En 2015 el mundo conoció un reloj que no medía el tiempo de forma progresiva sino regresiva: el reloj del clima, instalado en la Union Square de Nueva York, se creó para anunciarnos -según cálculos de científicos y expertos- cuánto tiempo nos queda para salvarnos de los estragos del cambio climático. Este es uno de los tantos llamados que hacen organismos internacionales para tomar acción y empoderarnos sobre el rol que tenemos cada uno en la protección del planeta.

Son muchos los métodos que se han planteado para mitigar las consecuencias de nuestro consumo lineal; solo en 2019 este tipo de prácticas generó la extracción y procesamiento de más de 92.000 millones de toneladas de materiales, según el Foro Económico Mundial, contribuyendo a cerca de la mitad de las emisiones globales de CO2. Y es justamente esa forma de consumo la que hoy nos pasa factura.

Hace tan solo unas semanas participé en una cumbre de sostenibilidad en Bogotá, en la que actores de todos los sectores económicos llevaron valiosas propuestas, destacaron las acciones que adelantan para contribuir a la protección del medioambiente y reiteraron sus compromisos para reducir la huella de carbono de sus organizaciones. Pero ¿cuál es la clave? ¿qué hacer para que ese reloj climático reduzca su marcha? ¿cómo ganar tiempo y cómo involucrar a la sociedad en su conjunto?

Es evidente que el consumo lineal se ha convertido en una práctica insostenible y que hoy las actividades relacionadas con la economía circular representan no solo una necesidad, sino que tienen un gran potencial. De hecho, el Circularity Gap Report 2021 estima que la economía circular podría reducir la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en un 39 % y, según The Economist , estas prácticas generarían ahorros anuales potenciales de cerca de 700.000 millones de dólares, además de dinamizar el mercado laboral, teniendo en cuenta que se podrían crear alrededor de 3,9 millones de empleos directos.

Pero para lograr un impacto real, es fundamental la articulación de todos los actores sociales. Como lo dice Naomi Klein en su libro En llamas: Un (enardecido) argumento a favor del Green New Deal, “solo podemos hacer frente a este tremendo reto (el cambio climático) juntos, como parte de un movimiento global masivo y organizado”. Por eso, desde esta perspectiva, por su poder de convocatoria, capacidades y magnitud potencial de su impacto, las empresas del sector público y privado son las llamadas a liderar esta transformación.

Ahora bien, ¿cómo hacerlo? Son muchas las discusiones que se han dado recientemente alrededor de la sostenibilidad, y particularmente los criterios ESG sobre los cuales considero que en lugar de descartar los temas sociales y de gobernanza -como lo afirmaba un artículo de The Economist recientemente-, es importante trabajar en todos, con especial foco en el factor ambiental y, para ello, desde el punto de vista estratégico para las empresas, es fundamental entender que la economía circular no solo nos permite contribuir a una causa común, como el cuidado del medioambiente; también optimiza costos en términos de materiales, contribuye a la generación de empleos verdes y con ello a la dinamización de la economía para impulsar un círculo virtuoso.

En el caso de Diageo, nuestra experiencia ha sido muy positiva. Venimos trabajando con nuestros aliados, proveedores y empresas dedicadas específicamente a impulsar el reciclaje y transformación de materiales para sumarnos a esta apuesta en la que esperamos llegar a cero desperdicios en nuestra operación y cadena a 2030.

Gracias a ello, tan solo en un año, junto a nuestro aliado Wero y al valioso trabajo de 20 asociaciones de recicladores que agrupan cerca de 210 personas, logramos darle un manejo adecuado a más de 233 toneladas de vidrio, evitando que vayan a los rellenos sanitarios.

Esta es solo una de las muchas experiencias exitosas entre compañías de diferentes sectores en Colombia que han creído en la economía circular como una oportunidad no solo para avanzar en su negocio con una mentalidad de sostenibilidad, sino como una apuesta coherente con sus objetivos de crecimiento.

Beatriz Mejía nació en Cali, Colombia. Es profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, tiene un Master en Política Comparada y un Master Ejecutivo en Administración Pública en la London School and Political Science – LSE. Tiene más de 15 años...