Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
A Israel se le acaba el tiempo para las negociaciones, los días prosiguen y la ofensiva es cada vez más violenta. Hace unas noches, el presidente francés Emmanuel Macron exigió al gobierno de Israel que detenga la ejecución de mujeres y niños en Gaza.
36 hospitales en la Franja están de rodillas, sin posibilidad de erogar ningún servicio. La ONG Médicos Sin Fronteras evacua su personal y la Media Luna Roja declara que el hospital Al-Shifa, el más importante de Gaza, no puede seguir funcionando debido al bombardeo y asedio de francotiradores israelíes.
En medio de todo esto, el gobierno de un pueblo como Israel, que 78 años atrás quedó diezmado por el holocausto, es hoy considerado por una gran parte de la población europea, por expertos, académicos y funcionarios (entre ellos Guterres) como los ejecutores de un genocidio sobre la población palestina.
Una situación que no escatima actitudes provocadoras ante el Consejo de la ONU de su embajador Gilad Erdan, quien después de ponerse la estrella de David, sale acusando a la misma ONU, a la OMS (Organización Mundial de la Salud) y al alto comisariato de los Derechos Humanos de ser cómplices de Palestina.
Y no deja de extrañar que, cada vez que les parece, los ministros de Netanyahu desmienten a su primer ministro, como apenas sucedió el jueves en la tarde cuando el portavoz del ejército Israelí, Daniel Hagari, anunció un cese al fuego. Pero no definitivo, por supuesto. Netanyahu había acordado con el gobierno Biden 4 horas al día de cese, que parecen ya haberse volatilizado.
A propósito, la brigada Al-Quds de Hamás anunció la noche del jueves la liberación de otros dos rehenes, una mujer de 77 años con alergias respiratorias letales y un niño de 13 años, ambos secuestrados en un Kibutz, a cambio de la liberación de prisioneros palestinos. Hoy se negó que el gobierno israelí pretenda negociar.
En este conflicto cada semana hay noticias yuxtapuestas, mientras liberan a una o dos personas secuestradas, las bajas y la destrucción de unidades habitacionales aumenta, y los servicios hospitalarios en Gaza disminuyen. Esto sin contar el incremento del 20 por ciento de la pobreza, según le dijo el Programa para el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas (Undp) a CNN.
Es un escenario desesperanzador en el que papel de Netanyahu es clave. Toma decisiones y luego sale uno de sus ministros a hacerle contrapeso en las redes, como sucedió con el cese al fuego por horas.
Y tampoco se pueden olvidar a los manifestantes que se presentaron en la puerta de su casa para enfrentarlo y exigirle respuestas. Todo esto ocurrió cuando su gobierno anunció haber conquistado un fortín de Hamás en el norte de Israel.
Pero si hay algo de diáfano en toda esta guerra, sería la deficiente gestión del gobierno de Netanyahu, quien, en la noche del domingo 29 de octubre, hizo una referencia bíblica en su discurso a la nación para justificar la irrupción nocturna y la violencia aplastante.
Una ofensiva que hasta hoy deja 10.700 muertos palestinos, según el Ministerio de la Sanidad de Palestina radicado en Ramallah, Cisjordania. Además, es probable que después de que esto acabe Netanyahu no regrese a la escena política.
Su programa consiste en arrasar militarmente Gaza, rescatar los rehenes hebreos, desocupar la población palestina y… ¿Destruir al grupo terrorista Hamás? Una falacia que ni el mismo se cree, dado que Hamás no es lo único que se ve en la Franja.
¿Qué podría suceder? Muy probablemente que Israel pierda credibilidad por los crímenes de lesa humanidad cometidos por su ejército. Además de provocar una ola de antisemitismo, que ya comenzó a esparcirse en varios países de Europa.
Así lo ven los analistas políticos entrevistados por medios como Al Jazeera, CNN y canales públicos y privados de Europa, quienes señalan como “demente” y “a la ciega” la estrategia de ataque de Israel.
Según las declaraciones de Lucio Caracciolo, periodista italiano, experto en geopolítica y fundador de la revista Limes: “Israel ha caído en la trampa de Hamás con mucha facilidad, si aseguran que sus dos objetivos son liberar a los rehenes y ganar la guerra, esto es contraproducente”.
Esa respuesta fue sustentada por Davide Mancini, exagente secreto del gobierno italiano en Medio Oriente, que explica la complejidad de las numerosas milicias dentro de Hamás (que son 120), la estructura de 8 pisos de corredores en forma de dédalo debajo de Gaza y el poder que sostiene el ala militar (no el ala política del grupo palestino) en esta guerra.
Es algo francamente preocupante, y que justifica la ferocidad de la defensa de Hamás, hasta hace poco desconocida, al parecer, hasta por el mismo Netanyahu.
¿Qué sucede en Gaza?
El clima es siempre de alerta máxima, no hay agua ni luz, los hospitales están siendo bombardeados y los depósitos de comida saqueados. El personal médico local y los voluntarios internacionales aseguran que no pueden operar o intervenir, pues les hacen falta elementos indispensables para cirugías y tratamientos.
Los camiones con ayuda humanitaria no han podido entrar completamente en territorio palestino, y lo que podrían proveer en términos de alimentos y medicinas es insuficiente. La OMS declara catástrofe sanitaria en Gaza y los desplazados, 14 mil en Gaza City, se refugian en las propiedades sanitarias por falta de vivienda.
Ciertamente, el pueblo palestino está acostumbrado a sobrevivir en la precariedad, sin agua potable durante algunos días al mes, con la convicción de no poder trabajar o ejercer sus profesiones universitarias, y recibiendo ataques, invasiones y el encarcelamiento de sus menores.
Pero la escalada militar de Israel vulnera cualquier tipo de convención humanitaria en momentos de guerra, así como lo ha declarado el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
En materia de garantía de derechos, la población israelí tiene derechos que la población palestina no tiene. Según Luigi Daniele, profesor Derechos Humanos en la Universidad de Nottingham, se les han violado 3 derechos fundamentales a los palestinos: a los tratamientos médicos, a la alimentación, y al pasaje rápido de las ayudas humanitarias.
Los antecedentes pesan
Desde hace 16 años, Israel ha provocado el colapso de la economía de Gaza al limitar las importaciones y casi todas las exportaciones a través del bloqueo con Egipto. El Banco Mundial reportaba tasas de desempleo del 40% antes de la Guerra, y según la ONU más del 65% de los palestinos vivían ya bajo el umbral de la pobreza.
Human Rights Watch definió la franja como “la prisión a cielo abierto más grande del mundo”, donde los jóvenes no tienen futuro, y antes de la guerra más de la mitad ya había perdido la esperanza de emigrar a otros países del medio oriente o Europa. Los palestinos se acostumbraron a sobrevivir confinados en Gaza.
Y son esos jóvenes, nacidos después de la muerte de Yasser Arafat (líder de la Organización para la Liberación de Palestina), los que sostienen a Hamás, pues la ven como su única posibilidad de tener un futuro.
La respuesta ante la denominada “Autoridad Palestina,” encabezada por el líder Abu Massen, un anciano político residente en Cisjordania que representa el partido político tradicional, es incapaz de llevar a un puerto seguro a esa generación crecida bajo el asedio militar israelí, el estrés postraumático y la propaganda política de Hamás. ¡Pero Palestina no es Hamás!
La pregunta por hacerse sería: ¿en qué grado el pueblo palestino no sostiene a Hamás y a sus brigadas? Los analistas italianos estiman que un 40% de la ciudadanía no reconoce a esta fuerza terrorista como una figura de representación. No obstante, ese mismo 40% necesita que se libere su territorio, y también condiciones dignas para vivir en un país en el que han sido paulatinamente desalojados y arrinconados.
La visión de la mayor parte de la población europea sobre las condiciones de vida en Gaza se resumen en una sola palabra: “lager”, un vocablo prestado al alemán que significa “almacenamiento” o confinamiento de seres humanos en un mismo territorio. Así definen la franja desde hace años. Según la ONU, el 70 por ciento de la población fallecida en Gaza son mujeres, infantes y ancianos.
En fin, si una buena parte de esta población, actualmente confinada, sobrevive, ¿qué les quedará de la nación Palestina?