Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El poliéster, patentado por DuPont a mediados del siglo pasado, logró su gran debut en la moda en los años 70, logrando una verdadera revolución.
Hoy, representa el 80% de las fibras sintéticas, con una producción anual de unas 61 millones de toneladas, afirma Textile Exchange, logrando superar al algodón desde el 2002.
Parte del fenómeno de la moda rápida se debe a las telas sintéticas: más económicas frente a las naturales y de más rápida producción, creando una industria centrada en el consumo excesivo, sobreproducción y combustibles fósiles. McKinsey calcula que, en las últimas dos décadas, la venta de vestuario ha crecido más rápido frente a la población mundial o al PIB global.
La moda: adicta a los combustibles fósiles
¿Por qué debería preocuparnos el uso de textiles sintéticos? Synthetics Anonymous afirma que la producción de fibras sintéticas representa el 1,35% del consumo global de petróleo.
Si la industria continua por este camino, para 2050 la Ellen MacArthur Foundation estima una demanda de más del 26% del presupuesto de carbono. Esto está asociado a un calentamiento global de dos grados Celsius, cuando el Acuerdo de París lo limita a 1,5.
Con la crisis climática, el sector moda se ha visto obligado a buscar nuevas fuentes de materia prima con una menor huella ambiental para fibras como poliéster y nylon. Los avances tecnológicos de reciclaje plástico han permitido crear estas fibras a partir de productos posconsumo como botellas PET y mallas de pescar. Para muchas marcas es su principal (y a veces única) estrategia de sostenibilidad.
Y es que la producción de PET reciclado (rPET) emite un 79% menos emisiones de carbono frente a materiales vírgenes. Common Objective y la Federal Office for the Environment de Suiza afirman que este requiere 59% menos energía, y, según Wrap, reduce las emisiones en un 32%.
Entonces, ¿dónde está el problema ambiental?
Contaminación química
Varias fábricas productoras de poliéster, debido a las bajas exigencias ambientales en algunos países, no cuentan con un sistema de tratamiento de aguas residuales, vierten antimonio, cobalto, sales de manganeso, bromuro de sodio y oxido de titanio en fuentes de agua.
A esto se le suma que el rPET no logra un color homogéneo, exigiendo mayor cantidad de agua y colorantes químicos (dentro de los cuales pueden encontrarse Pfas).
Microfibras plásticas
Todas las fibras liberan microfibras. En el caso de las sintéticas al ser plásticas, por lo tanto, no biodegradables, pueden persistir en los ecosistemas por más de 200 años, a diferencia de las naturales, degradables en un 100% en un tiempo estimado de 30 días.
Galway-Mayo Institute of Technology en Irlanda encontró que las fibras sintéticas son responsables del 35% de la polución marina, mientras, otra investigación en Florida, Estados Unidos, detectó que el 34,8% de la polución de microplásticos en sus costas son el resultado del lavado de textiles sintéticos.

¿Qué significa esto? Estas microfibras plásticas a base de petróleo y químicos están presentes en nuestra cadena alimenticia, por ende, en nuestro cuerpo. En algunos casos, pueden generar infecciones gastrointestinales, daños en los órganos, disminución en el sistema reproductivo, deterioro en la inmunidad y disrupción endocrina.
El doctor Antonio Ragusa del departamento de Ginecología del Hospital San Giovanni en Italia, halló micropartículas plásticas en la placenta de mujeres embarazadas y en la leche materna. Las consecuencias para el desarrollo del feto o recién nacido aún son desconocidas, pero el doctor Ragusa prevé posibles problemas respiratorios, entre otros.
¿El rPET es circular?
Cuando hablamos de circularidad entendemos la necesidad de mantener los materiales y productos en constante circulación para que nunca se conviertan en desechos. Para esto, se aplican R como reparar, reutilizar, remanufacturar y finalmente reciclar. Las prendas a base de fibras sintéticas solo cumplen con tres de estas 4R.
Es uno de los principales obstáculos en el reciclaje son las mezclas de fibras. Las actuales tecnologías de reciclaje textil no permiten a escala separar fibras como algodón y poliéster, y cuando estas contienen elastano o más fibras, el reciclaje textil a textil se hace imposible. Y, en textiles 100% poliéster el reciclaje mecánico o químico continúa siendo limitado.
A diferencia de las botellas PET donde un reciclaje continuo si es posible. Pero la demanda de textiles fabricados a partir de botellas PET ha puesto en aprieto al sector bebidas y alimentos. En el 2016, Textile Exchange estimó que 2,9 mil millones de botellas plásticas fueron destinadas a la producción de textiles, y Oecotextiles afirma que un 60% del PET es destinado al sector moda, mientras solo un 30% para botellas. El resultado es que el para la producción de botellas se debe recurrir a la extracción de combustibles fósiles.
Apostándole a la circularidad
Aunque existen avances en el desarrollo de textiles sostenibles para sustituir las fibras sintéticas, estos se encuentran aún en fase piloto. Pese a las dificultades, marcas deportivas como Adidas y Patagonia le apuestan a una economía circular por medio de la investigación, innovación y desarrollo.
El proyecto Made to be Remade de Adidas busca cerrar el ciclo de sus productos posconsumo transformándolos en materia prima para la fabricación de nuevas referencias.
Mientras Patagonia, en alianza con Ocean Wise’s Plastic Lab, investiga cómo evitar la liberación de microfibras plásticas, en su interés por soluciones basadas en la ciencia.
Estos estudios le han permitido a Patagonia identificar variaciones en la liberación de microfibras en diferentes tipos de tejido y una investigación de Common Objective encontró que el poliéster libera seis veces más cantidad de microfibras comparado con el nylon.
Pero dejar esta dependencia de combustibles fósiles no es solo responsabilidad de las empresas, es también de nosotros como sociedad. ¿Cómo? Preguntando, educándonos y exigiendo mayor transparencia sobre los impactos ambientales de las prendas que adquirimos. Necesitamos una cultura circular.