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Estos espacios naturales podrían ser un importante aliado en la difícil tarea de frenar los efectos del cambio climático, pero para que ello sea posible, no pueden seguir siendo parte del sistema de alcantarillado en ciudades y zonas rurales.

El sistema de humedales Altoandinos que posee el Distrito Capital y la Sabana de Bogotá, ofrecen la oportunidad para disminuir los gases de efecto invernadero y mitigar con ello los efectos del cambio climático, pero para que esto sea posible es necesario modificar la lógica como las diferentes administraciones distritales  los han venido manejando.

Humedal de Córdoba ubicado en Bogotá, Colombia.

En la medida en que estos espacios acuáticos ricos en fauna y flora silvestre, continúen siendo parte del sistema de alcantarillado a cielo abierto de la ciudad, manejo que la Empresa de Agua y Alcantarillado de Bogotá no ha corregido desde hace décadas, los humedales seguirán siendo fabricas de gas metano (CH4) y de gas carbónico (CO2), contribuyendo con ello a calentar aún más el ambiente.

La mayoría de los humedales ubicados dentro del perímetro urbano reciben vertimientos de aguas servidas domiciliarias y en algunos casos industriales, durante todo el año, disminuyendo con ello su capacidad de capturar y fijar el CO2 a través de la producción de biomasa.

Es decir, a través de los procesos naturales que realizan las plantas acuáticas para filtrar el agua y la de muchos microorganismos para descomponer la materia orgánica y transformarla proceso que, por el exceso de contaminación que reciben, disminuye su eficiencia al punto de casi desaparecer. La contaminación del agua por materia orgánica, metales pesados, grasas, detergentes, aceites, plásticos, entre otros, agotan el oxígeno disuelto e impiden que los humedales sean verdaderos aliados para combatir el cambio climático.

Toda esta compleja funcionalidad natural, la cual ha sido alterada por décadas de crecimiento desordenado de la ciudad y por inadecuadas decisiones administrativas, se puede comenzar a solucionar, en parte, si la calidad del agua que ingresa a los humedales mejora considerablemente, sin embargo, desde el año 2000 la ciudad ha invertido millones de pesos realizando proyectos que en la mayoría de los humedales no ha corregido este problema fundamental.

En algunos casos, ha empeorado su situación, en otros como el Humedal La Vaca en la Localidad de Kennedy, ha mejorado aspectos ambientales importantes y, en muy pocos casos, se ha hecho lo que corresponde como es el caso del humedal de Córdoba, que cuenta desde el año 2009 con lo que se denomina por parte de los expertos en restauración de ríos y humedales; como caudal ecológico o caudal ambiental, que en términos más sencillos, consistió en traer agua limpia desde los cerros orientales hasta el humedal.

La aparente inexistencia de una guía para hacer lo necesario, no aplica en este caso. Colombia cuenta con una Política Nacional de Humedales desde el año 2002, hecha por el Ministerio de Ambiente y Bogotá tiene la Política Distrital de Humedales desde el año 2007, si sus estrategias, metas y acciones se cumplieran con coherencia la situación sería otra y los humedales, no sólo de Bogotá sino los de otras zonas urbanas y rurales del país, cumplirían mejor una de sus funciones, regular la temperatura del ambiente, por lo tanto, ayudarían a corregir los impactos negativos del cambio climático.

Ha trabajado por la conservación y protección del humedal de Córdoba desde el año de 1998, realizando diversas acciones, entre ellas la coordinación y seguimiento del proceso jurídico de acción popular interpuesto en el año 2000, cuya Concertación, ha llevado a través de su cumplimiento, a...