Tras lograr que la consulta anticorrupción recogiera 4,3 millones de firmas, lo que sigue la puede mantener como la candidata presidencial que más encarna esa preocupación. Pero puede que la campaña no sea sobre eso.
Con la radicación de más de 4,3 millones de firmas en la Registraduría para respaldar su propuesta de consulta anticorrupción, la senadora verde Claudia López da un paso fundamental para quedarse con el mejor puesto en el bus de la anticorrupción al que se subieron todos los sectores políticos a inicios de este año. Falta ver si logra mantener ese puesto y si la corrupción sí resulta siendo el tema central de la campaña presidencial del próximo año.
Aunque López no tiene el monopolio de la bandera anticorrupción, al haber conseguido más firmas (en una campaña que lideró junto con otros políticos de su partido como el senador Antonio Navarro, la representante Angélica Lozano y el concejal de Bogotá Antonio Sanguino) que las 4.093.504 que alcanzó a recopilar el comité promotor de la segunda reelección de Álvaro Uribe -que tenía más recursos y el apoyo de buena parte del establecimiento político y empresarial- y tener el récord en firmas recogidas, tiene argumentos para convertirse en la principal voz en la materia.
Es un logro importante porque aunque el tema es atractivo, también lo era el del referendo del agua de 2008, que recogió 2.044.267 firmas; moviliza las emociones, pero también lo hacía el de la cadena perpetua para abusadores de niños de 2008 que, liderado por la entonces concejal de Bogotá Gilma Jiménez, consiguió 2,5 millones de firmas; y apelaba a un sector (el de los antipolíticos), pero algo similar pasaba con el de Viviane Morales y Carlos Alonso Lucio para restringir la adopción a parejas de hombre y mujer, que entregaron 2,3 millones de firmas a la Registraduría.
Además, al usar un mecanismo en el que los ciudadanos pueden participar directamente le dio un aire nuevo a un tema viejo y creó redes de apoyo que pueden ser útiles en campaña.
El papayazo de la consulta
La consulta seguirá dando de qué hablar porque haber recogido las firmas fue solo el primer paso, y los que vienen permitirán que López siga apareciendo con la bandera anticorrupción y para que ese tema siga en la agenda pública.
Y es que si llega a ganar, el país tendría congresistas y altos funcionarios con salarios de 25 y no 40 salarios mínimos; corruptos condenados que cumplan toda su pena en la cárcel; contrataciones con pliegos tipo y no armados en cada proceso para beneficiar a alguien; audiencias públicas para priorizar los gastos de inversión de alcaldías, gobernaciones y el Gobierno; rendiciones de cuentas de los congresistas; publicación de declaraciones de impuestos y conflictos de interés de los políticos elegidos; y congresistas, diputados y concejales por máximo 12 años, no por 40 como hoy.
Aunque por ser consulta y no referendo esos siete puntos no se convertirían en normas inmediatamente, sino que obligan a que el Congreso saque las leyes que los implementen en un plazo corto (si no lo hace, el Presidente puede sacar un decreto con fuerza de ley), y aunque no aborda asuntos neurálgicos en la corrupción como la contratación pública, la financiación de campañas electorales o la corrupción en la justicia, tiene puntos que ayudan y, si llega a convertirse en la primera consulta popular en ganar en las urnas, mandaría un mensaje poderoso de rechazo de los ciudadanos a la corrupción.
La primera es que la Registraduría verifique las firmas y certifique que por lo menos 1,8 millones sean válidas (es decir, no estén repetidas, los datos sean legibles, tengan los datos completos y las cédulas coincidan con los nombres, entre otras), lo de debería ocurrir hacia el 10 de septiembre. Y es casi seguro que la consulta pase ese filtro, porque la Registraduría suele desechar entre el 20 y el 30 por ciento de las firmas y la iniciativa solo se hundiría si desecha el 60 por ciento.
Eso quiere decir que López tendrá esa nueva victoria justo cuando los partidos estén empezando a definir internamente sus candidatos presidenciales. En el caso de su partido, la Alianza Verde, el senador Antonio Navarro (su competidor por la candidatura) ha dicho que elegirían en encuesta entre septiembre y octubre.
El siguiente paso es que la plenaria del Senado diga si encuentra conveniente o no convocar a esa consulta, para lo que tendría un mes. Es decir, entre inicios de septiembre e inicios de octubre, un mes antes de que los partidos deban inscribir oficialmente sus listas al Congreso, habría debates políticos y públicos sobre la consulta.
Allí López ganaría con cara o con sello. Si el Senado decide negar la consulta, ganaría porque reforzaría su distancia frente a la clase política; y si el Senado decide apoyarla, porque la consulta seguiría avanzando.
Lo más probable es que el Senado sí la apoye porque la consulta se alimentó de ocho proyectos de ley de autoría de senadores de diversos partidos, que fracasaron. En esa medida, esos senadores podrían montarse al bus como coautores de la consulta, como de hecho lo son, según la representante Angélica Lozano.
De hecho, varios de ellos como los liberales Luis Fernando Velasco y Juan Manuel Galán, el uribista Iván Duque, o Maritza Martínez y Armando Benedetti de La U, firmaron y anunciaron su apoyo.
El paso siguiente sería que el presidente Juan Manuel Santos saque un decreto fijando la fecha para la consulta, que por ley debería ser en los tres meses siguientes al concepto del Senado, es decir, a más tardar a mediados de enero. Aunque, por motivos de ahorro, es posible que busque hacerlo el sábado anterior a las elecciones legislativas del domingo 11 de marzo.
Entre el decreto y el día antes de la votación habría una campaña electoral con todas las de la ley: con aportes ciudadanos, topes de financiación y demás reglas.
Ese proceso seguramente ocupará una parte importante del debate político en el semestre que va de acá a enero, o incluso durante toda la campaña para el Congreso, y en esa medida servirá para que López avance su campaña a la Presidencia (si gana la encuesta de los verdes), y para que la lucha contra la corrupción no salga de los titulares.
Para que la consulta pase tendrían que votar más de 11 millones de personas, una cifra muy alta (en el plebiscito de octubre, con toda la movilización que hubo, votaron 13 millones) y el sí tiene que ganarle al no.
Además, la Alianza Verde llegaría a las elecciones de Congreso con mucho viento en la cola y si finalmente cuaja una alianza con Jorge Robledo y Sergio Fajardo, o por lo menos con alguno de ellos, una de las dos formas para definir el candidato sería una consulta el mismo días de las legislativas (la otra sería una encuesta).
Por eso, el trámite que falta para la consulta puede ayudar a impulsar la aspiración de la Senadora (que tiene como otra gran bandera sus críticas a la política tradicional, que la han llevado a tener que retractarse de fuertes acusaciones) o del candidato que termine apoyando.
Pero solo sería definitivo en las elecciones si la campaña gira alrededor de la corrupción y no de otro tema.
Tema, bendito tema
Aunque la corrupción es un asunto que indigna, y que está presente en la agenda pública con mucha frecuencia por los escándalos sucesivos como el de Odebrecht o el del corrupto fiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, no necesariamente será el principal asunto de la campaña que viene.
Según la más reciente Gallup Poll, de junio, la corrupción es el problema más grave de Colombia para el 28 por ciento de los encuestados, por encima del orden público o seguridad (16 por ciento) o del poder adquisitivo y la economía (el 18).
Pero el 35 por ciento dice que son “otros”, un porcentaje que ha subido este año mientras que la corrupción va bajando desde un pico del 30 por ciento en febrero.
Eso muestra que la corrupción, luego de irrumpir con fuerza a inicios de año como la principal preocupación de los colombianos, ha ido perdiendo fuerza a pesar de que no deja de llenar titulares y de que la consulta ayudó a mantener el tema vigente y por encima de los otros dos por los que pregunta Gallup.
De hecho, la misma encuestadora deja claro que hay otras preocupaciones, que tampoco son la economía ni la seguridad, y que pueden ayudar a impulsar otros candidatos.
Justamente otras fuerzas buscan poner otros temas en el corazón de la campaña. Por ejemplo, el uribismo busca mantener el rechazo al Acuerdo con las Farc como el tema de campaña mientras varios candidatos como Humberto de la Calle se centran en el posconflicto, Germán Vargas en la ejecución de obras y Alejandro Ordóñez en el rechazo al progresismo social.
En los próximos meses esa puja por el tema de la campaña se irá incrementando.
La corrupción puede tener impulsos por nuevos escándalos, avances en las investigaciones o logros de la consulta anticorrupción, pero las dificultades en la implementación del Acuerdo, un aumento del desempleo o una oleada de inseguridad urbana pueden poner otros asuntos en el centro del debate, lo que pondría a López en una posición menos favorable para las votaciones.
E incluso si logra poner a la corrupción en el centro, puede que su agenda ciudadana no sea la más favorecida, pues hay otras narrativas del problema que le pueden competir, como la uribista de la mermelada santista, la petrista de las élites corruptas o la robledista del modelo económico que lleva a la corrupción.