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En marzo pasado el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (Ipcc), un organismo de las Naciones Unidas, publicó su sexto informe sobre la situación climática mundial. Aunque en la publicación se resaltan los avances en la tecnología para combatir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), esto no ha sido suficiente para afrontar los impactos del cambio climático y el calentamiento global.
La conclusión más alarmante es que hoy el mundo es 1,1° más caliente que en tiempos preindustriales y el planeta es más caliente de lo que ha sido en 125 años. Básicamente no se está cumpliendo lo establecido en el 2015 en el Acuerdo de París de lograr que la temperatura se quede a finales de siglo por debajo de los 2° y, en la medida de lo posible, por debajo de los 1,5°. El informe advierte que si los actuales planes de los gobiernos continúan así, la temperatura podría aumentar 2,8°.
Vale la pena recordar que este panorama responde a lo que se conoce como crisis climática y no solo abarca el calentamiento del planeta, sino que también las afectaciones en el ciclo del agua, las sequías intensas y duraderas o el derretimiento de los glaciares.
Este contexto de crisis ha sido impulsado por el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas, el carbón, así como la agricultura, la ganadería, entre otras actividades humanas que emiten grandes cantidades de GEI.
Aquí, inevitablemente, el incremento de estos gases se relaciona cada vez más con la dependencia que tenemos a la quema de combustibles fósiles y la producción de energía. El informe del Ipcc detalla que en estos momentos las actividades humanas producen aproximadamente el 79 % de las emisiones globales y esto a partir de la industria, el transporte y las edificaciones; actividades estrechamente relacionadas con los combustibles fósiles.
En esta discusión sobre los compromisos climáticos siempre está sobre la mesa la meta de los gobiernos en reducir paulatinamente el uso de los combustibles fósiles. No obstante, acciones como la del gobierno de Estados Unidos de dar luz verde al proyecto de perforación petrolera en Willow Alaska o la aprobación de China en su ampliación en sus centrales de Carbón, demuestran que no hay voluntad de algunos actores para cumplir esta transformación.
Ante este panorama ¿estamos aún a tiempo de revertir la crisis climática? Aunque estamos en un contexto de inflexión, sí hay soluciones para reducir estos impactos y limitar el calentamiento a 1.5°.
Es verdad que estamos atravesando un punto complejo, pero existen posibilidades desde lo tecnológico y lo político para hacer cambios, lo importante es la voluntad de los gobiernos para actuar bajo la acción climática.
Entre las acciones y voluntades concretas está el de migrar a energías limpias, más que en la última década el costo de energía solar y energía eólica ha tenido una reducción (85 % y 55 % respectivamente), limitar la autorización de nuevas plantas de carbón, cesar toda concesión de licencias o financiación de nuevos proyectos de petróleo y gas, crear planes de transición creíbles, justos, amplios y detallados por parte de las empresas extractivas, entre otras medidas avaladas por el informe del Ipcc.
Estamos atravesando un punto de inflexión para tomar medidas urgentes y más ambiciosas para enfrentar esta situación. Por tal razón, se deben acelerar los esfuerzos para responder a la crisis climática y promover reformas para disminuir el uso de combustibles fósiles; un tema que no es fácil y más en países como Colombia donde el sector extractivo aporta en impuestos, regalías, inversión social entre otros rubros que ayudan al crecimiento de la nación.
Sin embargo, si no actuamos en mitigar e implementar acciones concretas, la temperatura se podría disparar hasta más de 4°C a finales de siglo y el escenario puede ser inimaginable.