El Centro Democrático nunca había estado tan solo. Álvaro Uribe es una figura impopular, acaban de perder la presidencia y es el único partido en la oposición al Gobierno de Gustavo Petro. “El alma de los partidos es como el material de los barcos: no se prueba en la calma sino en plena tempestad”, dijo Uribe este fin de semana en Cali, durante el primer foro regional para impulsar su estrategia a las elecciones de alcaldes y gobernadores del próximo año.
En 2023, el uribismo probará ese material combinando la disciplina de partido en lugares como Antioquia e impulsando candidaturas de coalición en otras regiones del país, incluso con aquellos partidos que hacen parte de la coalición de Petro. Es una estrategia de adaptabilidad, en la que la supervivencia regional es la prioridad y que sigue teniendo a Uribe como figura clave. La derecha no necesariamente se va de frente contra el petrismo y empieza a definir nuevos contrincantes, como Daniel Quintero.
El uribismo muestra dos caras en Cali
Después de escuchar los resultados de una consultoría, contratada por el partido, sobre múltiples temas políticos y sociales del Valle, los asistentes al Teatro Calima siguieron con el plato fuerte de la jornada: un panel en el que participaron, entre otros, el concejal Roberto Rodríguez, el representante Christian Garcés, las senadoras María Fernanda Cabal y Paloma Valencia y el expresidente Uribe.
Durante la ronda de intercambios entre el público y los panelistas, uno de los asistentes tomó el micrófono y se refirió a Gustavo Petro como “un loco”. Uribe lo interrumpió, advirtió que los insultos no estaban permitidos y pidió una mirada amplia de los problemas, más allá de la llegada del nuevo Gobierno.
El tono mesurado e institucional de Uribe contrastó con el discurso de Cabal y Valencia, las dos estrellas entre el público y las llamadas a liderar la oposición, quienes se refirieron a los crímenes cometidos durante el paro y a los problemas que ha denunciado tradicionalmente la derecha, como la invasión de tierras en el Cauca.
El de Cali fue el primero de los foros que se harán todos los sábados en diferentes ciudades entre septiembre y diciembre. Estarán invitados todas las credenciales del partido del respectivo departamento: congresistas, diputados, concejales y ediles. Los objetivos son revitalizar las estructuras locales, golpeadas después de la derrota en las presidenciales, y prepararlas para la campaña del próximo año. Los viernes, un día antes de cada uno de los foros, Uribe mantendrá reuniones privadas con los dirigentes de cada departamento. Las próximas citas serán en Pereira y Cúcuta.
En busca de coaliciones
El pasado 26 de agosto Uribe lideró una reunión en Medellín con la bancada paisa del Centro Democrático en el Congreso y las bancadas del Concejo y la Asamblea de Antioquia. Dos fueron los temas principales, según cinco fuentes que estuvieron presentes: el proyecto de reforma tributaria del gobierno de Gustavo Petro y la estrategia política para las elecciones locales del 2023.
Uribe tiró dos líneas políticas de cara a las regionales: además de impulsar la política de base con un calendario nacional de foros semanales que contarán con su presencia y buscar candidatos de coalición para alcaldías y gobernaciones.
El partido no definirá un mecanismo interno para elegir candidatos propios para alcaldías y gobernaciones sino que buscará armar candidaturas de coalición con otros partidos. “Estamos buscando candidatos que la comunidad quiera y respete. Hay que rodear candidatos en algunas regiones y hacer coaliciones con otros partidos”, le dijo a La Silla la senadora María Fernanda Cabal.
Dentro del partido creen que a pesar de la amplia coalición de gobierno de Petro y sus notables resultados a nivel nacional, la cancha en lo local es distinta y tienen espacio para apoyar candidatos de consenso con otras fuerzas políticas.
Para la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia, por ejemplo, el Centro Democrático busca revalidar su fuerza en la región con una coalición que enfrente una eventual alianza entre Independientes, el movimiento del alcalde Daniel Quintero, y el Pacto Histórico.
El frente anti-Quintero
En Antioquia, el uribismo es, al mismo tiempo, la primera fuerza política en las elecciones nacionales, una de las bancadas más numerosas en la Asamblea y en los concejos de los principales municipios y una opción con muchas dificultades para hacerse con los dos premios mayores de la región: la Gobernación y la Alcaldía de Medellín.
El consenso, por ahora, es que el Centro Democrático debe impulsar una amplia coalición con los sectores políticos que se han opuesto al alcalde Quintero, y cuyo movimiento aspira a repetir alcalde y competir por la Gobernación de la mano de las múltiples alianzas que ha tejido con poderosos clanes políticos de la región.
“Yo creo que el gran rival será el candidato que apoye Daniel Quintero. Sea quien sea y se junte con quien se junte. Y hay que hacer un llamado muy importante a Federico Gutiérrez, al fajardismo y a los políticos independientes como Daniel Carvalho para juntarnos y recuperar la institucionalidad de Medellín”, le dijo a La Silla Juan Fernando Espinal, representante a la Cámara por Antioquia del Centro Democrático y quien estuvo en la reunión en Medellín del 26 de agosto liderada por Uribe.
“Debemos pensar en la U, el Partido Conservador, Cambio Radical y una parte del Partido Liberal”, le dijo a La Silla un político del Centro Democrático que estuvo en la reunión y compitió en 2015 por el aval del partido para la Alcaldía de Medellín, y que pidió reservar su nombre para evitar conflictos con otros integrantes del partido. Señaló, además, las dificultades para llegar a un acuerdo con los sectores alternativos que se oponen a Quintero, como Compromiso Ciudadano, el movimiento de Sergio Fajardo, y el concejal verde Daniel Duque.
Y además de fijar en los candidatos de Quintero los rivales a vencer, el uribismo en Antioquia está impulsando el regreso de las listas cerradas a concejos y asambleas como garantía para tener un partido disciplinado y cohesionado ideológicamente. La propuesta tiene como antecedente la implosión de la bancada del Centro Democrático en el Concejo de Medellín, donde cuatro de los ocho concejales elegidos por el partido rompieron con su disciplina y se unieron a la coalición de Quintero. “Debemos retomar las listas cerradas, de las que fuimos pioneros. Lamentablemente se perdió por los intereses particulares de algunos”, le dijo a La Silla Alfredo Ramos Maya, concejal de Medellín por el Centro Democrático.
Sin embargo, los casos de Medellín y Antioquia, donde la marca del partido puede jalonar un potente caudal electoral y el trauma de la bancada del Concejo ronda entre los uribistas, son especiales y la decisión sobre las listas a concejos y asambleas va obedecer, sobre todo, a las realidades locales.
El caso Bogotá: candidato propio y lista abierta
En 2023, Bogotá va a estrenar la segunda vuelta para las elecciones a la Alcaldía, aprobada en el 2019 por el Congreso. Esto genera un incentivo para que los partidos compitan con candidatos propios en primera vuelta y pacten adhesiones en la segunda. “A diferencia de otras regiones, en Bogotá podemos evaluar el escenario de tener candidato propio en primera vuelta” le dijo a La Silla Andrés Forero, representante a la Cámara por Bogotá del Centro Democrático.
Frente al Concejo, el partido se lanzó por primera vez en 2015 con una lista cerrada que obtuvo seis curules y cuatro años después, en 2019, optó por una lista abierta ante las dificultades para acordar los nombres de los primeros renglones, siguiendo la tendencia de las listas en otros departamentos. Esta dificultad, además, se ha trasladado a las elecciones de otras corporaciones y anticipa los problemas para impulsar una lista cerrada para las elecciones al Concejo de Bogotá en 2023.
“En Bogotá pretendieron armar una lista cerrada para las elecciones a la Cámara de Representantes y no se pudo. No es fácil organizar una lista cerrada para el Concejo cuando hay personas en ejercicio y conocen el potencial electoral del partido. Si uno sabe que el partido saca más o menos cinco curules, la probabilidad de pasar siendo el sexto en la lista son bajas. Y la bancada de Bogotá, a diferencia de la de Medellín, ha sido disciplinada. Yo no creo que pueda darse”, le dijo a La Silla otro congresista del Centro Democrático que pidió mantener su nombre reservado para evitar conflictos con miembros del partido.
Los estatutos del Centro Democrático establecen como regla general la conformación de listas cerradas para cuerpos colegiados, como concejos y asambleas. La fórmula fue una de las claves para el crecimiento exponencial del partido desde el 2014, asegurando una disciplina de hierro que sostuvo la dura oposición que ejercieron contra el gobierno de Juan Manuel Santos y la vuelta al poder con Iván Duque en 2018. Sin embargo, las realidades locales y las tendencias personalistas del sistema político colombiano fisuraron la estrategia.
“El presidente no va a tomar una decisión generalizada para el país. Uribe entiende cada departamento y cada municipio como un mundo aparte”, le dijo a La Silla Andrés Parra, director de la Unidad de Gestión Territorial del Centro Democrático. Hoy, ya sin el teflón de Uribe y con el péndulo político virando hacia la izquierda, la idea es decidir departamento por departamento.