Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Nos fuimos para la segunda vuelta sin debates presidenciales. A esta hora no sabemos cómo responderá la campaña de Rodolfo a la tutela que lo obligaría a ir a un debate. ¿Acatará la ley?
Fue muy poca la posibilidad de escucharle a los candidatos planteamientos de fondo sobre las problemáticas del país y su visión sobre las soluciones propuestas. Además de que uno de los candidatos se negó tozudamente a brindar la oportunidad para el intercambio, la campaña cogió para el lado de la guerra sucia y la confrontación. Un tinglado que no le conviene al país, pero sí a los que prefieren campañas atravesadas por las emociones.
Le tocó a la ciudadanía decidir basados en elementos poco ortodoxos como el talante de los candidatos y su consistencia política en el pasado. Todo lo contrario a lo que debería ser la segunda vuelta, en donde las candidaturas -como es natural-, buscando aliados, mejoran y complementan sus propuestas con el fin de acercarse a las confluencias políticas. La lógica democrática.
La campaña resultó convirtiéndose en un ring de intercambios mediáticos, persecuciones y ataques políticos; unos soterrados y otros defensivos frente al aluvión de noticias y mensajes por las redes sociales. Gran parte de los colombianos y colombianas hemos terminado exhaustos con el atiborramiento de mala propaganda y mensajes oprobiosos de seguidores de las diferentes candidaturas.
Una montaña rusa de noticias que comenzó a calentarse con las chuzadas a la campaña de Petro en donde expresaba su estrategia de campaña -poco ética- frente al centro político. Lo que parecía en un aterrizaje suave en la Casa de Nariño del pacto histórico, terminó convirtiéndose en un posible aterrizaje forzado o en una fallida llegada.
La cosa no está fácil.
Con poco margen de crecimiento, el Pacto Histórico se enfrenta a un rival hiperpopulista, con un discurso hacia las derechas y en medio de una sociedad tradicionalista que aún no supera sus miedos atávicos. Han terminado donde Rodolfo sectores conservadores, el uribismo, el antipetrismo y muchos ciudadanos y empresarios asustados.
Además, y debido a la filtración de las comunicaciones de la campaña, les ha costado sumar votantes indecisos o los que prefieren el voto en blanco. Remontar, cuando el escenario pintaba menos complejo.
Sin duda, fue un plan bien orquestado que busca quitarle el aura de cambio de Petro y mostrarlo como un político del statu quo. Volverlo enemigo del cambio y un amangualado con los poderes tradicionales. ¿Quién organizó las chuzadas a la campaña de Petro? ¿Por qué hasta ahora lo sacaron?
Petro dio papaya, pero esa matriz de opinión no es cierta.
La realidad es que la Colombia Humana hizo grandes esfuerzos por construir un partido con nuevos liderazgos populares, incluyendo la escogencia de una candidata vicepresidencial que representa a la Colombia excluida. También, una agenda de cambios sociales -y a pesar de algunas dudas-, con elementos coherentes en relación a la realidad económica del país.
Esto contrasta con las ambigüedades y lugares comunes del candidato Hernández, que deja muchas dudas con su poca gobernabilidad y baja consistencia de sus propuestas. Hasta terminó rechazando la ayuda que desde el centro quería hacerle Sergio Fajardo para consolidar su propuesta.
Prefirió mandar un mensaje hacia los sectores de derecha que veían con malos ojos el cambio de agenda en su campaña. ¿En medio de su ingobernabilidad, con quiènes se rodearía para gobernar?
A pesar de ello, creo que la ciudadanía se ha ido alinderando y la pelea por la presidencia terminará en un voto-finish hasta el domingo de las elecciones. Nada está dicho aùn para ninguna de las dos candidaturas.
Los masivos apoyos de sectores democráticos hacia la campaña de Petro parecen haberle dado un segundo aire y un talante mucho más institucional a su campaña. Y por el lado del ingeniero, la continuidad de sus mensajes directos al ciudadano, y con el apoyo detrás de bambalinas de parte de sectores de derecha y sus medios afines, lo mantienen en la pelea.
Al final, terminamos en una campaña sin discusión programática y llena de una fuerte convulsión democrática. ¿Será el costo que tenemos que pagar por el anhelado cambio en Colombia?