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El nuevo CONPES sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible es un avance pero plantea apuestas demasiado simples.

Hace un par de semanas el gobierno presentó el nuevo Conpes sobre ODS. La nueva política pública de sostenibilidad integral tiene aciertos que significan un cambio positivo respecto del modelo anterior, pero se quedó corta a la hora de transformar la manera de pensar el desarrollo.

Algunos de los aciertos

La regionalización de las metas y el seguimiento territorial a su cumplimento, junto con el programa de acompañamiento diferenciado que dedica recursos humanos y financieros a gobiernos subnacionales, tienen un potencial transformador. El desarrollo ocurre a nivel local, y Colombia es el ejemplo perfecto de un país con enormes disparidades entre sus sub-regiones.

Otro punto positivo es la identificación precisa de las necesidades de fortalecimiento estadístico, con un plan para mejorar nuestra capacidad para medir el progreso. Lo que no se mide no existe. Entre mejor podamos demostrar el progreso o su defecto, mejores herramientas tendremos para corregir o seguir avanzando.

Algunos inciertos

Definir marcadores asociados a los ODS en las fuentes de inversión pública es una de las mejores ideas del CONPES para armonizar el gasto con el cumplimiento de las metas de desarrollo. Sin embargo, el mandato vago al DNP y el Ministerio de Hacienda no da suficiente orientación para garantizar que los marcadores reflejen la complejidad de las metas, y las prioridades nacionales.

Por otro lado, la creación de una plataforma multiactor para facilitar el diálogo constante e institucionalizado entre el gobierno y la sociedad civil, la academia, y el sector privado era una necesidad urgente.

Incluye varios objetivos clave como impulsar la coordinación para la implementación de los ODS y la rendición de cuentas, pero no hay ningún mecanismo para que contribuya a la actualización de la propia política sobre desarrollo sostenible en el futuro – ese sería un verdadero valor agregado.

Un gran desacierto

Aunque el documento plantea con claridad que hay toda una gama de metas e indicadores, con entidades líderes asignadas a cada una, incluye el concepto de “grandes apuestas”, reflejadas en metas trazadoras, que le resta potencial a la política: sobre-simplifica la tarea, y enfoca la atención en áreas limitadas del desarrollo que no siempre son las que van más atrasadas en el país. Un par de ejemplos:

– ODS 3, salud y bienestar:

Indicador: tasa de mortalidad materna (por cada 100.000 nacidos vivos)

Meta trazadora: pasar de 6,8 (2015) a 5,0 (en 2013)

Disminuir esta tasa es crítico. Sin embargo las cifras alarmantes de embarazos adolescentes en Colombia (en 2016 una de cada 5 madres era adolescente en el país) son otro indicador que merece atención urgente, cuya mejora impactaría el bienestar de toda la población,  incluyendo el acceso a la educación, la inserción laboral de los jóvenes, la nutrición, entre muchos otros.

– ODS 4, educación de calidad:

Indicador: tasa de cobertura en educación superior (%)

Meta trazadora: pasar de 49,4% (en 2015) a 80% (en 2030)

Este no es un indicador de calidad, sino de cobertura. Nuestro mayor reto como país es la calidad: las pruebas PISA nos comparan en calidad de la educación con otros países y serían un indicador de calidad útil. Aunque hemos avanzado en la última década, seguimos muy por debajo del promedio (y sólo estamos midiendo a estudiantes en grandes ciudades).

– ODS 5, igualdad de género:

Indicador: porcentaje de mujeres en cargos directivos del Estado colombiano (%)

Meta trazadora: pasar de 43.5% (en 2015) a 50% (en 2030)

¿Y el resto? La participación en juntas directivas es una estadística medible con facilidad, a través de las cámaras de comercio. Otra medida clave sería la igualdad en salarios, las tasas de empleo e informalidad por género. Una dimensión en que nos falta mucha atención es la violencia motivada por el género, otra de las metas que componen este ODS.  

– ODS 7, energía asequible y no contaminante:

Indicador: cobertura de energía eléctrica (% de viviendas)

Meta trazadora: pasar de 96.9% (en 2015) a 100% (en 2030)

Este no es nuestro mayor reto, y omite el “no contaminante” del ODS. Asegurarnos de que la producción de energía eléctrica es limpia en el largo plazo, y que las fuentes de energía primaria para el transporte y la industria son limpias es en lo que menos hemos avanzado: estos sectores aumentaron el 94% y el 53% de sus emisiones de gases de efecto invernadero respectivamente entre 1990 y 2012. Seguimos usando combustibles fósiles, altisimamente contaminantes, para ambos sectores.

Se puede apreciar la complejidad de la tarea de avanzar en la implementación de una política pública que parte de un universo de 169 metas.

Sin desconocer que hay un plan para una lista más larga de metas, las metas trazadoras enfocan la atención en pocas, que no necesariamente reflejan nuestras prioridades, y generan un espejismo de sencillez en la tarea.

Bien decía Kennedy en su tiempo: “elegimos ir a la luna en esta década y hacer otras cosas, no porque era fácil, sino porque es difícil”.

Foto: Juan Carlos Sierra, Revista Semana 

Es co-directora de Transforma y asesora en Mission2020. Estudió Derecho y lenguajes y estudios socioculturales en la Universidad de los Andes. Tiene una maestría en derecho de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores en asuntos ambientales e hizo parte...