En el trópico, el efecto del cambio climático sobre la salud no llegará por temperaturas extremas. Pero las mayores variaciones sí podrían traer consecuencias sobre la salud no previstas. Moscos, bacterias, olas de calor y días helados podrían generar una serie de consecuencias no anticipadas sobre la salud, en la que los niños son los más vulnerables. 

Para entender por qué las variaciones en el clima podrían imponer graves pesos en el funcionamiento del sistema de salud, La Silla Académica entrevistó a Juliana Helo, economista y experta en economía del desarrollo y su relación con el medioambiente. Helo es profesora de la Universidad de los Andes y autora del artículo “Into the tropics: Temperature, mortality, and access to health care in Colombia”, que alimenta esta entrevista.  

LSA:  De entrada, no se suele pensar que el cambio climático también es un problema de salud pública, pero usted dice que es algo a lo que crecientemente habría que prestarle atención. ¿Por qué?

Juliana Helo: Hay una relación muy estrecha entre cambio climático y el sistema de salud, especialmente en países como Colombia. 

Por ejemplo, un país como el nuestro, que está en el trópico, es muy vulnerable a muchas enfermedades transmitidas por vectores (insectos, bacterias o parásitos transmisores) y otros virus, porque no tenemos bajas de temperatura en invierno, y no hay una estacionalidad que las mate. Entonces tenemos que estar muy vigilantes en toda la parte climatológica. Vigilar cuando se dan las condiciones para que se den estos brotes y no sólo de dengue, zika o chikunguña, sino otros brotes nuevos que puedan aparecer. Ahí es donde los sistemas tienen que estar bien integrados: sistemas de salud y de clima, de tal manera que se prendan las alarmas y el sistema esté preparado para una emergencia.  

El cambio climático traerá mayor frecuencia de eventos extremos climáticos: huracanes, lluvias extremas, sequías extremas, incendios, y demás. 

LSA: ¿De qué nos morimos más los colombianos y qué causas hay detrás?

Juliana Helo: La principal causa de muerte son temas cardiovasculares, que en general son las principales causas de muerte en el mundo. En Colombia es particularmente alto el tema de causas externas, accidentes u homicidios, por el conflicto que tenemos. El 8,6 por ciento de las muertes de hombres en 2023 fue por homicidios, según el Dane, la cuarta causa de muertes en hombres del país. Las enfermedades del corazón son la primera causa con el 16,7% en hombres y 17,4% en mujeres.  

El tema de infecciones respiratorias también es importante. Es la sexta causa de muerte con un 3,6% del total. A pesar de que estas enfermedades no son la principal causa de muerte en Colombia, sí ponen mucha presión en los sistemas de salud. Por ejemplo, no todo el mundo se muere de dengue, pero la gente sí se enferma de esto, y esa enfermedad genera un costo económico adicional. 

LSA: Esto va a implicar muchas medidas de adaptación del sistema de salud. ¿Como cuáles?

Juliana Helo: Son políticas de desarrollo en general, pero sí hay que echarle un poquito más de cabeza a la prevención, sobre todo. Hay que crear sistemas de alertas tempranas. Si sabemos que se nos viene una ola de calor, pues hacer alertas para que la gente no salga. Toca proteger a los trabajadores también. Los trabajadores agrícolas, por ejemplo, están muy expuestos a la intemperie.

Esta adaptación no solo viene con recursos del gobierno. Las mismas empresas también tienen que estar preparadas para ofrecer más hidratación, seguramente para mover las horas en las cuales las personas trabajan, para dar mayor cantidad de pausas durante el día. Son varios recursos que se tienen que invertir a nivel de política pública, pero las mismas empresas y las mismas personas van a empezar a tener que gastar un poco más en adaptarse a las nuevas temperaturas.

La adaptación va en tres partes: está la prevención, el durante y él después. En el después se van a tener que destinar más recursos. La prevención siempre va a ser más barata que lidiar con las enfermedades ex-post. Esta sería la parte de recursos financieros. Seguramente  en la adaptación también se va a necesitar más energía. Porque la energía lo que te ayuda es a reducir temperaturas con aire acondicionado y que la gente pueda estar dentro de un ambiente controlado. Pero las fuentes de esta energía deben ser sostenibles. No queremos generar a partir de gasolina y de diésel mucha energía que en últimas va a elevar aún más las temperaturas.

También se van a tener que adaptar los servicios de educación. Hay evidencia, por ejemplo, de que la gente no aprende también cuando hace calor. El desempeño escolar se reduce y entonces todo eso viene de la mano con adaptar las aulas para aprender en ambientes mucho más calurosos de los que estamos acostumbrados.

LSA: En su estudio, usted dice que pequeños cambios en la temperatura aumentan la mortalidad. Explíquenos cómo llega a esa conclusión.

Juliana Helo: Los cambios en la temperatura ya están asociados con aumentos en la mortalidad, tanto en climas fríos como en calientes. Lo que documentamos en el estudio es el efecto de estos cambios de temperatura cuando son más leves, como los que tenemos en los trópicos.

No evaluamos el efecto de un cambio de temperatura grande, por ejemplo, que suba a 45 grados. Lo que se documenta en el estudio es el efecto de pequeñas desviaciones, uno o dos grados, en la temperatura promedio de los municipios. Aquí lo que pasa es que el efecto no es tan directo. Un efecto directo es cuando se produce una ola de calor y a la gente le da un choque de calor. Ahí el cuerpo bombea sangre para tratar de reducir su temperatura corporal y es donde, por ejemplo, se producen infartos y otros accidentes cardiovasculares.  

En las latitudes norte, digamos en Estados Unidos, eso es lo que se ve principalmente, los choques de calor matan a las personas inmediatamente. En lo corrido del año, por ejemplo, al menos 147 personas han muerto en los Estados Unidos por olas de calor. Aquí seguramente eso va a empezar a pasar porque ya algunas zonas se están volviendo muy calientes. Por ejemplo, hace poco el Caribe estaba por temperaturas de casi 40 grados y más. Y ahí, si las personas vulnerables no tienen un buen sistema de acondicionamiento para que les baje la temperatura, pueden verse afectadas.

Pero en el artículo analizamos también otro mecanismo. Las pequeñas variaciones de calor en las zonas tropicales que toman más tiempo en materializarse. El cambio de temperatura hace que se empiecen a dar condiciones climáticas que ayudan a replicar vectores y bacterias y ahí es donde las personas comienzan a enfermarse. Esto demora un poco más en llegar a los sistemas de salud, pero llega. En aproximadamente siete o seis meses se empieza a ver un aumento en las muertes cuando se dan esos cambios. 

Por ejemplo, encontramos que las muertes infantiles entre 0 y 4 años aumentan en 1,32 por ciento  cuando en un día la temperatura sube por encima de 27 grados. Para los niños entre 5 y 9 años este aumento en la temperatura incrementa la mortalidad en 1,17 por ciento. Estos pequeños picos de calor también aumentan la mortalidad en los mayores de 70 años, pero como porcentaje, este efecto es más alto en los niños, ya que los viejos se mueren en mayor proporción y por diversas causas, además del calor.

LSA: ¿En el trópico somos más sensibles a esas variaciones de la temperatura que los países con estaciones?

Juliana Helo: Veamos el contraste con un país como Estados Unidos donde, por ejemplo, la relación entre extremos de temperatura y mortalidad es casi plana. Es decir que, hoy en día, muy poca gente muere en ese país por temperaturas extremas. El ingreso es un factor importante en “aplanar” esta relación. En otros países de latitudes norte, la relación entre el frío, el calor y la mortalidad se vuelve significativa en temperaturas más altas que en Colombia. Estamos hablando de -4 grados Celsius en el extremo frío y más de 35 grados en el extremo caliente.

Entonces, cuando uno ve las distribuciones de temperatura en Colombia se imagina que no va a haber ningún efecto entre temperatura y mortalidad porque el clima es más templado. Pero al analizar los datos vemos si se incrementan las muertes en un rango mucho más estrecho de temperatura. Encontramos, por ejemplo, que un día por debajo de los 17 grados incrementa la mortalidad en aproximadamente 0,9% por enfermedades cardiovasculares y en 1,7% en enfermedades pulmonares. En el extremo caliente, según nuestro estudio, un día por encima de los 27 grados incrementa la mortalidad en 0,075 muertes por cada 100 mil, un incremento del 2,7%.

Esto lo que muestra es que en países tropicales no estamos tan acostumbrados a variaciones en la temperatura. Por ejemplo, Bogotá no es excesivamente fría, pero no estamos acostumbrados a días tan fríos y no tenemos adaptaciones para eso. Casi ningún hogar tiene calefacción, muchas veces las temperaturas de Bogotá llegan a puntos donde en cualquier otra parte del mundo se usaría calefacción. Con tres o cuatro grados prenden la calefacción en otros países. Por eso, si hay una caída de temperatura, el cuerpo no está acostumbrado, no hay ninguna medida de contención y ese pequeño choque genera un impacto sobre la mortalidad.

Hay una parte del efecto que se debe a infraestructura y otro a condiciones médicas, como la que depende de la temperatura óptima para el ser humano. No es que un choque térmico haga que todos nos vayamos a morir, pero en las personas más vulnerables, o con enfermedades de base, los cambios en la temperatura pueden generar suficiente estrés en el cuerpo para incrementar sus probabilidades de mortalidad. Por eso las variaciones no afectan a todo el mundo igual. Los adultos mayores son mucho más vulnerables que los jóvenes al frío, y los niños de 0 a 9 años son aún más vulnerables a subidas en la temperatura, debido al incremento en patógenos y la probabilidad de contagiarse de una infección respiratoria.

LSA: ¿Qué tanto el acceso a servicios de salud puede reducir la mortalidad por cambios en la temperatura? 

Juliana Helo: Lo que encontramos es solo evidencia sugestiva, pero los sistemas de salud sí parecen reducir la mortalidad asociada a esos pequeños choques de temperatura. Sobre todo lo que muestra el estudio es que el acceso no es lo único importante, sino también la calidad, medida a partir del número de tutelas que tiene una EPS. Asumiendo que entre más tutelas tenga una EPS, más está restringiendo el servicio y peor calidad tiene. Según un estudio del 20 al 40 por ciento de las tutelas emitidas en Colombia de 1993 hasta el 2016 están relacionadas con la prestación de servicios de salud. 

En el estudio encontramos que en la distribución por debajo de los 17 grados, el porcentaje de muertes por cambios en la temperatura es 1.7 por ciento más alto cuando hay mala calidad del servicio y las tutelas son abundantes. Los resultados en temperaturas cálidas son menos conclusivos, pero se estiman en un incremento en 0,5 por ciento de las muertes.

Una de las razones por las que la evidencia solo puede llegar a ser sugestiva respecto al rol del sistema de salud es porque entender las  relaciones de causalidad de estas políticas es muy difícil. Las zonas con menor acceso a salud también tienen menos acceso a otros servicios básicos o problemas sociales debido a razones estructurales ya relacionadas con la mortalidad. Esto dificulta mucho el proceso para hallar una relación causal significativa estadísticamente. 

LSA: Las olas de calor se hacen cada vez más frecuentes en el mundo. Esto tiene distintos efectos en la biodiversidad y la humedad de los ecosistemas. ¿Qué efectos podría traer en términos de enfermedades en países de zonas tropicales como Colombia?

Juliana Helo: Una ola de calor puede aumentar la probabilidad de que las personas tengan dengue, zika, malaria u otros virus tropicales, pero esos efectos dependen de en qué zonas se dan. Lo que hemos visto es que estas enfermedades no son tan problemáticas en zonas muy apartadas porque, según la evidencia epidemiológica, para que la enfermedad se vuelva un problema se tiene primero que transmitir. Entonces para eso la urbanización y la concentración de gente agravan la transmisión de enfermedades. 

En el estudio se ve claramente que los sitios más densamente poblados es donde se ven los efectos más altos entre alzas de temperatura y mortalidad. En las zonas urbanas, la relación entre calor y mortalidad es mucho más alta. Por ejemplo, los choques de calor por encima de los 27 grados incrementan la tasa de mortalidad mensual en 0,2 puntos porcentuales en zonas urbanas, mientras que, en las zonas rurales el incremento fue tan solo de 0,015. Esto se debe a que en las olas de calor incrementan los vectores infecciosos y, en una ciudad densamente poblada, las enfermedades se transmiten más rápido, aumentando la mortalidad en las poblaciones más vulnerables.

Las zonas rurales, en cambio, son más dispersas. Por eso, en estas zonas los efectos de los cambios de temperatura en la mortalidad no se dan a través de vectores infecciosos o enfermedades respiratorias, sino de manera directa. Si el frío te produce un infarto en una zona alejada, llevarte a un centro de salud es más difícil y es posible que la persona muera.  En cambio, en la parte caliente, las variaciones de temperatura elevan la mortalidad sobre todo debido a infecciones respiratorias.

LSA: Varios analistas pronostican que el fenómeno del Niño viene fuerte este año, y eso implica aumentos en las temperaturas hasta marzo. Según el estudio, pequeñas variaciones de calor corresponden a un aumento en la mortalidad infantil (0-9 años). ¿Cómo cree que afecte el Niño la mortalidad infantil?

Juliana Helo: Los más sensibles en mortalidad a estos cambios de temperatura por enfermedad infecciosa son los niños. O sea, no significa que las personas mayores no sean vulnerables a estas olas de calor. Lo que pasa es que en Colombia, en particular, el efecto en los niños es notable. En el resto del mundo las personas mayores son vulnerables a olas de calor. Lo que pasa es que aquí, además de las personas mayores, hay otra población vulnerable que son los niños de 0 a 9 que, en vez de ser afectados por condiciones cardiovasculares, son afectados por enfermedades infecciosas. Estos son los dos grupos más vulnerables. El efecto del Niño podría traducirse en una mayor mortalidad. Pero en general soy reacia a hacer ese tipo de predicciones.

LSA: Uno de los pilares de la reforma a la salud es la salud preventiva. ¿Cómo evalúa el estado de la salud preventiva en Colombia? ¿Cuál es el rol de esta en prevenir enfermedades relacionadas a los choques térmicos? 

Juliana Helo: Yo creo que tiene que haber, especialmente, mucha vigilancia epidemiológica y temas de política preventiva. Yo soy defensora de la vigilancia, de estar muy pendientes de los brotes de dengue, chikunguña y demás. Y como te decía, debe haber coordinación entre las alertas tempranas que dan los sistemas meteorológicos, cuando se puede empezar a ver las condiciones ambientales para la replicación de vectores de enfermedades y ahí alertar a las poblaciones: hacer políticas de cuidado de agua estancada, cuidado con los bichos y empezar temas de fumigación para eliminarlos.

También debemos prepararnos porque, con el cambio climático, los bichos que transmiten estas enfermedades van a comenzar a migrar. Zonas que antes no tenían problemas de replicación de vectores, a medida que se vuelvan más húmedas y calientes, serán más propensas a este tipo de enfermedades. 

Respecto a las muertes cardiovasculares por temperatura, se necesita mejorar el acceso a puntos de hidratación: buen agua, buena tecnología que te ayude a reducir temperatura. Entonces ahí los aires acondicionados son un tema muy controversial. En Estados Unidos parece que se ha atenuado esta relación entre temperaturas y muerte en la parte caliente del país debido al uso de aire acondicionado. Pero entonces hay que tener cuidado, porque entre más aire acondicionado haya, habrá más emisiones y más se calienta el planeta. Ahí es donde entra toda la parte importante. Tenemos que buscar una generación a partir de energías limpias.

Tiene que haber mejoras en el acceso a electricidad en la Costa, ya sea un ventilador, ya sea un aire acondicionado, pues es lo que necesita la gente para reducir esas temperaturas y lograr pasar esas olas de calor. Otro tema bien importante es arborizar las ciudades. Los árboles ayudan a bajar la temperatura. Aunque, personalmente no he visto mucha evidencia y habría que tener cuidado de que no alberguen nuevos vectores. Es un tema de armonización, son todas políticas integrales.

Soy editor de la Silla Académica y cubro las movidas del poder alrededor del medioambiente en la Silla.

Periodista Económico. Graduado en Economía y Filosofía por la Universidad Javeriana. Comencé en el 2023 en la Silla.