Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La cantidad de basura que se está generando en el mundo es uno de los grandes problemas ambientales en la actualidad: dónde albergar estos residuos, cómo manejarlos, cómo disminuirlos y qué hacer con la contaminación que provocan son algunas de las preguntas que inquietan a científicos, académicos, activistas, políticos y comunidad interesada en lo ambiental.
Ante este escenario, la economía circular ha aparecido como una alternativa de cambio. Este modelo económico que comenzó a ser utilizado en los años sesenta por el estadounidense K. Boulding como una opción para armonizar los asuntos económicos, sociales y ambientales, y combatir las condiciones de deterioro ambiental del planeta ha logrado trascender las políticas para aprovechar, reciclar y transformar los residuos sólidos y se ha convertido en el camino para hacer realidad el desarrollo sostenible.
Dado que promueve la producción y consumo de bienes y recursos naturales, no bajo el ciclo lineal en el que estos se extraen, utilizan y luego son desechados, sino, por el contrario, bajo un ciclo circular donde son diseñados y creados con materiales y técnicas que permiten su reutilización, recuperación y reincorporación y, de esta forma, se extiende la vida útil a los bienes y recursos utilizados por las personas en el día a día.
De lograr este cambio, será posible comenzar a soñar con el fin de los rellenos sanitarios, costosos y grandes pasivos ambientales en los que hay mucha contaminación y alta generación de gases de efecto invernadero, principal responsable del cambio climático. Por ejemplo, en el relleno de la Pradera, el encargado de recibir los residuos que se generan en Medellín, su área metropolitana y otros 30 municipios de Antioquia, se reciben casi 3.400 toneladas diarias de basuras y, para alargar su vida útil, en dos años se deberá construir un nuevo vaso para la disposición final de los residuos, con un costo cercano a medio billón de pesos, plata que literalmente se está “enterrando”.
La economía circular se ha venido consolidando en Europa y Norteamérica gracias a normas que prohíben llevar a rellenos los residuos que puedan seguir siendo aprovechados, implementando también, estrategias de cultura ciudadana e incentivos para transformar y aprovechar los residuos en vez de botarlos. Pero en el resto del mundo el tema aún no se ha democratizado lo suficiente, especialmente en Latinoamérica, donde sigue siendo un asunto reservado para expertos, activistas y unos pocos empresarios ambientales.
No obstante, desde el año 2021 se creó la coalición de la Economía Circular de América Latina y el Caribe y, en México, Chile, Ecuador, República Dominicana, Argentina y Perú se ha venido generando un fortalecimiento de la economía circular en materia de aprovechamiento de residuos, agua y energía, propiciando un escenario más prometedor para la región.
En Colombia hay algunos avances para comenzar el tránsito de una economía lineal a una circular. Por ejemplo, el Gobierno nacional creó la Estrategia Nacional de Economía Circular (Enec). En Medellín se acaba de expedir el acuerdo municipal que define los lineamientos para crear la Política Pública de Economía Circular y la Gobernación de Antioquia está en un proceso similar.
Desde el sector privado, hay iniciativas muy valiosas. Vale la pena destacar el trabajo que hace la empresa Ecologística para generar energía mediante el aprovechamiento y transformación de residuos peligrosos; Ecociclo posee una de las plantas más grandes del país de aprovechamiento y transformación de residuos orgánicos y verdes para la generación de compost; Sinesco viene consolidando un trabajo bastante innovador en la transformación de residuos de demolición y construcción, así como en el aprovechamiento del poliestireno expandido (icopor); Enka tiene una de las plantas más modernas de Latinoamérica en el aprovechamiento de plásticos; y, por último, no se puede desconocer el difícil trabajo y gran esfuerzo que realizan los recicladores y las empresas prestadoras del servicio de aseo.
Estos sin duda son pasos importantes, pero aún es largo el camino que se debe recorrer; los principales retos están en materia jurídica y cultural, dado que hoy todo estimula a que los residuos sólidos que se generan sean llevados a relleno sanitario y no sean aprovechados.
Teniendo en cuenta lo anterior, la pelota queda en manos del gobierno, las empresas, la academia y los ciudadanos; los primeros deben impulsar cambios en las normas, la cultura, la economía y lo social, para que no siga siendo más rentable botar los residuos que reutilizarlos o cambiar sus diseños e insumos para aprovecharlos. Y al resto de actores, no se les pide imposibles; solo comenzar a incorporar practicas de producción y consumo más amigables con el medio ambiente.