Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El común denominador entre la guerrilla del ELN y la empresa MINESA es que ambos grupos son buscadores de rentas del sector extractivo y, a su manera, generan daños ambientales y costes sociales.
El pasado 13 de Abril la guerrilla del ELN cometió uno de sus peores actos en contra de la naturaleza y de la ciudadanía. Ese violento grupo dinamitó tramos del oleoducto Caño Limón-Coveñas, lo que generó un escape de crudo que llegó a las aguas de ríos como Tibú y Tibucito y que, además, arruinó un paraíso natural llamado Pozo Azul. Además dejó más de treinta mil personas damnificadas.
Diez días después se filtró a algunos medios un video en donde se puede constatar una muestra de la estrategia implementada por Minesa para que su proyecto de extracción de oro en el Páramo de Santurbán sea aprobado por el gobierno colombiano y bien juzgado por los medios.
Se destaca una expresiva frase de Santiago Ángel Urdinola (Presidente de la compañía) quien dijo: “Si yo tengo el mundo incendiado, pero en Bogotá sienten que estamos bien, estamos bien. Si los tomadores de decisión se sienten tranquilos, a pesar de yo allá tenga una marcha diaria (…), nos funciona”.
El común denominador entre la violenta y fanática guerrilla del ELN (por lo demás financiada con el turbio dinero de la minería ilegal) y MINESA (una empresa minera de carácter legal y por lo demás respaldada con el cuantioso capital de la compañía árabe Mubadala Investment Company) es que ambos grupos son empresas fraguadas por la vieja pasión de la codicia.
A su manera ambas actúan para obtener cuantiosas rentas económicas y provechos políticos derivados de su instrumentalización del medio ambiente aunque, en el camino, la naturaleza y los seres humanos que la habitan resulten lastimados.
Maquiavelo en el siglo XXI
Grandes estudiosos de la parte más oscura y cruda de la naturaleza humana han constatado el accionar estratégico de individuos y colectividades. Autores como Shakespeare, Maquiavelo y más recientemente el controvertido economista y estratega militar Thomas Schelling, han mostrado que muchos seres humanos actúan estratégicamente y que, sin ambages, las estrategias predominantes del humano son la mentira y la violencia.
Uno de los atributos de Nicolás Maquiavelo es que él mostró el arte de administrar y de dosificar las dosis de engaño y de destrucción que generan injusticias. Para Maquiavelo habría que dar el garrote de una vez y al contado, en tanto que la zanahoria habría que darla gota a gota:
“Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores se deben hacer poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor. Los hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban iba a causarles mal, se sienten más obligados con quien ha resultado ser su benefactor, el pueblo le cobra así un afecto mayor que si hubiera sido conducido al Principado con su apoyo.”
Dos maneras de propiciar la muerte
La famosa novela titulada Muerte a crédito del escritor francés Louis-Ferdinand Céline y una más burda y técnica reflexión de los economistas Gordon Tullock y Richard Mackenzie en su texto La nueva frontera de la economía, permiten constatar que existen dos formas de morir (o de matar).
Existe una muerte al contado, en donde sucede que todos los componentes de un organismo dejan de funcionar al mismo tiempo y toda su vida acaba como por obra de una explosión o de un trauma total. Existe una muerte a crédito o a cuotas, cuando los componentes de un organismo se degeneran, se desgastan y se deprecian de una manera diferencial y gradual. La muerte al contado es trágica y puede ser un espectáculo horrendo; la muerte a crédito es lenta y casi imperceptible, la tragedia se percibe en la última frase del último acto.
El ELN o la muerte al contado
El ELN se presenta con un convincente discurso de cristianismo y de revolución, con una hermosa utopía que recoge a Cristo y a Marx. Con historia de controvertidos héroes y mártires como el malogrado cura Camilo Torres.
Sus preferencias reveladas en cuanto a instrumentalización de seres humanos y daños a la naturaleza contrastan con el discurso romántico y con las pocas buenas obras que ha podido generar el trabajo social e ideológico de algunos de sus militantes. Sus malos frutos se pueden constatar en los cientos de víctimas por minas quiebra-patas y por sus múltiples voladuras de oleoductos que han ocasionado graves daños ambientales.
El ELN ha querido aparecer como un grupo opuesto a la extracción de combustibles fósiles pero a punta de volar oleoductos y dañar la naturaleza ha obtenido grandes rentas pecuniarias (producto de la extorsión y el terror armado) y, además, las ventajas políticas de su presencia en territorios con petróleo. La quema de crudo por parte de esta guerrilla es tan o más trágica que la extracción y combustión de combustibles fósiles por parte de las grandes negociantes y agentes contaminantes.
Minesa o la muerte a crédito
La empresa Minesa se presenta como una entidad que genera empleo y fomenta la prosperidad para los municipios bajo su influencia y, además, que financia algunos bienes y servicios de interés colectivo. Sus estrategas subrayan el carácter legal de su minería y también el uso de tecnologías para hacer minería bien hecha (menos perjudicial para el medio ambiente).
Las preferencias reveladas de Minesa se reflejan en su non sancta obra y en fragmentos discursivos que se puedan filtrar a los medios.
Pese a que, estratégicamente, Minesa hubiese sido bautizada como una sociedad minera de Santander, es una empresa de economía extractiva, es decir, está dedicada a extraer (sustraer) un recurso mineral de unos municipios santandereanos, venderlo en el mercado externo y apropiarse de las rentas extraordinarias que deja la minería; a pesar de que, estratégicamente, pretenda plantear que su proyecto es de “producción”, en realidad, es de extracción o substracción de un recurso natural y no renovable.
En su portal hace énfasis en los beneficios que dejarían casi un cuarto de siglo de extracción de 9 millones de onzas de oro. Algunos costos son la remoción de 67 millones de toneladas de tierra haciendo uso de 35.000 toneladas de explosivos.
Los usos banales del oro
El antropólogo David Graeber, en su reciente libro Trabajos de mierda, ha mostrado que el sector financiero y muchas empresas del llamado sector servicios han pretendido ocultar la cruda realidad de que son generadoras de “trabajos de mierda” (o empleos inútiles): son cientos de miles de empleos en donde la gente gana unos honorarios sin producir un valor agregado y, a veces, sin tan siquiera asistir al supuesto sitio de trabajo.
Por uso estratégico de los argumentos las compañías que, como Minesa, extraen oro, se niegan a mostrar lo inútil y banal de su “producción”. Un vistazo a las cifras del World Gold Council , permite constatar que la demanda mundial de oro, para el año 2018, tenía los siguientes destinos: joyería con 2.200 o.t., inversión (especulativa) con 1.159 o.t., bancos centrales y otras entidades públicas con 651,5 o.t., y usos tecnológicos con 334.6 o.t.
En realidad, el oro que se extrae de las entrañas de la tierra, con grandes costes ambientales y sociales, está consagrado para saciar las más bajas y oscuras pasiones humanas: algunos, avaros, lo usan por motivo especulación (y lo compran y guardan escondido en forma de lingotes) pues desde los años setentas, cuando el Presidente estadounidense Nixon instauró el dinero fiduciario, el precio del oro se disparó y continúa creciente, además el oro no está sometido a la excesiva fluctuación y volatilidad de las monedas (sujetas a vaivenes políticos) como el Dólar y el Euro; otros, vanidosos, usan el oro como símbolo de emulación pecuniaria y lo portan en diversas joyas; y los jerarcas religiosos (con mentalidad más mafiosa que padiosa) lo usan por motivos ceremoniales, para mostrar suntuosas iglesias con muros, altares y diversos fetiches forrados y amasados con oro y otros minerales preciosos. No sin razón algunos literatos han sugerido que el oro es una especie de excremento del diablo.