La seguridad en el mundo contemporáneo está pasando por una constante transformación de la violencia que va más allá de las capacidades de los Estados.

La seguridad en el mundo contemporáneo está pasando por una constante transformación de la violencia que va más allá de las capacidades de los Estados. En este sentido, es importante que los responsables de la toma de decisiones de los gobiernos, así como la OTAN en términos de estrategia y seguridad, tengan en cuenta que la violencia actual es un fenómeno entrópico.   El concepto aplicado a los estudios de seguridad internacional es que la violencia se manifiesta en diferentes formas, como el terrorismo, más allá de las capacidades de los Estados y las organizaciones internacionales.

Lo anterior, a pesar de que los Estados cuentan con arsenales militares altamente equipados con tecnología, sistemas de defensa sofisticados y complejos militares de última generación, los desafíos de seguridad que se traducen en violencia están lejos de los modelos clásicos de dilemas de seguridad. La violencia entrópica se convierte entonces en un nuevo fenómeno y campo de batalla en el que instituciones como la OTAN deben adaptarse para reducir la brecha tecnológica de los grandes ejércitos convencionales con palos, piedras y lanzas de los violentos y terroristas que vienen a generar inestabilidad en muchas partes del mundo.

Para un mundo entrópico, una OTAN a la vanguardia

El fin de la tendencia hacia las tradicionales grandes guerras convencionales ha producido una esperanza militar de evitar la destrucción mutua entre los Estados, pero ha abierto un umbral de inseguridad y violencia a gran escala que escapa a los radares y a los alcances más sofisticados en materia militar La proliferación de amenazas y problemas a la seguridad internacional ha llevado a la reinterpretación y resignificación de las variables en términos de seguridad. Por un lado, el papel de las instituciones y de la gobernanza global para el mantenimiento de un equilibrio de poder armónico y sostenible bajo premisas tradicionales y convencionales, por otro, un escenario convulso lleno de actores y fenómenos que se alejan de los clásicos cataclismos de seguridad y defensa.

La entropía adquiere entonces un papel importante en los estudios de seguridad contemporáneos. Es un fenómeno que ha sido acuñado en las Teorías de las Relaciones Internacionales como una contribución de la Física y la Termodinámica. La entropía es el desbordamiento de energía que es incapaz de controlar un sistema, análogamente se puede traducir como el desbordamiento de múltiples violencias contemporáneas que son inalcanzables en términos absolutos para los Estados.

En efecto, la OTAN se enfrenta a problemas de entropía. Los escenarios de micro y macro violencia en áreas estratégicas que importan a la OTAN se han convertido en temas entrópicos que preocupan a los responsables de la toma de decisiones y a los arquitectos de la seguridad. El principal problema es cómo afrontar los problemas y las amenazas actuales desde una perspectiva más eficaz. Las tensiones militares siguen ocupando un lugar prioritario en los programas de la OTAN, con cuestiones relativas a las armas nucleares en Oriente Medio y la Península de Corea, los dilemas de seguridad entre Europa y Rusia respecto a la Península de Crimea en Ucrania, la ampliación del programa temático frente a las amenazas del cambio climático, la carrera armamentística de China, la superioridad tecnológica de las armas y los complejos militares industriales de los países que ponen en peligro la estabilidad de la Alianza. Las anteriores convergen en torno a temas nuevos pero clásicos, es decir, son preocupaciones legítimas que pueden ser abordadas en el marco de la gobernanza de la seguridad bajo las reglas institucionales y las directrices legales. Sin embargo, los problemas de seguridad del mundo contemporáneo están lejos de las cuestiones mencionadas en líneas anteriores.

¿Cómo entender que mientras un Estado posea portadores nucleares, arsenales militares de la más alta complejidad tecnológica, su población sea asesinada con un camión lechero, -en el caso del atentado terrorista de La Rambla y Cambrils en Barcelona en agosto de 2017-, o -con una olla exprés para el caso del Maratón de Boston el 15 de abril de 2013-? Los ejemplos anteriores son simples reducciones casuísticas para poner en el centro de la discusión académica el concepto de la entropía de la violencia. Partiendo de esa premisa, ¿cómo podemos entender que hay lugares en el mundo que son bastante seguros pero con altos índices de violencia o viceversa? Es interesante reflexionar sobre si los regímenes de seguridad internacionales entienden que existen diferencias estructurales entre la violencia y la seguridad, y es ahí donde la OTAN asume un papel especial porque depende de que se rompan las diferencias asimétricas entre la burocracia de seguridad y la burocracia de seguridad y la realidad de la seguridad.

La violencia y sus manifestaciones, como el terrorismo, son hoy el problema más frecuente, pero al mismo tiempo menos visible en el mundo contemporáneo. Las muertes violentas en el mundo causadas por enfrentamientos regulares y convencionales entre las fuerzas militares oficiales tienden a ser del 1%, situación que refuerza la idea de que las guerras tradicionales y los regímenes de seguridad internacional trabajaron para evitarlas a pesar de algunas escaramuzas estratégicas, pero que no conducen a enfrentamientos a escala mundial. La preocupación recae sobre las personas que están muriendo a causa de un desbordamiento de violencia. La proliferación de grupos terroristas, el narcotráfico mutante, la radicalización y la modernización de la violencia a través del ciberespacio, se han convertido en las nuevas preocupaciones de la OTAN.

Es más fácil contener la disuasión nuclear o mantener un dilema de seguridad equilibrado con escudos antimisiles; es más fácil crear confianza entre Estados tecnológicamente armados que generar certezas sobre actores no estatales violentos que responden a una lógica diferente a la de los estímulos estatales. La cuestión entre los complejos simples no tiene que ver con el hecho de que las tensiones nucleares son de segundo orden, sino que las cuestiones convencionales se resuelven con respuestas convencionales. La violencia entropical complica la capacidad estratégica y la operatividad de cualquier institución estatal u organización internacional. Sin embargo, es imperativo que se entienda que cuanto más entrópico es el escenario, menos factible es una solución militar convencional. La OTAN está llamada a reinterpretar y resignificar la seguridad y a poner en discusión que en el mundo la violencia entrópica es una amenaza a la seguridad humana.

Transformaciones necesarias

En términos prácticos, es necesario que la OTAN construya patrones de medición de la violencia desde una dimensión entrópica. La apuesta por entender la violencia en la modernidad escapa a toda lógica militar, de hecho, los violentos utilizan las armas como vehículo y no como fin.

Durante 70 años, la OTAN se ha ido configurando, reconfigurando y transformando bajo los retos coyunturales que el mundo ha presentado. La previsión estratégica y la anticipación de conflictos y guerras se convirtieron en un importante bastión que ha hecho de la Alianza una institución que ha pasado por la historia y, mejor aún, la historia ha pasado por la Alianza. La modernidad ha traído beneficios plausibles para la humanidad, pero ha dejado vacíos abiertos que comprometen la seguridad, la paz y la estabilidad internacionales. La modernidad ha llegado con factores entrópicos que motivan un replanteamiento conceptual y jurídico, estratégico y epistemológico. La guerra no es la misma que antes y sus generaciones han respondido a metodologías y no a cronologías, por lo que la OTAN debe ser la institución que lidere un proceso de resignificación de la seguridad y, por tanto, de la violencia. El terrorismo no lucha a través de tanques o uniformes, tiene un carácter diferente, indeterminado, ambiguo, ecléctico, híbrido y, lo que es más importante, utiliza la violencia como método y no como objetivo.

De acuerdo con lo anterior, es necesario transformar las nociones de seguridad y amenaza porque el monopolio del uso de la violencia legítima y legal se ha ido perdiendo progresivamente. Los actores irregulares han comenzado a competir en la construcción de códigos de control y con la rivalidad de estos actores, la seguridad internacional se ha erosionado hasta el punto de tener pequeños grupos irregulares con altas capacidades de violencia e inestabilidad. De esta manera, es necesario advertir que esto parece controvertido, es necesario tener inseguridades y violencia para reformar y transformar la seguridad internacional. En un contexto cada vez más entrópico, es en esencia, la propia entropía de la violencia la que conduce a nuevos paradigmas estratégicos que superan los modelos de seguridad tradicionales y, aparentemente, es en la entropía de la violencia donde parece configurarse la memoria del futuro.

Recuerdo del futuro: entre la hibridez y la entropía de las amenazas

La OTAN tiene un gran grupo reflexivo y estratégico en torno a las distinciones inherentes al significado de las amenazas híbridas. Desde 2016, la sinergia y la cooperación entre la Unión Europea y la OTAN se han materializado en una convergencia contra las amenazas híbridas en Europa. En efecto, las amenazas híbridas son polifacéticas, variables y volátiles, y comparten elementos mixtos entre lo habitual y con herramientas que van desde las falsas noticias de las redes sociales hasta los sofisticados ciberataques, y una perfecta combinación de recursos militares oficiales con tácticas terroristas. En ese orden de ideas, significa que la Organización entiende que la forma de hacer la guerra ha cambiado y que la guerra ya no es el centro de gravedad en la configuración de la seguridad, sino que es, entre otras cosas, la violencia la que ha rediseñado el teatro de la guerra en el mundo contemporáneo.

Con base en lo anterior, las armas de los violentos no corresponden a complejos militares de alto nivel, altos y poderosos. Sus armas están relacionadas con factores tangibles e intangibles, es decir, en términos tangibles, piedras, lanzas, palos, explosivos y artefactos, a veces añadidos a sofisticadas redes criminales, son parte de este factor, mientras que en términos intangibles, el uso violento de legitimidades clandestinas y la gobernanza criminal que llegan, incluso, a ser más peligrosos que un rifle de asalto. Mientras Trump entienda que la seguridad es un bien comercial, mercadeable y no un insumo estratégico de principios y valores compartidos, Europa y Estados Unidos tendrán fricciones de forma y fondo sobre la seguridad y defensa colectiva.

Por último, la OTAN debe tener en cuenta las complejidades del mundo contemporáneo. Cuanto más proliferen los avances tecnológicos y las alianzas militares entre Estados, los violentos recurrirán a tácticas menos tradicionales y más artesanales para desestabilizar el orden y la seguridad internacional, la OTAN debe configurar un concepto de defensa entrópico y evitar un recuerdo del futuro. Sin embargo, a pesar de entender que le mundo es más estable con la OTAN en vigencia, la Alianza no tiene ninguna ventaja estratégica sobre los actores terroristas y esto, los terroristas lo saben muy bien.

 

Profesor de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. Ph.D. en Cuestiones Actuales del Derecho Internacional de la Universidad Alfonso X El Sabio de España, Magister en Seguridad y Defensa Nacionales de la Escuela Superior de Guerra de Colombia, Politólogo...