Hay varios vacíos en el borrador de las actualizaciones de sus compromisos con el clima global. Tiene hasta final de este año para presentar la versión final. 

La pandemia ha ratificado el riesgo que plantea al mundo el cambio climático y, al mismo tiempo, ha distraído los esfuerzos de los países para enfrentarlo. Colombia no es la excepción, como queda claro en el documento en el que el Gobierno plantea su hoja de ruta de aquí al 2030 para reducir las emisiones de efecto invernadero y mitigar el impacto de la variación en el clima global. 

El 26 de octubre se cerró la consulta pública del borrador de la actualización a las NDC, las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, en el que el gobierno de Iván Duque plantea los planes y acciones para cumplir con lo que el país se comprometió cuando firmó el Acuerdo de París en el 2015 para hacerle frente al cambio climático.  Lo deberá entregar a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático antes de que acabe el año.

El compromiso de los firmantes del Acuerdo de París es actualizar sus metas cada cinco años con el objetivo de que contribuyan más para evitar que la temperatura del planeta no aumente en más de 1,5 grados. 

Los comentarios de los expertos y ambientalistas son que hubo mejoras en sus objetivos y propuestas respecto a la NDC de 2015. Por ejemplo, hay un apartado de acercamiento y comunicación a la sociedad civil. Hace una radiografía del estado del país frente al cambio climático y los procesos de adaptación. También incluye al carbono negro, un tipo de material particulado que afecta la calidad del aire, dentro de gases que busca emitir menos. 

Pero que, en términos generales, no solo es una apuesta poco ambiciosa sino que el gobierno sometió a consulta un documento en el que aspectos clave como metas específicas, y las estrategias y la plata que destinará para alcanzarlas, no están.

Estos son los principales vacíos que encuentran en la propuesta:

No se sabe cuál será la meta de reducción de emisiones

La NDC no plantea valores exactos de cuánto más va a reducir sus emisiones de estos gases que calientan al planeta, lo que hace difícil definir su ambición. El documento explica que estos valores aún están en proceso de ser calculados por las distintas carteras del país. 

En el 2015, Colombia se comprometió a reducir las emisiones de estos gases en un 20 por ciento para el 2030, con el compromiso de no pasarse de un máximo de emisiones de gases de efecto invernadero de 267 millones de toneladas de dióxido de carbono (Mt CO2 eq.). 

En el nuevo documento, propone ajustar el porcentaje de reducción de emisiones a un 25 por ciento.  Sin embargo, como las emisiones han ido en aumento durante estos años, la reducción no significa que Colombia vaya a aportar menos gases invernaderos sino que se compromete a hacer un mayor esfuerzo para no superar ese tope, que es obligatorio, de ahí la crítica a la falta de ambición.  Tampoco define cómo lo logrará.

Chile, que ya presentó sus actualizaciones, definió una meta de 95 Mt CO2 eq al 2030. En 2015 había propuesto una meta de 123 Mt CO2 eq. Se comprometió a reducir más.

La meta para reducir deforestación no está actualizada

Para bajar las emisiones no solo se necesita regular la industria y el transporte. Los árboles son clave, porque ellos guardan el CO2 de la atmósfera.

El gobierno tampoco actualizó la meta para reducir la deforestación. Puso la aprobada en el 2017 (32,4 Mt CO2) mientras define la actual.  

Para Martin Pérez, consultor de la ong ambiental WWF y experto en mercados de carbono forestal, esta meta debe ser realista y definitivamente actualizada. “Una meta alcanzable puede estar en torno a las 100.000 hectáreas en 2030”, dijo. “Solo esta acción significa unas 10 Mt CO2 que no van a la atmósfera”. 

El gobierno se comprometió a restaurar 643.517 hectáreas a 2030, pero esa es solo una parte de la tarea. Un árbol que lleva años guardando el CO2 de la atmósfera es  difícil de reemplazar y el gobierno no explica qué estrategia implementará para frenar el ritmo de deforestación, según un reporte, con resultados preliminares, de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible, entre los meses enero y abril, en plena pandemia, se tumbaron cerca 75.000 hectáreas. 

El gobierno no explica cuánta plata destinará para cumplir con sus compromisos

El gobierno no explica cuánta plata destinará Colombia para cumplir estas medidas, cómo financiará estas metas ni cómo se distribuirán los recursos desde el sector privado y la cooperación internacional.

Históricamente, la plata que se destina al sector ambiente es relativamente poca si se compara con otros sectores, el ministerio de Ambiente tiene poca incidencia en las políticas del Gobierno y no hay un engranaje claro entre el MinAmbiente, Planeación Nacional y el Ministerio de Hacienda. 

“El Ministerio está desfinanciado y no es importante para una buena parte del gobierno. Para la sociedad civil el tema no es relevante”, dijo a La Silla Sebastián Carranza, del Centro de Transparencia Climática de América Latina y el Caribe. 

María Laura Rojas, directora ejecutiva de Transforma, un centro de pensamiento en temas de cambio climático, le dijo a La Silla que “si el presupuesto no se sabe, pues tampoco habrá idea de cómo se implementarán estos compromisos”. 

En una socialización del 5 de octubre que hizo el MinAmbiente sobre las NDC en Youtube, manifestó que uno de los retos en el proceso de actualización ha sido precisamente la parte financiera para cumplir con las metas en cambio climático. Hasta ese entonces, todavía seguían trabajando sobre los costos, con el apoyo de MinHacienda y el DNP.  

La Silla solicitó hablar con el DNP para conocer más sobre estos temas, pero nos dijeron que el vocero sobre las NDC es MinAmbiente. Al momento en que esta historia fue publicada, no obtuvimos respuesta. 

Sin embargo, fuera de micrófonos, una fuente del DNP nos confirmó que en efecto hay actualmente un vacío de información sobre cuánto va a costar la nueva NDC. Posiblemente no se alcance a conocer en detalle este presupuesto para diciembre. 

Hace falta un enfoque más transversal

Una de las críticas al documento es que carece de una mirada suficientemente transversal que ponga el cambio climático en clave de otras prioridades.  “Hay que desambientalizar el cambio climático”, dice María Laura Rojas. 

Dice, por ejemplo, que debe tomarse en cuenta el rol de las comunidades vulnerables a conflictos socioambientales, especialmente si el país le apostará a la transición energética.

El conocimiento tradicional y ancestral de comunidades indígenas y afrodescendientes,  que habitan en ecosistemas claves, y a la vez vulnerables, no se ven ni en la parte de reducción de emisiones ni en la adaptación al cambio climático, señaló María Alejandra Aguilar, Coordinadora del área de Justicia Climática de la ong Ambiente y Sociedad.

“No se trata de involucrar a la sociedad civil para que haga comentarios solo final, sino a todo el proceso de la implementación de las NDC”, agrega Aguilar. Que reconoce el esfuerzo de acercamiento que implicó la consulta pública, pero que cree que no es suficiente.

El clima del planeta es un riesgo para los fondos de pensión y aseguradoras. Los efectos del cambio climático deben ser relevantes al momento de construir la infraestructura vial del país para que no se pierda la inversión. El mercado internacional cada vez se olvida más del carbón, y eso tiene efectos en la sostenibilidad fiscal de Colombia, solo para citar tres ejemplos.

Hace unos meses, Glencore, la multinacional que más exporta carbón en el mundo y dueña de una tercera parte del Cerrejón, anunció que planea dejar de extraer este mineral en el país en los próximos 15 años, porque en su mercado europeo hay una tendencia a la transición energética donde el carbón no tiene lugar. 

El gobierno de Duque tiene menos de dos meses para llenar los vacíos del borrador que consultó y demostrar qué tan ambiciosas serán las metas propuestas por Colombia. Por ahora no lo son.