Un fuerte revuelo causó en el país la solicitud que reveló el ministro del Interior por parte del gobernador del meta al presidente Petro. 

El llamado lo hizo el mandatario local, a propósito de unas desafortunadas declaraciones del jefe de la cartera, Luis Fernando Velasco, quien señaló a los gobernadores de estar politizando el tema de la seguridad de cara a las elecciones locales. Terminó su reclamo llamándolos: “¡Hipócritas!”

Fue un rifirrafe en el que terminó interviniendo el presidente Petro, pidiendo que no se metieran en los nombramientos de su gobierno, y en donde el ministro Velazco al final puso un tono conciliador para calmar los ánimos.

¿Pero, será que si hay un ánimo politiquero de los gobernadores al reclamar más acción de las autoridades en seguridad de cara a las elecciones de octubre?

La cosa no pinta bien en diferentes territorios, y las poblaciones están desesperadas.

Un reciente informe del defensor del pueblo habla de 380 municipios en riesgo electoral, la policía nacional identifica 17 municipios en alto riesgo y 74 en riesgo medio. 

Pero, además, hay un plan pistola en el Cauca, Nariño y Norte del Santander por parte de las disidencias de las Farc y, para finalizar, la Misión de Observación Electoral (MOE) alerta sobre las elecciones más violentas de los últimos años, con 245 hechos violentos hasta el momento.

Incluso, en ciudades como Barranquilla hay panfletos amenazantes hacia diferentes candidatos, que les impiden entrar a barrios con alta conflictividad en el territorio. Complejo que no haya control territorial gubernamental en una de las grandes capitales de Colombia.

Es un tema que no se puede tomar a la ligera, y menos subestimarlo, como hizo Velasco al responder desairadamente a los gobernadores. Las estructuras criminales crecieron sin control durante los cuatro años de Duque y el gobierno del cambio tiene que detener su expansión.

Pero, tampoco hay que darle rienda suelta al populismo de la seguridad desde lo local, que es donde veo el riesgo del vacío del liderazgo del gobierno nacional, que, en medio de la “paz total”, da un paso para adelante y dos para atrás (Fundación ideas para la paz)

Ya comenzaron las propuestas “estilo Bukele” en campaña. Es un camino peligroso que genera falsas expectativas y promueve discursos autoritarios.

En Bogotá hay un exdirector de la policía aspirando a la alcaldía, y en otras ciudades los discursos simplistas y arbitrarios empiezan a sentirse.

En Barranquilla, por ejemplo, el “candidato único” Alex Char vuelve a sacar su vieja confiable de “llevar el ejército a las calles” (lo cual nunca hizo), ahora maquillada por traer cuerpos especializados de la policía contra el delito.

¿Dónde estuvo Alex cuando se crecieron los delitos en la ciudad durante los últimos 16 años? ¿Todo es culpa de Elsita y Pumarejo? ¿En sus alcaldías (Alex 1 y Alex 2) vivimos “un remanso de paz”?

¿Será que Alex Tercero si puede con un reto con el que no han podido las sucesivas administraciones de Cambio Radical desde 2008?

¿Será que la gente (votantes) si le cree después de 16 años de desatender la seguridad por andar pendiente de hacer negocios con los recursos públicos y de sus rollos personales?

La seguridad es un tema muy serio para responder con el simplismo de aumentar el pie de fuerza desatando una guerra en las ciudades, como ocurrió en México.

La respuesta debe ser Integral y suscitar una discusión púbica que vaya más allá de rasgarse las vestiduras frente a los votantes. Tampoco con la simpleza de gastar más recursos en tecnología y dotación, algo que ya se ha implementado y no ha dado resultados.

A partir de un análisis, desde la Fundación Foro Costa Atlántica identificamos cuatro enfoques fundamentales para atender la crisis de seguridad: una mayor gobernanza que involucre municipios de las áreas metropolitanas, un liderazgo consistente que permita dirigir la seguridad, más información sobre el delito y más recursos para fortalecer la presencia estatal.

También tres posibles salidas claves con un enfoque estratégico: presencia estatal integral que mejore la infraestructura de la policía y fortalezca una política social para los jóvenes y sus familias, fortalecer la persecución y judicialización del delito con más investigadores y mejores centros de reclusión y, finalmente, mejorar la confianza ciudadana en la fuerza pública con acciones no represivas en el territorio y la atención diferencial del delito con cuerpos especializados, como la policía de menores.

Este tema de la seguridad debe ser el primero en la agenda pública local, porque ¡la vida es sagrada! Debe ser tomado con seriedad y consistencia por el gobierno nacional y los gobiernos locales. Jugar a la polarización o al populismo con un asunto tan sensible puede salirnos muy caro. 

Es profesor universitario y promotor del desaroollo en temas de fortalecimiento democrático y ciudadanía. Estudió economía en la Universidad del Atlántico y una especialización en cooperación internacional.