El diálogo regional en Medellin se politizó y se desinfló la asistencia

Ayer se celebró en Medellín uno de los 51 diálogos regionales vinculantes con los que el gobierno del presidente Gustavo Petro quiere construir su Plan Nacional de Desarrollo, la hoja de ruta para las políticas que implemente durante el cuatrienio.

La cita en Plaza Mayor era a las 8 de la mañana. Minutos antes de la hora marcada, ya empezaban a llegar personas de los 33 municipios del Valle de Aburrá y del Suroeste antioqueño, las dos subregiones invitadas a la jornada. El pabellón amarillo se tardó más de dos horas en llenarse.

Al principio, la mayoría de asistentes eran funcionarios de la Gobernación de Antioquia, de la Alcaldía de Medellín y del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Luego fueron llegando más personas y con ellos políticos cercanos a Gustavo Petro.

Llegó, por ejemplo, la representante del Pacto Histórico Susana Boreal (que se hizo famosa durante el paro de 2021 como directora de una orquesta conformada por estudiantes de música de la Universidad de Antioquia) y la senadora Piedad Córdoba, e integrantes de Independientes, el movimiento del alcalde Daniel Quintero. Por ejemplo, Esteban Restrepo, quien será candidato a la Gobernación de Antioquia, y el secretario de Gobierno de la Alcaldía de Medellín, Juan Pablo Ramírez. Los dos últimos hicieron campaña por Petro durante la campaña presidencial.

Y mientras adentro estaban simpatizantes y cercanos al Gobierno, afuera estaban los opositores. Un grupo de unas cincuenta personas, con banderas de Antioquia, vuvuzelas y megáfonos, gritando “¡fuera, Quintero! ¡fuera, Quintero!”. La manifestación era dirigida, entre otros, por Andrés “El Gury” Rodríguez, quien promovió la revocatoria contra el alcalde Quintero y es cercano a políticos uribistas como el concejal Julio González.

“Nosotros marchamos no solo contra Quintero, sino contra este gobierno”, dijo Rodríguez luego de la manifestación que se dispersó sobre las 11 de la mañana, “no estamos de acuerdo con las reformas, como la tributaria que va a empobrecer el bolsillo de los colombianos. Eso es lo triste cuando el gobierno dice que va a cobrar solo a los ricos: pura paja”.

Sobre las 10 de la mañana, finalmente inició el acto de apertura con la presentación de la metodología del evento por parte de Viviana Vanegas, directora de Desarrollo Digital del Departamento Nacional de Planeación (DNP) y de Claudia García, directora de Planeación de la Gobernación de Antioquia.

Luego habló el alcalde Quintero, que dejó en claro que este sí era un escenario político: “simpatizantes del uribismo protestaban para impedir mi llegada y nos tiraron pintura. Les agradezco porque antes a los líderes sociales les disparaban con armas”, dijo. Además, se sumó al discurso de Petro, al asegurar que el espacio de Diálogo debe permitir, entre otras, que “Antioquia transite hacia la Paz Total”.

La ministra de las TIC, Sandra Urrutia, que era la encargada del evento por parte del gobierno, intentó encaminar de nuevo la discusión como un esfuerzo para escuchar a las personas, independientemente de sus posturas políticas. “El mensaje del señor presidente Petro es que con la voz de todos los colombianos vamos a construir la hoja de ruta durante los próximos cuatro años”, dijo.

Tras esas intervenciones, hubo un acto cultural en la que un trovador de Carmen de Viboral, James Alzate, y un rapero de Casa Kolacho –una organización cultural de la Comuna 13– improvisaron rimas, muchas de ellas, haciendo referencia a la construcción del plan de desarrollo y a temas que ha querido posicionar el Gobierno como la Paz Total.

Poca gente en las mesas y críticas a la organización

Luego de la instalación de los diálogos, las personas se repartieron en cada una de las 35 mesas, que giraron en torno a cinco temas: ordenamiento territorial, seguridad humana y justicia social, derecho humano a la alimentación, economía productiva para la vida y lucha contra el cambio climático y convergencia regional. También había mesas poblacionales, focalizadas en mujeres, jóvenes, población LGBTIQ+, víctimas, étnicas, entre otras.

Desde el Ministerio de las TIC aseguraron que más de seis mil personas asistieron a Plaza Mayor, cifra que repitió la ministra Urrutia en su discurso de cierre. Sin embargo, en las mesas había máximo un promedio de 20 a 30 personas, que se dividían a su vez, en grupos de a 4 para discutir. Es decir, había alrededor una sexta parte de los asistentes que dijo la ministra que estaban allí.

Incluso, varias mesas estaban con dos o tres personas que hacían parte de la organización. La explicación era que había temas, como el de convergencia regional, que tenía cuatro mesas (la 2, la 6, la 8 y la 12) y que, por eso era posible que no en todas hubiera asistentes discutiendo, como pasó con la 12.

Elkin Moreno, un conductor de Uber que dijo ir en representación de los conductores de plataformas digitales, al igual que otros, llevó propuestas previamente preparadas. Moreno estuvo en la mesa de convergencia regional. Sin embargo, dijo que asistía porque le parece importante que el Gobierno Nacional regule y legalice estas plataformas para que pueda hacer su trabajo con tranquilidad.

Cada mesa tenía como facilitador a funcionarios de la Gobernación y la Alcaldía, que un día antes habían sido capacitados por el Departamento Nacional de Planeación para guiar la discusión a través de tres preguntas.

En una de las mesas, las preguntas eran: ¿Qué debe cambiar en mi región? ¿En qué situación quisiera ver un cambio en mi región? Y ¿cómo lograr un cambio en mi región? Con esa última, se pedía hacer propuestas para solucionar los problemas identificados. Esas propuestas se enviaban a través de un formulario digital que llegaba directamente al DNP.

Muchos de los asistentes eran de organizaciones sociales del Valle de Aburrá. También había adultos mayores, empleados del sector público, padres con sus niños, que estuvieron en la jornada que no paró. Por lo largo de la discusión, sobre la una de la tarde, un grupo de logística pasó por cada mesa repartiendo jugos y sánduches. Mientras tanto, seguía la discusión.

Una de las mesas estaba dedicada a discutir asuntos gremiales y comerciales. En ella, Felipe Muñoz, quien venía en representación de pequeñas y medianas empresas del Valle de Aburrá, aseguró que su asistencia era para proponer que cualquier política pública pensada para la sostenibilidad, se basara en tres aspectos: económico, social y ambiental. También insistió en que las empresas deben ser vistas por el Gobierno Nacional como su aliado, teniendo en cuenta que estas generan empleo.

Otra mesa en la que los asistentes ya tenían una visión clara de lo que pedirían al gobierno desde antes de la discusión fue en la de víctimas. Nenderson Mosquera planteó a sus compañeros de mesa que solicitaran que en el Plan Nacional de Desarrollo hubiera un capítulo exclusivo para víctimas, y que no se tratara solo de un tema transversal.

“Las víctimas tenemos que contar con autonomía presupuestal, política fiscal, recursos que representen la reparación integral a las víctimas del conflicto armado”, le dijo Mosquera a las demás personas que estaban en su mesa.

Una pregunta recurrente entre los asistentes era sobre la dinámica de la sesión. En la mesa de Cultura y Artes, en la que estaba Susana Boreal como asistente, el facilitador explicó que la metodología había sido diseñada por el DNP y que consistía en que se dividirían en grupos para las propuestas.

Una mujer de unos 25 años le preguntó al facilitador que si no era mejor que dijeran los temas que se hablarían en esa mesa. Y este insistió en que la metodología era la misma que se estaba replicando en los demás diálogos. Al final, la mujer aceptó la dinámica propuesta. Sin embargo, el intercambio mostró que, a pesar de que el DNP frenó a finales de septiembre los diálogos para ajustar la metodología, a esta le ha faltado claridad a la hora de ser explicada.

Elizabeth Álvarez, quien trabaja en la Orquesta Filarmónica de Medellín, asistió para participar en la mesa de cultura y arte, cuestionó la organización: “es una jornada muy compacta y se siente que es más el lobby para decir que se escuchó a la ciudadanía, pero se quedan en lo local, en lo micro”. También criticó el tiempo que se tomó la inauguración, entre otras porque, mientras salía de Plaza Mayor, dijo que no pudo quedarse pues ya eran más de las 11 de la mañana y apenas estaban explicando la dinámica de la discusión.

Un geólogo que trabaja en el sector minero energético visiblemente molesto cuando acabó la discusión de las mesas, y que pidió no decir su nombre, aseguró que “aquí no se construye nada, solo sirvió el almuerzo. Eso que están haciendo es una vaina que no aporta y no dice nada”. No se quedó para las conclusiones.

Las conclusiones fueron ante pocas personas

A las tres de la tarde, las mesas se dispersaron y volvieron al pabellón amarillo de Plaza Mayor. Pero lejos de la afluencia de la mañana, apenas quedaban unos cientos de personas.

Para conocer las conclusiones, se abrió un espacio en el que un representante de cada mesa podía intervenir durante, máximo, tres minutos. Pero antes de que empezaran esas intervenciones, la ministra Urrutia volvió a hablar.

Resaltó los resultados de la jornada: 500 formularios con 750 retos y más de mil acciones para resolverlos.

La ministra dijo que habían identificado los temas priorizados en la discusión. Mencionó el uso del suelo, vías terciarias, acceso a la tierra, educación superior, salud mental, seguridad social, seguridad alimentaria, proyectos productivos, altos costos de producción, reforma agraria, medio ambiente, energía renovable, participación de gremios y cultura. Sin embargo, no se refirió a problemáticas que fueran propias de Medellín y Antioquia. Esto lo hicieron los representantes de las mesas que tomaron la palabra.

Mientras la ministra hablaba, un hombre de unos 50 años, que estaba vestido con una camisa a rayas y un pantalón, y de estatura baja, pero voz gruesa, criticaba la duración de las intervenciones de la ministra. “Llevan 20 minutos hablando, cuando nadie ha dicho sus propuestas”, repetía a cualquiera que estuviera, a su alrededor.

Luego, durante dos horas, una veintena de personas hablaron, exponiendo las conclusiones de cada una de sus mesas.

Las conclusiones eran dadas según las temáticas definidas para la jornada. Entonces, hablaron representantes de las mesas de mujeres, seguridad humana, justicia social, gremios, empresariado, convergencia regional, temas étnicos, discapacidad, víctimas, medio ambiente, comunidades afro, LGBTIQ+, economía productiva para la vida, lucha contra el cambio climático, campesinos, cultura, jóvenes, proyectos férreos y niñez.

Perla Cecilia González, que salió con una bandera trans en los hombros, dijo que una de las conclusiones a las que había llegado su mesa fue sobre la “urgencia de frenar la violencia contra la población LGBTIQ+, sensibilizar a la Fuerza Pública. También garantizar el acceso y la permanencia a población trans en educación básica y superior”.

Hubo también peticiones concretas. Juan Carlos Guzmán, que se definió como una víctima convertida en líder social, dijo que en su mesa se había concluido que es necesaria “la legalización de asentamientos donde habitan familias víctimas del conflicto”, poniendo como ejemplo lo que ocurre en el sector de El Totumo, en Necoclí (Urabá antioqueño).

Por su parte, Juan Felipe Duque, un líder ambiental pastuso que hace 10 años vive en Medellín, leyó una carta, que fue redactada por él, pero que sirvió como conclusión de la discusión en su mesa, y que posteriormente le entregó a la ministra (quien estaba en primera fila tomando nota de cada intervención). En la misiva habló de la necesidad de fortalecer las políticas públicas ambientales.

Con cada intervención, disminuía la cantidad de personas presentes, algo que fue una tendencia durante toda la jornada. Sobre las cinco de la tarde, cuando fue la última, no había más de 70 personas. La ministra finalizó diciendo que se trató de una “participación ordenada, que mostró que se puede construir desde la diferencia”.