hora, que es superior al punto de equilibrio de $10 por hora, se observaría una disminución en la demanda de trabajo, ya que las empresas estarían menos dispuestas a contratar trabajadores a un salario más alto. Al mismo tiempo, se generaría un aumento en la oferta de trabajo, ya que los trabajadores estarían más motivados para buscar empleo a ese salario más elevado. Como resultado, los salarios aumentarían a $12 por hora para los trabajadores que logren encontrar empleo. Sin embargo, esta medida también conllevaría un aumento en el desempleo, ya que algunas empresas no estarían dispuestas a contratar trabajadores a ese salario más alto, dejando a algunos trabajadores desempleados.

[3] Si el salario mínimo se establece en $9 por hora, que está por encima del salario establecido por la empresa monopsonista ($8), pero por debajo del salario en un mercado perfectamente competitivo ($10), se esperaría un aumento tanto en la demanda como en la oferta de trabajo. Por un lado, las empresas estarían dispuestas a contratar a más trabajadores a un salario ligeramente más alto. A pesar de que aumenta el salario, también disminuye el costo de contratar nuevos trabajadores. Por otro lado, los trabajadores estarían más motivados para ofrecer su trabajo a ese salario más favorable. Como resultado, los salarios aumentarían a $10 por hora, beneficiando a los trabajadores, y se crearía más empleo, ya que la empresa monopsonista contrataría a más trabajadores.

[4] Si se establece un salario mínimo de $15 por hora, que supera el salario en un mercado perfectamente competitivo ($10), se generaría una reducción en la demanda de trabajo por parte de la empresa monopsonista, ya que no estaría dispuesta a pagar salarios tan altos. La oferta de trabajo aumentaría, dado que los trabajadores estarían dispuestos a aceptar ese salario más alto. Esto resultaría en un incremento salarial a $15 por hora. No obstante, también habría un aumento en el desempleo, ya que la empresa monopsonista no contrataría a tantos trabajadores a ese salario elevado, dejando a algunos trabajadores sin empleo.

Referencias

Esta columna se basó, entre otros, en los siguientes textos.

Ahlfeldt, G., Roth, D., & Seidel, T. (2019). Employment-maximizing minimum wages.

Ahlfeldt, G. M., Roth, D., & Seidel, T. (2022). Optimal minimum wages.

Amodio, F., & De Roux, N. (2021). Labor market power in developing countries: Evidence from colombian plants.

Arango, L. E., Ardila, L. K., & Gómez, M. G. (2011). Efecto del cambio del salario mínimo en el precio de las comidas fuera del hogar en Colombia. Capítulo 21. Efecto del cambio del salario mínimo en el precio de las comidas fuera del hogar en Colombia. Pág.: 873-918.

Arango, L. E., & Flórez, L. A. (2021). Regional labour informality in Colombia and a proposal for a differential minimum wage. The Journal of Development Studies, 57(6), 1016-1037.

Arango, L. E., & Rivera, S. A. (2022). Moderate wage increases and flexible labour contracts to protect employment in Colombian manufacturing. Journal of Policy Modeling, 44(3), 578-598.

Cunningham, S. (2021). Causal inference: The mixtape. Yale University Press.

Laing, D. (2011). Labor Economics. WW Norton & Company.

Manning, A. (2021). The elusive employment effect of the minimum wage. Journal of Economic Perspectives, 35(1), 3-26.

Neumark, D., Salas, J. I., & Wascher, W. (2014). Revisiting the minimum wage—Employment debate: Throwing out the baby with the bathwater? Ilr Review, 67(3_suppl), 608-648.

Pritchett, L. (2021). Let’s Take the Con Out of Randomized Control Trials in Development: The Puzzles and Paradoxes of External Validity, Empirically Illustrated. CID Faculty Working Paper No. 399.

Psacharopoulos, G., & Patrinos, H. A. (2018). Returns to investment in education: a decennial review of the global literature. Education Economics, 26(5), 445-458.

Winters, J. V. (2018). Do higher levels of education and skills in an area benefit wider society? IZA World of Labor.

Estudiante de Economía @UNALOficial. @MartinSanchezD