¿Cuánta selva se perdería en el Amazonas si no se detiene la deforestación actual? El cálculo de esa cifra es elusivo y complejo, pero tenerlo es una información clave para tomar decisiones de política pública que eviten ese escenario.
Es precisamente lo que hace “Scenarios of land use and land cover change in the Colombian Amazon to evaluate alternative post-conflict pathways”, un artículo recién publicado en la revista Scientific Reports (una de las más reputadas en el mundo), que proyecta unos escenarios posibles de deforestación a 2040 en esta región.
La Silla Académica entrevistó a William Agudelo, es un doctor en biología, y uno de los autores del estudio. Agudelo es investigador principal del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) en el programa de modelos de funcionamiento y sostenibilidad, que se encarga de todo el monitoreo del área de cobertura del Amazonas.
LSA:
es La Silla Académica
WA:
es William Agudelo
LSA:
¿Cuál es el alcance de la deforestación que viene ocurriendo en el Amazonas colombiano?
WA:
Hace unos 11 años comenzó el programa llamado Simcoba, que es una plataforma de manejo de datos geográficos abierta al público. Tiene mapas de la amazonía desde el 2002, los cuales se hacen con una frecuencia de dos años. Con esos mapas básicamente vemos cómo está la piel de la Amazonía e identificamos las áreas de mayor riesgo.
Gracias a ese sistema podemos saber que la región del Amazonas, que representa el 42 por ciento del territorio nacional y cruza 10 departamentos, todavía tiene un 86 por ciento de su área total en un buen estado de conservación. Por su parte, los pastizales y tierras de agricultura representan el 14 por ciento.
Pero hay una zona de colonización muy fuerte en la región del piedemonte, que es la zona de transición entre la cordillera andina y la Amazonía. Otro punto de gran deforestación queda en la orinoquía, a través del Meta, que entra a la región del Guaviare, y afecta a los Parques Naturales de la Sierra de la Macarena y Tinigua.
Lo que muestran los datos satelitales es que la cobertura del bosque, desde 2002 al 2016, ha disminuido dos millones de hectáreas. Al tiempo, ha aumentado la frecuencia de incendios forestales, incluso en áreas protegidas.

LSA:
¿En qué consisten los tres escenarios de deforestación que plantean en el artículo?
WA:
El primer hallazgo es que el área de pasturas y agrícola incrementa tanto en el escenario tendencial como en el extractivista. Es decir, si siguen las tasas de deforestación como están actualmente, incrementa un 48 por ciento. Y en el extractivista, donde empeora la deforestación, aumenta un 117 por ciento.
Solamente en el escenario de desarrollo sostenible el área no forestal del Amazonas deja de crecer, y se estabiliza al punto de que incluso decrece en un pequeño porcentaje (-4.1 por ciento).
En los dos escenarios iniciales, eso significa que la Amazonía perderá, para 2040, aproximadamente 2 millones de hectáreas de bosques (de las 550 millones) que tiene en Colombia) en el caso tendencial. Y, perdería aproximadamente 4,3 millones en el escenario extractivista. Eso es una pérdida del tamaño de El Salvador o Dinamarca en bosques. O de todo el Atlántico, Bolívar y Córdoba juntos si lo ponemos en términos regionales.
Hablamos de deforestación pura, no de degradación ambiental, que sería un 38 por ciento mayor, como han mostrado algunos estudios.
Aquí sólo estamos haciendo cuentas de pérdida de hectáreas, pero esto tendría que completarse con información adicional sobre eso qué representa en términos de biodiversidad: ¿cuántas especies se pierden, qué pasa con los caudales y los cuerpos de agua? Esto es lo que daría la verdadera dimensión de la tragedia de la pérdida de estos bosques.

LSA:
¿Cómo calculan las proyecciones que aparecen en su artículo sobre cómo cambiará la cobertura de bosque en el Amazonas?
WA:
Un primer paso es que ya sabemos dónde ocurren los cambios en el suelo gracias a los mapas satelitales disponibles. De ahí derivamos 41 variables (de las cuales 29 resultaron importantes) que estaban influyendo en el proceso de deforestación. Las variables van desde la construcción de carreteras hasta actividades económicas como la ganadería, la deforestación, y la densidad de habitantes y casas.
Cada variable se convierte en un algoritmo distinto que se pone en operación para que informe sobre cuáles son las probabilidades de que cada una de las 29 siga afectando a los bosques en pie en los siguientes 20 años.
Con esta información, les pedimos a unos expertos ambientales del país que nos contaran su visión sobre el futuro de la Amazonía. Gracias a esas entrevistas, creamos tres escenarios posibles sobre lo que puede pasar en ese bioma: un escenario tendencial (si todo sigue como está), si las cosas empeoran (extractivista), y si la situación de la conservación mejora considerablemente (desarrollo sostenible).
Es con este tipo de proyecciones que se ha calculado, en otros estudios, que si el Amazonas pierde el 40 por ciento de su bosque, sus selvas podrían llegar a un punto de no retorno en el que ya no tendría la capacidad de recuperarse y eventualmente se convertiría en un ecosistema de sabana.
Calculamos los datos para 2040, porque esa es la fecha que propone el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para medir el avance de la incertidumbre climática.
LSA:
Qué es lo que se perdería en términos de ecosistemas si se tumban las hectáreas que muestra el escenario extractivista?
WA:
Los escenarios muestran una deforestación que crecería en la zona del Putumayo, e implicaría la separación de un gran bloque de ese bosque y el Caquetá, lo que generaría un quiebre en la conectividad de ese sector. También se va a intensificar la desconexión entre la Amazonía y la región andina por el sector de la serranía de la Macarena.
Eso es grave porque la región andina y la región amazónica tienen un matrimonio muy fuerte. La característica de la región amazónica colombiana es que la mayoría de los ríos son de origen andino, es decir, su nacimiento se encuentra en las montañas andinas. Por esta razón, la pérdida de bosques y de conectividad tiene un rol muy importante en el ciclo hidrológico de la Amazonía. Puede, incluso, incrementar factores de riesgo como inundaciones y avalanchas.
La biodiversidad también es muy importante, dado que en esta región está lo que se conoce como ecotonos, que son las transiciones de un ecosistema a otro. En los ecotonos suele presentarse endemismo, es decir, especies que solamente están presentes en esas áreas. La zona andina tiene una alta cantidad de endemismos que se están perdiendo debido a la deforestación. Además, hay una entremezcla de la fauna y flora andina con la flora amazónica.
Son regiones de una diversidad muy interesante, con unas características muy especiales y dependen de que exista flujo que mantenga un bosque que conecte las regiones y al tiempo permita el flujo genético entre estas.
LSA:
En el artículo contemplan que en el escenario de desarrollo sostenible hay más recuperación de bosque que bosque talado. ¿Qué tan realista es que este ocurra?
WA:
El escenario de desarrollo sostenible asume que se logran implementar políticas fuertes para la conservación de los bosques y se logran consolidar algunos proyectos sostenibles en el Amazonas. Si eso ocurriera, en 2040 tendríamos aproximadamente 42 millones de hectáreas de bosque protegidas, un número positivo en términos de conservación del ciclo hidrológico a nivel regional para la Amazonía.
Pero la realidad es que hoy estamos lejos de eso, y seguimos más cerca del escenario tendencial. De entrada asumimos que tener niveles de deforestación nula es casi imposible, pero lo que sí se puede hacer es incentivar el crecimiento de los bosques secundarios.
El escenario se lograría sólo si se toman las decisiones adecuadas y se respetan los pactos ambientales. Eso incluye varios pasos. Primero, es necesario que se apliquen leyes contra los crímenes ambientales de forma rigurosa y las personas que deforesten sean judicializadas. También se deben cortar los flujos de dinero que están financiando la deforestación.
Segundo, se necesita que la institucionalidad les garanticen derechos básicos a los habitantes del Amazonas: educación, salud y alternativas de movilidad que los alejen de la frontera de la deforestación. Esto es muy importante para que se logren los objetivos de desarrollo sostenible.
La gente en el territorio tiene que comer y mantener algunas expectativas de vida, lo que hace que se generen otras alternativas para la adquisición de dinero. En la medida de que los programas para la protección a la población sean consistentes en el territorio, aumentará la credibilidad de las instituciones.
LSA:
¿Para qué sirve esta información que ustedes proyectan en el artículo?
WA:
Sirve para ponerle números a cómo puede ser el futuro del Amazonas, uno de los ecosistemas más importantes del mundo en términos de biodiversidad. Eso les puede ayudar a los tomadores de decisiones a que sepan cuáles son las regiones a las que más les tienen que prestar atención porque son los enclaves de la deforestación.
Hoy sabemos dónde ocurre la deforestación en el Amazonas. Las proyecciones están alertando sobre dónde más pueden avanzar, y eso es importante para evitar que el Amazonas se convierta en una región de sabanas o ganadera.
La Amazonía, en su relación ecológica, está hecha para producir árboles, sostener biodiversidad, generar nuevas biomoléculas y responder necesidades farmacológicas. Esa es su vocación, no es una región que tenga suelos que sean buenos para la ganadería.
El mejor negocio para la Amazonía es mantener el bosque en pie.