Ante el asesinato del jefe de milicias de las Farc en Ituango, Antioquia, queda misterio y el silencio de los que hasta hoy fueron guerrilla.
Del último asesinato de un miembro de las Farc en Ituango, bastión del frente 18 en Antioquia, nadie habla. Ni la Fuerza Pública, ni la exguerrilla, ni los líderes del territorio se atreven a abrir la boca, ni a contestar el teléfono.
Antes de la firma de la paz, ‘Andrés Molina’ era el encargado de ordenar desapariciones y asesinatos selectivos en ese municipio del Norte antioqueño. Fue baleado en su casa a la medianoche, a 200 metros de donde se concentran poco más de 250 excombatientes sin armas.
¿No hay muerto malo?
El caso ‘Molina’ es especial. No porque sea el séptimo combatiente asesinado después de la firma de la paz con el gobierno, ni porque lo mataron a cinco minutos de la zona veredal sin que los anillos de seguridad se dieran cuenta.
En Santa Lucía, donde vivía ‘Molina’, nos contaron que el muerto tenía mala reputación, que era “uno de los malos del frente 18”. Dicen que había decidido acogerse al proceso y a la Justicia Especial para la Paz, donde podría haber hablado sobre los varios muertos que tenía encima.
La milicia de ‘Molina’, que hacía parte de la compañía Jefferson Cartagena, estaba integrada por cincuenta jóvenes distribuidos por todo el municipio, que queda a cuatro horas de Medellín. El grupo extorsionaba comerciantes, transportistas, ganaderos y cocaleros en el casco urbano y en zona rural. Según una fuente local que no quiso ser nombrada por seguridad, la compañía cobraba 400 mil pesos por kilo de coca antes de que se firmara la paz.
En mayo, un coronel del Ejército denunció que después de la puesta en marcha de la implementación de los acuerdos los milicianos de ‘Andrés Molina’ seguían extorsionando con el pretexto de conseguir “presupuesto para la paz”, información que no pudimos verificar con otra fuente porque tanto el Alcalde como la Policía dijeron que sobre eso no tenían certeza.
Ituango es el octavo municipio de Antioquia con más hectáreas de coca cultivada según el Ministerio de Justicia, y tiene una tasa de homicidios de 52,39 por cien mil habitantes para 2015, de acuerdo con Medicina Legal. Esto es más del doble de la tasa nacional.
Hoy en día tiene al menos 100 hectáreas con minas antipersonales sembradas según la Alcaldía, y ha registrado 36 mil desplazamientos en las últimas tres décadas, de acuerdo con la Unidad para las Víctimas.
¿Quién responde?
A pesar de los retenes del Ejército en la carretera y de los anillos de seguridad de la Fuerza Pública a un kilómetro de la zona veredal, quienes mataron a ‘Molina’ pasaron inadvertidos.
En el caserío se rumora que los asesinos subieron por la quebrada Santa Lucía, la misma que comunica la casa del miliciano con la zona veredal ‘Román Ruiz’, lo que ha alimentado la hipótesis de que su muerte puede ser parte de una purga interna de las Farc antes de enfrentarse a la JEP y a la Comisión de la Verdad.
Otra fuente de Ituango nos dijo que hace días no se veía en Santa Lucía un policía o un militar. Apareció la Policía para inspeccionar el cuerpo de ‘Molina’ y eso fue todo. Llegaron, lo sacaron y se fueron.
Esto coincide con el comunicado que ayer emitieron los integrantes de la zona veredal, en el que exigen al Estado la seguridad que les quitaron hace una semana, cuando la ONU se llevó dos contenedores con todas sus armas.
Los ex combatientes de las FARC en la zona parecen preocupados, según le dijo a La Silla una fuente cercana a ellos, pero su Secretariado no ha dado declaraciones. Solo Pastor Alape lamentó los hechos vía Twitter y los demás hicieron RT.
Las preocupaciones no se acaban
Los últimos han sido meses especialmente difíciles para la comunidad ituanguina. Un indultado de las Farc de 23 años fue asesinado cerca de la cabecera municipal, y la rectora de la Institución Educativa Pedro Nel Ospina fue amenazada por denunciar la connivencia de bandas criminales y Policía para traficar pequeñas dosis de cocaína.
Un líder local nos contó que desde que las Farc se concentraron en la zona veredal han aparecido algunos grupos: las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas y el ELN por el Sur del municipio, por Briceño, San Andrés de Cuerquia y Yarumal, que fue el corredor del Frente 36.
Y, por el Nudo de Paramillo, están apareciendo también ‘los Gaitanistas’ y grupos sin identificar, posiblemente disidencias.
Nadie sabe cuál fue el destino de los nueve guerrilleros que han abandonado la zona veredal en los últimos siete meses. Las Farc tampoco reconocen elementos disidentes en su bastión antioqueño.
Mientras que líderes y campesinos hablan de la presencia de la banda de Bello ‘Pachelly’, ‘Autodefensas Gaitanistas’ y ELN, el general del Ejército encargado de la seguridad en la zona veredal no contesta el teléfono; el Alcalde dice que no hay ninguna certeza sobre la actividad de organizaciones criminales; y la Policía afirma que en el municipio “no hay ninguna clase de bandas organizadas”. Según las fuentes oficiales, nada se sabe, nada se afirma.
Lo único cierto es que lo que podría haber confesado ‘Molina’ se fue a la tumba con él.
Nota del editor: modificamos el primer intertítulo 5 horas después de publicada esta nota, porque varios usuarios nos hicieron notar que dejaba la sensación errónea de que justificamos este asesinato.