Si acabáramos con las entelequias de la paz, la elección del candidato que represente mejor nuestra visión de país sería más sencilla. Definido el aspecto económico, nos podríamos enfocar no tanto en el color del gato, sino en su capacidad de cazar ratones (recordando a Deng Xiao Ping). Pero la credibilidad de los gatos es, por cierto, fundamental.

En un interesante esfuerzo periodístico por sintetizar en dos visiones ideológicas las tendencias políticas de la sociedad, un destacado economista propone revisar sus tres dimensiones ( https://www.elespectador.com/opinion/dos-visiones-para-colombia-columna-722803 ). Según esta disquisición, la primera dimensión es la concepción de la sociedad. La segunda dimensión es la economía. La tercera dimensión es la globalización.

Me surgen muchas inquietudes sobre el ejercicio mencionado, entre ellas que dichas dimensiones no son exactas ni independientes. La globalización, por ejemplo, es más un tema de interés económico que de ‘soberanía’, característica ésta de la concepción de la sociedad. Pero, en aras de analizar de manera simplificada para donde se dirige esta Colombia bipolar pos-conflictiva adhiero a este esquema de conceptualización política. Para ello solo me tomo la libertad de denominar ‘cartas políticas’ a las dimensiones propuestas.    

El momento no puede ser más oportuno para hacerlo, cuando el candidato presidencial Germán Vargas Lleras destapó ayer las cartas económicas de su plataforma política. En resumen, los objetivos son ampliamente seductores: crecer al 5 por ciento, reducir la renta al 30 por ciento y crear alivios para pequeños empresarios.

Probablemente las dudas de los electores no se centrarán en la pertinencia de estos objetivos generales, que a mí me parecen bien enfocados. Algo más sensibles, pero ineludible en un candidato serio, son otros puntos que Vargas Lleras tocó. Me refiero a la inevitable discusión sobre la reforma pensional, regalías, y justicia, entre otros aspectos.

El gran punto de discusión electoral, se centrará en cómo lograr esos objetivos económicos. De acuerdo a la visión de país (simplificable como de “derecha” o de “izquierda”), la democracia decidirá si acepta esa propuesta de país. Si nos remitimos al análisis inicialmente mencionado, de las dos visiones de país, nuevamente me parece que la propuesta de Vargas es aglutinante. En particular coincido con este planteamiento amplio del candidato: “se necesita una Colombia en la que hacer empresa y ser formal tenga sentido”.

Un acierto de Vargas, en todo caso, destapar en este momento las cartas económicas de los candidatos, que para la mayoría de colombianos son un enigma. Hasta aquí estábamos demasiado concentrados en mirar las cartas de “concepción de la sociedad”, divididos entre los del “Sí” y los del “No” del plebiscito.  En mi concepto, coincidente con Hernando Gómez Buendía, ese es un análisis que pasa a un segundo plano en el interés de los colombianos.

Si los demás candidatos destaparan sus cartas económicas, podremos encontrar más afinidades en la visión de país de segmentos de centro con Vargas Lleras. Retomemos el supuesto dicotómico de visión de país de Santiago Montenegro. En esta clasificación, con solo dos opciones, probablemente los objetivos económicos de candidatos autodenominados de centro, como Claudia López, Humberto de la Calle o Sergio Fajardo sean compatibles con Vargas. Compatibles al menos en los objetivos económicos. Desde luego tenemos que esperar a que destapen sus cartas.   

Podríamos llevarnos también sorpresas y alguno de estos tres candidatos podría agruparse mejor con la otra “visión” de Colombia. En ese caso podría uno presumir que candidatos como Clara López, Robledo y Petro presenten cartas opuestas, o ‘anti-establecimiento’, a aquellas consideradas de ‘derecha’. Y en este grupo estaría entonces bien identificado o no, en sus cartas económicas, alguno de los candidatos hoy considerados de ‘centro’.

Mirado desde el punto de vista normativo de la mecánica electoral, el tema propuesto de las dos visiones de Colombia es asertivo con las perspectivas electorales. Dicha normatividad, y las encuestas que hasta aquí conocemos, nos llevarían a escoger para segunda vuelta solo a dos propuestas políticas. 

En todo caso, de los tres grupos de cartas que revelarían la visión política (rememorando: concepción de la sociedad, economía y globalización), prima el económico. El tema económico terminará determinando la concepción social integradora-reconciliadora  o divisionista. Y también, por prioridades económicas más que políticas, aprobaremos o no el aspecto globalizador de estas visiones, tal como la China “comunista” de Xi Jingpin. Xi Jinpin, sigue el legado pragmático de Deng Xiao Ping, cuyo pensamiento se puede resumir en una frase: “No importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratones”.  

Si acabáramos con las entelequias de la “premisa social”, la elección del candidato que represente mejor nuestra visión de país sería más sencilla. Definido el aspecto económico, nos podríamos enfocar no tanto en el color del gato, sino en su capacidad de cazar ratones tan espantosos como la corrupción. La credibilidad de los gatos, es por cierto fundamental, y se tendrá que discernir en medio de una peste de noticias falsas.  

Y al hablar de acabar con distractoras entelequias traigo a colación la preocupación de un reconocido intelectual, Francis Fukuyama, sobre las prioridades políticas de Colombia. “Lo más urgente, para mí, es acabar con esa polarización porque en otros aspectos Colombia va bien: tiene una economía estable y es uno de los países con mejor desempeño en América Latina” –dice el reconocido autor de El Fin de la Historia en reciente entrevista de Rodrigo Pardo ( http://www.semana.com/mundo/articulo/francis-fukuyama-analiza-la-vigencia-de-su-teoria-sobre-el-fin-de-la-historia/547251 ).

Es consejero del Sena, periodista y ejecutivo gremial. Estudió derecho en la Universidad de Nariño y alta gerencia en la Pontificia Universidad Javeriana.