Edna Sastoque, profesora de la Universidad Externado, hace un recuento de la historia de la banca en el país y arroja luces sobre el malestar por su papel en la pandemia.
El rol de los bancos durante esta pandemia ha sido muy criticado, incluso por el Gobierno que confió en ellos, inicialmente, como principal motor para la reactivación económica a través de los créditos que pudieran otorgarles a los empresarios en crisis.
La Silla Académica entrevistó a Edna Sastoque, profesora de Historia Económica de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia y autora del libro “El papel de los banqueros en la construcción de Estado y soberanía monetaria en Colombia (1880-1931)”.
A partir de su libro hace una análisis de las interacciones que se han dado entre el poder político y el poder de la banca a lo largo de la historia de nuestro país, el cual ayuda a comprender la importancia del sistema financiero como articulador de la economía y del sistema monetario, pero también el por qué de la mala fama que tienen en sectores de la sociedad.
La Silla Académica: Su estudio no es solo el del rol del sistema financiero en la construcción de la nación sino el del sistema monetario, “el dinero, dice usted, es el centro de gravedad de todas las relaciones sociales”…
Edna Sastoque: La moneda, al momento de la construcción del Estado Nación, que tuvo lugar a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, fue el lazo que permitió que confluyeran los intereses diversos que tenían el Estado, los comerciantes-banqueros y la sociedad civil.
El Estado, por una parte, necesitaba adoptar una moneda que fuera legítima, aceptada por los ciudadanos y que sirviera para pagar las deudas en el exterior. Hoy vemos la moneda como algo que decidió el Banco de La República y que todos aceptamos, pero no siempre fue así: entre 1870 y 1882 había cerca de 42 bancos y cada uno circulaba sus propios billetes.
L.S.A.: ¿Cómo se unificaron?
E.S.: Antes de crear un banco central hubo dos intentos fallidos, el de los expresidentes Rafael Núñez, en 1880 y Rafael Reyes, después de la Guerra de Los Mil Días.
Reyes era un personaje fantástico, un empresario, nació en Boyacá pero en sus diferentes intentos de crear empresa terminó en el Amazonas buscando comercializar caucho. Ante la negativa de los banqueros de conformar un banco central, lo hizo con los industriales del país. Solo necesitó como principales accionistas a Pepe Sierra, que era su consuegro (Rafael Reyes tuvo un
hijo que se casó con Clara, una de las hijas de Pepe Sierra), y Nemesio Camacho, el del Campín.
Ellos necesitaban a su vez el nivel de acción y planeación del Estado, para expandir sus negocios. Pero ni el intento de Núñez ni el intento de Reyes lograron consolidarse.
Solo fue posible después de la Primera Guerra Mundial cuando se pusieron de moda los bancos centrales como la única forma en que podía lograrse la reconstrucción de Europa porque podían ampliar la liquidez de la economía que en ese momento dependía del patrón monetario oro.
La moda la trajo a América Latina y a Colombia, puntualmente, el famoso “doctor dinero”, Edwin W. Kemmerer, que fue invitado por el presidente de entonces, Pedro Nel Ospina, para que asesorara la creación de lo que terminaría siendo el Banco de La República en 1923, con el cual se estabilizó el sistema monetario y bancario del país.
L.S.A.: Con la creación del Banco de La República, ¿cuál siguió siendo el poder de los bancos?
E.S.: Su poder en buena parte se deriva de que el dinero no lo maneja el Banco de La República, éste sólo maneja la liquidez básica que tiene la economía, los banqueros, en cambio, tienen todo el poder de la emisión secundaria, es decir, de expandir las posibilidades de liquidez que tiene nuestra economía y de hacerlo, además, de forma que favorezca a los grupos económicos de los que hoy hacen parte, con intereses muchas veces transnacionales.
los banqueros, en cambio, tienen todo el poder de la emisión secundaria, es decir, de expandir las posibilidades de liquidez que tiene nuestra economía
L.S.A.: ¿En qué consiste ese poder de emisión secundaria?
E.S.: Lo voy a ilustrar con un ejemplo. Supongamos que en una economía hay 100 pesos: el Banco de La República prendió su máquina de hacer billetes y monedas y sacó 100 pesos.
La gente recibió esos 100 pesos porque les pagaron salarios, por ejemplo, y los ahorraron.
Supongamos que hay un único banco. La gente deposita ahí los 100 pesos.
Después una persona va al banco y le pide prestados 50 pesos. El Banco decide prestárselos de los 100 que tiene en caja.
La pregunta es: ¿cuánta plata hay a partir de ese momento en la economía?
Hay 150 pesos: el banco con su poder de emisión secundaria creó 50 pesos más en crédito, porque en teoría quienes depositaron los 100 pesos iniciales, cuentan con ellos, cuentan con que el banco se los tiene que devolver cuando se los pidan.
L.S.A.: ¿Qué ganan los bancos?
E.S.: Su negocio es prestar dinero y ganar el diferencial entre la tasa de captación (los intereses que le pagan a la gente por sus ahorros, por ejemplo) y la tasa de colocación (los intereses a los que prestan plata).
Ese valor diferencial que ganan los bancos en Colombia es muy alto comparativamente. Según cifras de 2019 del Banco Mundial, el diferencial nuestro era del 7.2 por ciento (parecido al de países como Irak que tiene un riesgo financiero mayor), mientras el de Bolivia era 5,2 por ciento, el de México 4,9 por ciento, el de Chile 1.5 por ciento. Aún el de Haití es más bajito: 6. Perú, sin embargo, le gana a Colombia con un 12.3 por ciento. Fuera de la región el de Reino Unido es 2,7, por ejemplo.
Con la apertura económica de los 90 y la entrada de bancos extranjeros, se pensó que la competencia serviría para reducir el costo de los servicios de intermediación.
Lo que nos enseña la historia es que solo algunos bancos como el BBVA que compró el Banco Ganadero logró consolidarse y otros terminaron yéndose. Los que se quedaron se acoplaron a las reglas de juego que tenían los otros y se consolidó aún más la estructura de protección de intereses entre ellos.
L.S.A.: Usted estudió el rol que tuvieron los bancos en la construcción de nuestra nación desde la perspectiva de la interacción entre el poder político y el económico ¿qué encontró?
E.S.: Podemos pensar en una época en la que el componente político e ideológico de la sociedad eran círculos grandes y lo económico era uno pequeño.
Con el tiempo, lo ideológico se ha contraído y lo económico, en algunos sistemas sociales, ha cooptado el poder político.
En nuestro caso Estado y banqueros se han dado cuenta de su mutua importancia a lo largo del tiempo y su relación se ha profundizado a medida que han aumentado las interconexiones, no solo en el mercado interno sino en el externo, de manera que cada vez es más difícil separar lo político de lo económico.
El origen del Banco de La República da cuenta de eso.
El Banco López se creó alrededor de la exportación de café, su sede más importante era en Honda, por donde salía todo el café de Cundinamarca rumbo al puerto de Barranquilla para ser exportado.
El 13 de julio de 1923 el pánico se apoderó de sus clientes y empezaron a hacer retiros masivos de sus depósitos los siguientes días, lo que amenazaba con extenderse incluso a los demás bancos. Para frenar la fuga, el Presidente Pedro Nel Ospina, decretó que la celebración de la fiesta patria del 20 de julio arrancaba desde el 18; al terminarse el festivo, le cambiaron el letrero de Banco López por Banco de La República del que eran accionistas banqueros privados en un 50 por ciento.
Para convencerlos de crearlo, el Estado les dio su administración y endureció los requisitos para constituirse como banco, lo que hizo que muchos se quedarán por fuera del mercado propiciando que bancos grandes como el Banco de Bogotá y el Banco de Colombia, fundados al rededor de 1870, absorbieran una gran cantidad de negocios pequeños que había en las regiones, aumentando así su red y su poder económico y dando lugar a la creación de una banca nacional.
L.S.A.: Esas relaciones estrechas entre el Estado y los bancos ¿se han mantenido?
E.S.: No de la misma forma.
A la par con la creación del Banco de la República se creó la Superbancaria con la que el Estado buscaba regular el sistema bancario dada la responsabilidad social que recaía sobre ellos de salvaguardar la riqueza de la gente. Si les iba mal, les iba mal a todos.
El Estado fortalece su función reguladora del poder económico y el Banco de La República va adquiriendo mayor autonomía con respecto a los banqueros e incluso al Gobierno a partir de diferentes reformas, hasta llegar a su completa independencia con la Constitución de 1991: su junta directiva está integrada por ministros y todas sus acciones están en cabeza del Estado.
Lo que va a pasar con los bancos es que a lo largo del tiempo y, sobre todo, después de la apertura económica de los 90, van a diversificar sus actividades, acumular más capital y también a cometer errores en términos microeconómicos, frente a los cuales el Estado tendrá que intervenir.
L.S.A.: Al comienzo de la pandemia, la entrega de plata a los bancos para que estos a su vez le prestaran a la gente, se leyó por algunos sectores de la opinión pública como un salvamento. Al final no era así. Pero en 2008 tras la burbuja hipotecaria si vimos como el Gobierno de EE.UU les tiró un salvavidas a los bancos ¿cómo explicar que el Estado haga eso?
E.S.: Tras la crisis económica del 99 que dio al traste con la banca hipotecaria y solidaria del país, sólo los bancos más fuertes sobrevivieron.
A partir de ese momento desarrollaron una estrategia de negocios llamada multibanca que consiste en concentrar y diversificar sus servicios: créditos de consumo, hipotecarios, leasing, incluso prestar en moneda extranjera, según la necesidad del cliente.
Paralelo a eso se fueron conformando en el país grupos económicos asociados a bancos, lo que les permitió desarrollar una plataforma tecnológica robusta y expandirse por todo el país, al punto que hoy estamos en manos de tres grupos, prácticamente: Grupo Aval, Sura-Bancolombia y Sociedades Bolívar, que incluso se han exportado a América Latina.
La realidad es que lo que pasó en 2008 nos enseñó los riesgos actuales de que en esas condiciones una crisis se pueda extender a otras entidades financieras.
Desde entonces se puso de moda la frase “demasiado grande para quebrar”, lo que significa que hay sectores que son tan poderosos que su quiebra puede terminar arrastrando a buena parte de la sociedad no solo de un país sino de varios. Por eso en términos de costo-beneficio puede terminar siendo un mal menor para un Estado rescatar un banco y nacionalizarlo que permitir su quiebra, con el fin de poder responderle al menos por una parte de los ahorros a sus clientes.
L.S.A.: El rol de los bancos durante la pandemia ha sido muy criticado, incluso por el Gobierno que pese a confiar en ellos, señaló que tenían que meterse la plata al bolsillo más…
E.S.: La reacción que han tenido la mayoría de bancos en esta pandemia muestra que cuando quienes necesitan ayuda son la gente o el Estado son muy poco solidarios.
Los bancos no han pagado con la misma moneda frente a la covid-19.
Volviendo a la crisis hipotecaria del 99, lo que sucedió fue que hubo una crisis internacional de mercados emergentes que se originó en Asia y se transmitió a América Latina por las relaciones que tenían Brasil y Rusia.
Eso desestabilizó nuestra banda cambiaria que era el modelo de tasa semi flexible por el que se había optado años atrás. Para controlarla lo que el Banco de La República hizo fue aumentar sus tasas de interés, ocasionando con ello grandes perjuicios sobre otro instrumento financiero, el Upac, lo cual hizo que muchos bancos quebraran como contaba anteriormente.
En respuesta a eso, el Gobierno de Pastrana creó temporalmente el 2 x 1000 para crear un fondo para financiar a las entidades bancarias que estaban en problemas. Instrumento que luego por los avatares de las coyunturas mutó a financiar otras urgencias y se convirtió en el 3 x 1000 para atender el terremoto del Eje Cafetero y luego en el 4 x 1000 que se volvió permanente.
Pero el origen fue ayudar a los bancos que en los últimos años han tenido unas utilidades increíbles.
Según cifras del año 2019 citadas en un artículo de colegas del Externado, el crecimiento del sector fue de 5,7 por ciento, 2,4 puntos por encima del PIB total para ese año y sus ganancias en esa misma vigencia sobrepasaron los 13 billones de pesos.
Con razón entonces las críticas del por qué los bancos no han hecho más para ayudar en esta crisis: han sido completamente tímidos, por decir lo menos y mucha gente tiene en su memoria la ayuda que les dimos en el 99.
Haría solo una pequeña salvedad que muestra que los bancos sí pueden hacer un mayor esfuerzo.
L.S.A.: ¿Cuál?
E.S.: El anuncio de Banco Caja Social, cuya dueña es la Fundación Grupo Social, de condonar entre el 20 y el 25 por ciento de las cuotas de algunos créditos por seis meses.
Los jesuitas, que fueron sus fundadores, tenían en sus comienzos una postura frente a la tasa de usura: resulta que para ellos el tiempo es de Dios, así que cómo van a cobrar por el tiempo del uso del dinero, si el tiempo no les pertenece.
Me parece que algo han guardado de esa filosofía al caracterizarse por créditos más accesibles y tasa y plazos más cómodos respondiendo más a una vocación de servicio que de negocio que hace una diferencia importante en el mercado.
L.S.A.: Muchos colombianos se han visto obligados a vincularse al sistema bancario para poder realizar transacciones virtuales y para poder recibir los subsidios del Estado ¿es la bancarización algo positivo en medio de la crisis de la pandemia?
E.S.: En términos generales sí. Desde el punto de vista de la gente porque la hace menos presa de los cuenta gota, por ejemplo, con los mecanismos violentos que pueden tener en muchas partes del país para ajustar cuentas, y también porque en teoría con crédito pueden apalancar sus proyectos.
Desde la óptica del Estado porque entre más formales sean las transacciones puede tener un mejor control de la información de lo que pasa en el país y también mejorar su recaudo de impuestos.
El problema es que mientras por una parte continuemos con un sistema tributario tan inequitativo y mientras los servicios bancarios sigan siendo escandalosamente costosos va a ser muy difícil que la bancarización se extienda al cerca de 50-60 por ciento de población informal que se calcula que hay en el país y que no está entre los que están registrados en la Dian o los que están registrados en el Sisbén.
Los que comunmente dicen que guardan la plata debajo del colchón siguen sin tener un incentivo real para hacer todas sus transacciones a través del sistema financiero.
Los que comunmente dicen que guardan la plata debajo del colchón siguen sin tener un incentivo real para hacer todas sus transacciones a través del sistema financiero.
La contrapartida mientras tanto es que con la pandemia y la necesidad que en todo caso ha tenido la gente de vincularse al sistema financiero, los bancos están recibiendo una cantidad de información valiosa que les servirá para seguir perfeccionando no solo su portafolio de servicios sino el de las demás empresas de su grupo económico. Sin contar con que las comisiones que cobran por los giros focalizados pueden ser hasta de un 15 por ciento del valor del subsidio.
Por eso me parece que el discurso de la bancarización hay que mirarlo con reserva. De hecho se empezó a hablar de él en los 90 como parte de la apertura económica que tuvo el país, de la mano de la idea de que todos podíamos convertirnos en empresarios y de que había que flexibilizar el empleo para facilitar el desarrollo económico.
L.S.A.: Usted dice que la pandemia abre la oportunidad de discutir si el Estado debería crear un banco público ¿por qué?
E.S.: Porque en una crisis tan masiva como la actual hemos dependido de los bancos privados para poder llegarle con transferencias monetarias a todas las personas que las requieren: la infraestructura de servicios de movimiento de dinero es un monopolio natural que tiene el sistema bancario en este momento. Y no hablo de un banco como el agrario que está focalizado en el campo, sino de uno para el 70- 80 por ciento de la población colombiana que hoy vive en ciudades.
Un banco público podría acercar el Estado a la gente, mejorar su comunicación y trabajar con base en unas prioridades diferentes a las que tienen los bancos privados, no tendría además el problema de riesgo moral que éstos tienen.
Un banco público podría acercar el Estado a la gente, mejorar su comunicación y trabajar con base en unas prioridades diferentes a las que tienen los bancos privados, no tendría además el problema de riesgo moral que éstos tienen.
Ahora mismo en Europa se está dando un debate en torno a la necesidad de que haya bancos públicos en los países que administren los recursos que el Banco Central Europeo está girando para hacer frente a la crisis.
En términos financieros el tema es más complicado. Uno esperaría que un banco público fuera el encargado de administrar los ingresos y gastos del Estado, que reciba los impuestos y pague los salarios de los funcionarios públicos, por ejemplo, y que hacer eso fuera rentable.
Pero tenemos una larga lista de empresas del Estado que se han caracterizado por no tener una administración eficiente, Ecopetrol es una de las pocas excepciones. Pero debemos dar el debate.
L.S.A.: Durante la pandemia vimos que el Banco de La República bajó las tasas de interés, no así los bancos privados ¿Por qué?
E.S.: El Banco de La República tiene varios instrumentos de regulación. Están los “encajes” que es la plata que tienen que tener en caja, si el encaje de un banco es del 20 por ciento significa que solo puede prestar el 80 por ciento de los recursos que tiene.
Otro instrumento es bajar las tasas de interés a las que les presta a los bancos privados, como ocurrió en este caso que las bajó a un 2.25 por ciento. Pero si un banco determinado no le ha pedido prestado al Banco de La República este cambio no lo afecta.
Lo que puede pasar es que un banco que necesite liquidez tenga un mayor incentivo de pedirle un préstamo, pero se calcula que en estos casos puede tardar entre 6 y 11 meses que esto se vea reflejado en las condiciones de los créditos que los bancos dan a su vez a los clientes. Esto podría ayudar a explicar porque no hemos visto un cambio significativo.
L.S.A.: ¿Ha visto un Banco de La República deslucido o lucido en esta pandemia?
E.S.: Tras la crisis financiera de 1999, la Corte Constitucional le jaló las orejas al Banco de La República porque por proteger la inflación y la banda cambiaria, iba desbarajustando el resto de la economía. Desde ese momento, definió que sus funciones también eran velar por el crecimiento y el empleo, no solo por conservar el poder adquisitivo de la moneda.
En esta crisis se la ha jugado por mantener la liquidez de la economía y uno de los instrumentos que dispone para ello es, por ejemplo, la compra de deuda pública emitida por el Gobierno en Títulos de Tesorería -TES-.
Lo que he visto hasta ahora es el uso de los instrumentos tradicionales que hemos utilizado para hacerle frente a otras crisis económicas, pero ésta es principalmente una de salud pública, con efectos hasta nunca antes vistos, que me parece que debería llevar a considerar instrumentos innovadores, o, incluso, mal vistos como podría ser que el Banco de La República le preste directamente al Gobierno.
Con tasas de decrecimiento de entre el 10 y el 8 por ciento no es tan sencillo que una movida así afecte considerablemente la inflación.
Claro, esto sería un golpe durísimo a la ortodoxia económica e incluso a la independencia de la que se ha preciado siempre el Banco, además de que requeriría el consenso de los siete miembros que tiene su Junta Directiva.
Pero en general me parece que tiene que ser más creativo.
L.S.A.: Algunas aseguradoras se han quejado de que mientras el Gobierno ha sido estricto con ellas y les ha exigido por ejemplo devolver las primas de las pólizas ante la disminución del riesgo, a los bancos se les ha dejado como a su libre arbitrio las medidas que deben tomar ¿Qué tan fuerte es hoy el poder regulatorio del Estado?
E.S.: El país ha avanzado mucho en términos de regulación. A partir de lo que aprendimos en la crisis del 99, la Superfinanciera tiene más instrumentos de regulación macro y micro y los bancos son más juiciosos en su rendición de cuentas. Pero los costos que cobran por sus servicios siguen siendo excesivos.
Mientras las mejores tasas de interés efectivo anual en el mercado de tarjetas de crédito están entre el 20 y 25 por ciento, los estándares internacionales varían entre el 10 y el 18 por ciento. Y eso que han bajado con referencia a lo que manejaban años atrás.
Otro tema importante en términos de regulación es que los bancos están agremiados en la Asobancaria y hacen parte del Consejo Nacional Gremial donde tramitan sus intereses, pero al hacer parte de grupos económicos tan grandes a la final tienen línea directa con los Gobiernos y los ciudadanos no pueden hacer control sobre lo que se decide a través de esos mecanismos.
A esto se suma que la rápida velocidad de desarrollo del dinero y del sistema financiero dificulta que el Estado muchas veces vaya a la par en la regulación de los nuevos productos. Por eso en materia de regulación hay una tensión permanente. A veces ganan los bancos y a veces gana el Estado.
Hay ejemplos positivos en ese sentido. La presión de buena parte de pequeños y medianos productores de bienes y servicios hizo que el Gobierno prohibiera que sus clientes, muchas veces grandes superficies, pudieran pagarles en un plazo mayor a los 60 días, lo que impactó el negocio de recompra de facturas empresariales.
Resulta que se había generalizado que las empresas que tenían en cartera facturas a 90 días y algunos problemas de liquidez se veían en la necesidad de vendérselas a los bancos a un costo entre el 2 y el 5 por ciento de su monto.
Con este nuevo plazo, no es tan gravoso para algunas de esas empresas esperar a que sus clientes les paguen directamente.
L.S.A.: En un tweet reciente, Humberto de la Calle juzgó como inconvenientes las “campañas presidenciales empresariales” refiriéndose al exalcade de Barranquilla, Álex Char, y al clan Char que tiene incluso su propio banco: “Serfinanza” (único de origen Caribe). Comparativamente con otros sectores económicos ¿qué implica convertirse en banquero?
E.S.: Dentro del sistema capitalista tener la posibilidad de crear dinero de entrada le da a la persona o grupo un monopolio natural muy grande, pues tiene el poder de decidir dónde poner o no ese dinero, de tener acceso a una gran cantidad de información de los usuarios, y de generar liquidez para direccionar el apoyo político y económico a determinadas causas.
Para citar:
Sastoque Ramírez, E. (2018). El papel de los banqueros en la construcción de estado y soberanía monetaria en Colombia (1880-1931). Bogotá: Universidad Externado de Colombia.