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La energía hidroeléctrica no es completamente “limpia”, a pesar de su baja emisión de gases de efecto invernadero. El caso Hidroituango es una oportunidad para repensar.

La energía hidroeléctrica es una fuente renovable que aprovecha la energía del agua para producir electricidad. Tiene menos emisiones de gases con efecto invernadero, comparada con otras fuentes de energía. Dado que un 70 por ciento de la energía de Colombia se genera en hidroeléctricas, somos uno de los países donde se emiten menos gases de efecto invernadero.

Sin embargo, la energía hidroeléctrica no es completamente “limpia”, pues actualmente no considera adecuadamente todos sus impactos ambientales y sociales, en especial sobre los cuerpos de agua. Por tanto, el sector hidroeléctrico aún puede incluir consideraciones más sostenibles para el desarrollo del país.

Hemos observado cómo se deteriora la salud de los ríos alrededor del mundo y cómo se han perdido los múltiples beneficios que los humanos recibimos de estos ecosistemas, unos de los más productivos del planeta. En otras palabras, hemos tomado decisiones con las que hemos perdido el verdadero valor de los ríos.

En el reporte de The Nature Conservancy (TNC) de 2015 sobre el poder de los ríos, mostramos que es posible planificar mejor el sector hidroeléctrico, minimizando algunos de los riesgos ambientales y sociales del desarrollo hidroeléctrico en las grandes cuencas del mundo, y evitando impactos en más de 100 mil kilómetros de ríos mediante una planificación a escala de todo el sistema. En el reporte de 2017, sobre el caso de negocio, demostramos que la planificación temprana no solo es una buena idea para evitar y minimizar impactos ambientales y sociales, sino que también es una buena idea para el sector, generando beneficios económicos y financieros.

En Colombia, y específicamente en la cuenca de los ríos Magdalena y Cauca, TNC ha venido implementando esta estrategia con autoridades ambientales y otros actores (públicos y privados) en los últimos años,  y ha sido uno de los casos de estudio de la estrategia global de TNC para la conservación de los principales ríos del mundo. Como parte de este trabajo, en la revista Hydrology and Earth System Sciences publicamos junto a otros colaboradores un artículo científico sobre los impactos del desarrollo hidroeléctrico a escala de cuenca en mayo de 2018.

En él se presenta una aproximación integral para entender los impactos del desarrollo hidroeléctrico a nivel del sistema de la macrocuenca del Magdalena, incluyendo aspectos fundamentales para mantener la salud de sus ríos y sus valores ambientales y sociales.

Esta aproximación plantea una visión estratégica e integral del desarrollo hidroeléctrico en la macrocuenca, que pasa de una planeación y evaluación “proyecto a proyecto” a una visión de sistema en la que se consideran las escalas espaciales y temporales adecuadas. Además, considera los impactos acumulados sobre algunos de los aspectos más importantes que debemos mantener en los ríos para asegurar su salud:

  • La conectividad longitudinal de las redes fluviales que conectan las partes altas y bajas de las cuencas, así como la conectividad lateral entre los ríos y sus planicies de inundación.

  • El régimen hidrológico, el principal factor que define los ecosistemas de agua dulce y que determina la vida asociada a ellos.

  • El transporte de sedimentos por los ríos, relacionado con el transporte de nutrientes provenientes de diversas partes de la cuenca y que son los responsables de la alta productividad de la parte baja de la cuenca.

Estos aspectos son fundamentales para mantener vivos y saludables nuestros sistemas, incluido uno tan importante como la depresión Momposina, donde se produce la mayor parte de la actividad pesquera de la cuenca. Este recurso pesquero provee sustento y alimentación a más de 135.000 familias de pescadores y también puede estar en riesgo con un desarrollo hidroeléctrico no planificado.

La conectividad de la red fluvial, el régimen hidrológico y la dinámica de sedimentos son requisitos indispensables para mantener nuestra biodiversidad. Por ejemplo, peces como el bagre rayado y el bocachico del Magdalena, que son peces migratorios y se desplazan por la cuenca para alimentarse, crecer y reproducirse, y que representan la mayor parte del recurso pesquero, pueden aumentar su riesgo de extinción debido a la fragmentación de sus áreas de distribución, por cuenta de la construcción de represas hidroeléctricas.

En la cuenca del Magdalena-Cauca existen actualmente 34 proyectos hidroeléctricos medianos y grandes, incluyendo Hidroituango, que se encuentra en construcción. Esta infraestructura ha fragmentado el 29 por ciento de los ríos principales de la cuenca, reduciendo en un 54 por ciento la conectividad de la red de ríos que se estima podría ser usada por los peces migratorios en sus desplazamientos para reproducirse, así como la disminución del 39 por ciento del transporte de sedimentos hacia la depresión Momposina.

Hay cerca de 100 proyectos posibles en la cuenca del Magdalena, por lo que se hace urgente un marco integral de planeación y evaluación que evite y minimice los impactos de los posibles escenarios de desarrollo hidroeléctrico. Entre estos posibles futuros, hay escenarios inaceptables que pueden llegar a disminuir en un 98 por ciento la conectividad de la red de ríos usados por los peces migratorios y la reducción del 80 por ciento de los sedimentos.

Pero también hay escenarios optimistas donde podemos alcanzar la meta de generación sin aumentar considerablemente los impactos actuales. Estos últimos son los escenarios de expansión del sector que le interesaría considerar al país en el marco de un desarrollo sostenible.

En este análisis, el proyecto Hidroituango que actualmente nos tiene a todos tan preocupados hace parte de la línea base. Es decir, lo consideramos como un proyecto que ya existe y por lo tanto está presente en todos los escenarios analizados. Significa que es parte del “estado actual” de la cuenca, en términos de impactos acumulativos por fragmentación de la red fluvial, con la pérdida del 29 por ciento de la conectividad original de la red principal de la macrocuenca, la alteración hidrológica del río Cauca y el atrapamiento de sedimentos del 79 por ciento en este mismo río.

Sin embargo, en las evaluaciones que hemos hecho excluyendo este proyecto de la línea base, el rango de opciones para evitar y disminuir impactos acumulativos en la cuenca es mucho mayor. Por eso en este momento cobra más importancia demostrar el potencial de este tipo de análisis.

El país cuenta con herramientas e información que hemos puesto a disposición de múltiples actores para tomar mejores decisiones en la cuenca del Magdalena-Cauca. El principio de esta propuesta es la implementación del concepto de “jerarquía de la mitigación”, que debe incluir, como primera instancia, una planificación orientada a evitar y minimizar los riesgos ambientales y sociales, y, por último, un esquema de compensaciones por los impactos que no pudieron ser evitados o minimizados.

El mejor escenario de desarrollo sostenible, es decir, el que genera mayores beneficios sociales, económicos y ambientales, se obtiene cuando estamos más temprano en las decisiones sobre el desarrollo de una cuenca. Me explico: cuanto menos esté desarrollada una cuenca y planifiquemos su desarrollo desde etapas tempranas, más sostenibles podemos llegar a ser, porque podremos evaluar los beneficios y desventajas de cualquier decisión desde el inicio. En últimas, al planificar de manera temprana hay un mayor rango de posibilidades y podemos escoger mejor.

Desafortunadamente, en cuencas como la del Magdalena-Cauca debemos coexistir con nuestros errores del pasado. Pero nunca es tarde y podemos revertir algunas de estas malas decisiones y, con seguridad, ahora podemos tomar decisiones mejor informadas. Cada día que pase tendremos mejor información. Lo que no puede pasar es que sigamos tomando las decisiones sin considerar todas las herramientas, capacidades e información con las que ya cuenta el país.

Incluso en cuencas tan desarrolladas y transformadas como la del Magdalena-Cauca tenemos un rango amplio de oportunidades para tomar mejores decisiones, si consideramos los riesgos ambientales y sociales en etapas tempranas de la planificación de proyectos hidroeléctricos. El análisis, con una visión integral y a una escala adecuada, es indispensable para evitar o disminuir riesgos ambientales y sociales en la expansión del sector hidroeléctrico, que de otra forma son subestimados o no son considerados. Con esta aproximación podemos proteger el verdadero poder de los ríos que es nuestro capital natural y evitar impactos no planificados.

Juliana Delgado trabaja en The Nature Conservancy (TNC) desde 2012. Actualmente, es Coordinadora de Ciencias para el programa de Conservación de NASCA (Norte de los Andes y Sur de Centro América). Fue Coordinadora de la Estrategia de Conservación de Infraestructura para el mismo programa, que incluye...