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Nos encontramos en un momento importante en nuestra historia. Por fortuna, la conciencia ambiental es cada vez mayor en todo el planeta, y con ella vienen las certezas sobre la importancia de la sostenibilidad y la necesidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
En este contexto, la transición hacia las energías renovables y limpias se ha convertido en una prioridad global. Colombia, un país con abundantes recursos naturales y una economía en crecimiento, se encuentra en una posición privilegiada para aprovechar esta oportunidad y convertirse en un líder mundial en el desarrollo de energías limpias.
Dicho esto, es importante que los esfuerzos para la transición energética ocurran desde distintos escenarios, tanto políticos como empresariales y la sociedad civil. Se trata de construir una narrativa que sitúe al cambio energético como un frente importante para luchar contra el cambio climático, y volverse un ejemplo regional y mundial en este punto. Para esto, unir los sectores privado y público también es una gran oportunidad para multiplicar los resultados positivos tanto a nivel ambiental como económico.
En el escenario local, el actual gobierno de Gustavo Petro le ha dado una gran importancia a la transición energética, priorizando economías descarbonizadas que contribuyan a la lucha contra el cambio climático. De hecho, en abril de este año, Petro expuso ante la Universidad de Stanford la necesidad de la transición como una prioridad para el país y la región.
Este es un camino que el país ya comenzó a recorrer. Según el informe “Panorama de la energía renovable en América Latina y el Caribe 2021” de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés), Colombia se encuentra en el tercer lugar de la región en términos de avances hacia fuentes de energía limpia. Además, en los últimos años, el país ha hecho esfuerzos por diversificar su matriz energética con, por ejemplo, la construcción de la hidroeléctrica más grande del país.
A esto podemos sumar que Colombia ha tenido una gran inversión en energías renovables en los últimos años. De acuerdo con un informe de Climatescope, desde 2021 el país ha recibido al menos 952 millones de dólares en inversiones para el desarrollo de tecnologías de energía no convencionales como la solar o la eólica, lo que supone un máximo histórico.
Según el Departamento de Planeación Nacional, el país pretende que en 2023 se multiplique por 100 la producción de energías limpias a partir de nuevos proyectos. De esta manera se pueden dar grandes pasos para que Colombia priorice la transición energética, con una serie de oportunidades con las que ya cuenta.
Un territorio oportuno para la energía renovable
Colombia cuenta con una gran fortuna para la transición energética por las condiciones de su territorio. Uno de los principales recursos naturales que Colombia tiene a su disposición es el sol. Con un promedio de 1.944 horas de sol al año, el potencial de energía solar en el país es enorme y representa una oportunidad para transicionar hacia este tipo de energías.
Y es que aunque se han realizado avances significativos en la implementación de proyectos solares a gran escala, como en la región de La Guajira, todavía existe un amplio margen para la expansión de la energía solar a nivel residencial, comercial e industrial. Urge la implementación de políticas que fomenten la adopción de paneles solares en los hogares y la generación distribuida, que podría multiplicar la producción energética del país.
Otro recurso natural abundante en Colombia es el viento: las regiones de La Guajira y Santander son particularmente propicias para la generación de energía eólica. Actualmente, el país cuenta con varios parques eólicos en funcionamiento, con lo que la promoción de la inversión en esta área y la implementación de tecnologías eficientes podrían llevar a un aumento significativo en la producción de energía limpia a partir del viento.

Además del sol y el viento, Colombia cuenta con una gran riqueza hídrica. Se estima que el país cuenta con 50 ríos con distintas ramificaciones que pueden utilizarse como una fuente de energía limpia. Esto puede hacer crecer el sector hidroeléctrico colombiano, que es el principal proveedor de energía (no solo renovable) en el país.
De los 18.777 megavatios de capacidad neta de generación de energía que hay en Colombia para 2023, se estima que el 68% proviene de las hidroeléctricas. El 30% corresponde a la energía térmica y el 2% restante a otras fuentes de energía.
No obstante, es importante asegurarse de que los proyectos hidroeléctricos se desarrollen de manera sostenible, minimizando su impacto ambiental y social.
Beneficios a largo plazo (pero a corto plazo también)
La transición hacia las energías renovables no solo tienen beneficios ambientales, sino también económicos, porque la inversión en energías limpias puede generar empleos, hacer crecer las industrias, impulsar la innovación tecnológica y mejorar la competitividad del país.
Esto, además de representar un beneficio para el público general colombiano, también constituye una oportunidad de crecimiento y posicionamiento de industrias y empresas, por lo que es un atractivo para inversionistas y actores del sector privado.
Además, al reducir la dependencia de los combustibles fósiles, Colombia estaría menos expuesta a la volatilidad de los precios internacionales del petróleo y el gas, lo que contribuiría a la estabilidad económica.
Es fundamental, entonces, que el gobierno colombiano continúe promoviendo políticas y regulaciones favorables para el desarrollo de las energías renovables, y que el sector privado movilice aún más inversión. Esto implica la implementación de incentivos fiscales y financieros, y la promoción de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías en el sector.
Así se pueden amalgamar los intereses del público general con el del empresariado, fomentando la transición y el ahorro energético, desde los currículos de los colegios y universidades hasta las mesas de decisión de las organizaciones empresariales.
Transicionar implica tanto a las empresas como a la gente en general, por lo que debe existir un esfuerzo para alinear a ambos actores desde la educación y la concientización.
Esta transición hacia las energías renovables no solo es fundamental para la protección del medio ambiente, sino que también ofrece un gran potencial para generar empleo, fortalecer la economía y mejorar la calidad de vida de los colombianos. Sin embargo, para lograrlo plenamente, es de vital importancia que todas las partes interesadas se unan en un esfuerzo colaborativo.
Es responsabilidad tanto del gobierno, como de las empresas y la sociedad en su conjunto, trabajar de la mano, fomentando la participación activa de las comunidades y diseñando proyectos que satisfagan sus necesidades específicas. Solo mediante una acción conjunta y enfocada podremos aprovechar plenamente esta oportunidad y construir un futuro energético sostenible para Colombia.