Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Las críticas recientes al gobierno por su manejo de la cultura -como las que expone la más reciente de una larga serie de cartas- se han centrado en la interinidad reinante en el Ministerio, en la no ejecución del programa de gobierno en temas culturales, en la visión anquilosada del ministro encargado e incluso en posibles irregularidades como las que señaló el senador David Luna en Twitter.
???????? El problema al interior del Ministerio de Cultura no solamente es que no han nombrado a un Ministro en propiedad, sino que además, podría haber manejos irregulares en la cartera. Aquí mi denuncia ????????
— David Luna (@lunadavid) May 19, 2023
En este contexto algunas personas han llegado a pensar que las inconformidades del sector musical no son tan importantes, o incluso que se han solucionado por el hecho de que Jorge Zorro viene de allí. Nada está más lejos de la realidad.
Lo que ha pasado es que el Ministerio de Cultura está especializándose en montar mecanismos de “participación” especialmente diseñados para hacer oídos sordos a lo que allí se diga. Les ha resultado bien. Hasta ahora ha sido una forma muy efectiva de ponerle conejo al sector de la música y silenciarlo.
En una reunión celebrada el 28 de febrero con representantes del sector musical del país -que se dio como resultado de una carta firmada por más de 2500 personas- se acordó que se realizarían mesas técnicas para la definición de algunos elementos de la política musical y específicamente para la creación del programa “Sonidos para la construcción de paz”.
La idea general era que cada mesa técnica escogiera un representante para conformar una mesa de carácter vinculante. En estas mesas han participado cientos de personas. Hay mesas de bandas, de coros, de educadores musicales, de música académica, de programas universitarios, en fin.
La lista es larga que es imposible conocer el contenido de los debates que allí se han dado. Así como hay variedad de temas también hay variedad de tiempos. Algunas de las mesas siguen trabajando en conversaciones muy sesudas y hasta ahora van a escoger su representante. Otras en cambio, hicieron un trabajo intenso en las primeras semanas y produjeron documentos que fueron entregados al ministerio. En el caso de las bandas los acuerdos parecen haber llegado de una forma relativamente rápida. Pero de ser así, es la excepción a la regla.

Lo cierto es que a hoy en día, de los resultados que se esperaban de todo este proceso solo queda una confusión que parece ser estratégica para los propósitos del ministro encargado: no hay respuesta a documentos que fueron entregados, la mesa vinculante no se ha reunido una sola vez ni se sabe quiénes la van a conformar y en algunos casos se han tomado decisiones abiertamente contrarias a las posiciones mayoritarias de las mesas.
Expongo dos ejemplos. Una de las mesas se titula precisamente “Sonidos para la construcción de paz” y tenía como tarea estructurar el programa homónimo que desde hace tiempo tenía nombre, pero no tenía contenido.
De hecho, hubo una propuesta que circuló hace meses -y que yo comenté ampliamente en otra columna– pero era tan problemática que no pudo seguir adelante. En el momento de iniciar el trabajo de esta mesa técnica, no había entonces ningún documento ni sustentación sobre el contenido del susodicho programa.
El mensaje que se le dio a la mesa por parte del Ministerio fue muy claro: “no hay nada estructurado y lo que ustedes decidan será lo que se haga”. Esto, claro dentro del reconocimiento del carácter vinculante del proceso de participación.
A principios de abril la mesa entregó un documento de doce páginas que contenía una conceptualización sobre la relación entre música, paz y ciudadanía y siete ejes de acción para la política musical, cada uno con objetivos específicos, actividades e indicadores. Un documento sólido, a pesar de la premura con la que lo solicitó el ministerio.
Al día de hoy no hay ninguna respuesta ni ninguna reacción. En lugar de ello sí hay múltiples anuncios de reuniones y actividades en todo el país alrededor de algo llamado programa “Sonidos para la construcción de paz”, que no guarda ninguna relación aparente con lo que se propuso en la mesa técnica.
Uno de dichos anuncios es el que constituye el segundo ejemplo: se trata de la convocatoria para la conformación de un coro nacional, lanzada en los últimos días por la Asociación Nacional de Música Sinfónica. Allí se menciona explícitamente que la convocatoria se hace en el marco de “Sonidos para la construcción de paz”.
Se invita a personas con título profesional o con experiencia en coros profesionales, con conocimientos de dicción en italiano, francés, alemán e inglés para participar en audiciones en las que deben presentar obras de Giordanni, Scarlatti, Caccini, Brahms, Haendel, Mozart, Rossini y Verdi.
Por supuesto, este es un procedimiento perfectamente adecuado para la conformación de un coro lírico, y está muy bien que existan coros líricos en Colombia. Lo que no está bien es que este sea El coro nacional, sobre todo cuando la mesa de coros y prácticas vocales se oponía, en un buen porcentaje, a que hubiera un solo coro centralizado.
En su lugar lo que proponían los miembros de esta mesa era que se construyera una red de prácticas corales con diferentes nodos en los que tuvieran participación expresiones musicales diversas. Es decir, el coro nacional se conformará a pesar y en contra de las recomendaciones de la mesa que se creó para ese efecto.
Muchas personas hemos oído al ministro encargado repetir incansablemente que Colombia es un país diverso y que la política cultural tendrá enfoque diferencial y territorial. Señor ministro: esta convocatoria y su insistencia en tener agrupaciones emblemáticas, centralizadas y de corte de conservatorio son exactamente lo opuesto a una política cultural con enfoque diferencial y territorial. Pero además son exactamente lo opuesto de lo que este gobierno prometió en campaña con respecto a la política cultural.
El sector cultural amplio se está moviendo y se seguirá moviendo. Tendrá que hacerlo si quiere evitar el retroceso de siglos al que nos quieren llevar con esta fatal combinación entre anacronismo, tozudez y falta de liderazgo. Y el presidente tendrá que escuchar. La situación es insostenible.