Río Aguarico, Amazonía Andina, Ecuador ©AnaGuzmán

La Amazonía, la selva tropical más extensa del mundo, es mucho más que su bosque. Todo lo que converge en esta región, sus ríos, sus comunidades y tradiciones, su biodiversidad acuática y terrestre son fundamentales para el balance ecológico y climático regional y global, por ello su conservación y protección es vital.

Transitar por los ríos amazónicos, conocer su gente a lo largo de la cuenca y sumergirnos en su gran biodiversidad es una experiencia magnifica e inolvidable. Me faltan las palabras para describir y expresar la gratitud hacia la naturaleza y las personas que nos recibieron a lo largo de la expedición en busca del bagre dorado.

El bagre dorado, conocido como el dorado o a dourada en Brasil, fue el que definió nuestro recorrido que comenzó en la Amazonía Andina y finalizó en el estuario donde la boca del río Amazonas alcanza el océano Atlántico. El dorado realiza la migración de peces de agua dulce más larga del mundo, viaja 11.600 kilómetros aproximadamente.

Junto a expertos, líderes comunitarios y pescadores realizamos esta primera expedición por la cuenca amazónica. Más de 25 días navegando por diferentes ríos como el Coca, Napo, Aguarico y Curaray en Ecuador; Río Caquetá en Colombia, que cuando pasa a Brasil es llamado Japurá; los ríos Tapajós y otros afluentes en Brasil, que nos condujeron hasta el gran Amazonas. Solo unos pocos si pensamos que son más de 1000 ríos tributarios los que alimentan el río Amazonas.

Nuestra expedición comienza en Ecuador, en Puerto Francisco de Orellana, la ciudad lleva el nombre del expedicionario español que se adentró en estos territorios en busca de El Dorado y por casualidad descubrió el río Amazonas. Navegamos con fuertes lluvias por el Napo, después de un par de horas estábamos frente al parque Yasuní, ubicado entre el río Napo y el Curaray, territorio Waorani y considerado una de las zonas más biodiversas del planeta. Seguimos bajando hasta la frontera con Perú, donde varios pescadores tenían sus redes en el río y esperaban con paciencia el momento de recogerla.

La pesca fue uno de los ejes centrales de nuestro viaje, en Ecuador pudimos acompañar las actividades de pesca en la comunidad Kiwcha Martinica, la comunidad Cofán Sinangoe, las dos ubicadas en las riberas del río Aguarico; y finalmente visitamos la comunidad Waorani Gomataon, en el río Curaray, un torrente de aguas blancas y cristalinas. En estos ríos desova nuestro pez dorado, su larva aún muy pequeña viaja miles de kilómetros con dirección al estuario en Brasil.

Prácticamente hombres, mujeres y niños que viven en las riberas de los ríos amazónicos se dedican a la pesca, con lo que cubren sus necesidades y el excedente lo venden a los mercados locales o intermediarios. Los métodos de pesca artesanal incluyen varillas, anzuelos, líneas de nylon, flechas, arpones, lanzas y atarrayas. La pesca al igual que los movimientos de los peces migratorios, dependen de los caudales del río, que varían a lo largo del año, presentando crecientes y épocas de estiaje, explican los pescadores. 

Alexandra Narváez, lideresa Sinangoe ©AnaGuzmán

La siguiente parada fue en Florencia, Colombia para dirigirnos hacia las comunidades El Quince y Jericó a través del Río Caquetá, que atraviesa por la amazonia de Colombia y Brasil. Los ríos del Amazonas son tan largos y trascienden tantos territorios, que un solo río parece a su vez muchos ríos diferentes. En Colombia nuestro bagre dorado se encuentra principalmente ubicado entre el medio y bajo Caquetá.

Cuando vamos entrando a las comunidades hay que adentrarse por riachuelos y solo es posible hacerlo en pequeños botes de madera; a nuestra llegada los niños con alegría y curiosidad nos dieron el encuentro. Recorrimos las comunidades mientras conversamos con sus líderes y lideresas. El misticismo, la conexión de los miembros de la comunidad con la naturaleza en esta parte del viaje fue impactante; esto se reflejó también en sus rituales. En Colombia la ceremonia del mambe (mezcla de hoja de coca y tabaco) es una de las tradiciones con las que se han identificado milenariamente algunas de las culturas indígenas de la Amazonia, consiste en generar un espacio de reflexión y difusión del saber y tiene lugar en la maloca (espacio de reunión que representa el universo). El conocimiento tradicional y ancestral de los pueblos son clave para promover un desarrollo sostenible.

Aun procesando las experiencias de Ecuador y Colombia y sin haber conseguido encontrar nuestro dorado; comenzamos nuestro viaje a Brasil llenos de esperanza. Volamos de Bogotá hacia Santarém, desde las alturas se puede contemplar el río más largo del mundo, el Amazonas, de aguas oscuras que confluye con las aguas cristalinas del Tapajós; no hay palabras que puedan describir la grandeza y la infinidad de esta imagen. Ese mismo día, salimos en barco por el río Tapajós hasta la comunidad de Suruacá; donde pudimos conversar con mujeres pescadoras sobre su relación con el río, a dourada y también de sus desafíos, ya que la pesca siempre se ha visto como una actividad principalmente de los hombres.

Más de 34 millones de personas se asientan a lo largo de la cuenca amazónica y el río es la base de la supervivencia y al ser navegable es una vía de comunicación muy importante para la región. Desde Suruacá navegamos hacia la comunidad de Aracampina, ubicada a orillas del río Amazonas, donde compartimos con los pescadores y pudimos ver de cerca a nuestro anhelado dorado en medio de un atardecer inolvidable en el Amazonas. El brillo que emana de la piel del bagre dorado con el agua ilumina las redes de los pescadores en sus jornadas de pesca nocturnas. Joelson, uno de los pescadores, nos dice con tristeza que cada vez es más difícil encontrar el bagre dorado y otras especies. 

Bagre dorado, Aracampina, río Amazonas, Brasil ©AnaGuzmán

La importancia del dorado no se debe solo a su recorrido; este bagre al igual que muchas otras especies migratorias representan la riqueza biológica de los ríos amazónicos; nos ayudan a entender las conexiones invisibles entre su existencia y la salud del río, los medios de vida e incluso las tradiciones y leyendas de las comunidades. Sin embargo, los desafíos para el bagre dorado son muchos en estos tiempos; la conectividad de los ríos se está perdiendo rápidamente debido a la construcción de represas, la minería, la expansión de la agricultura y la sobrepesca.

Nuestro viaje concluyó en el estuario en Soure, Isla de Marajó, una maravilla natural, donde la boca del Amazonas se junta con el Mar Atlántico. Aquí es donde nuestro pez migratorio se desarrolla, después de dos o tres años cuando alcanza su juventud, comienza su viaje cuenca arriba para volver a su lugar de origen en la Amazonia Andina, reproducirse y así completar su ciclo de vida.

Un poco exhaustos después de varios días de viaje, pero sobre todo llenos de alegría y cariño concluimos esta maravillosa inmersión en los ríos del dorado, en la que pude conectarme con la naturaleza y con mi propia alma. La inmensidad y belleza del Amazonas son solo posibles de entenderlas cuando la ves y la vives. 

©AnaGuzmán

Es la gerente de comunicaciones para América Latina de The Nature Conservacy. Es experta en comunicación y relaciones públicas. Tienr más de 15 años de experiencia profesional trabajando con el sector público y privado en América Latina y el Caribe.