La invitación de Juan Manuel Santos al ex presidente Álvaro Uribe a reunirse y hablar con “criterio patriótico” de paz parece, por la forma como lo hizo, tener más una intención mediática que una genuina de abrir un diálogo con su principal opositor. Pero si esta conversación se diera, podría ayudar mucho al proceso de paz.

La invitación de Juan Manuel Santos al ex presidente Álvaro Uribe a reunirse y hablar con “criterio patriótico” de paz parece, por la forma como lo hizo, tener más una intención mediática que una genuina de abrir un diálogo con su principal opositor. Pero si esta conversación se diera, podría ayudar mucho al proceso de paz.

 

La invitación de Santos ocurrió después de que Álvaro Leyva le sugiriera en una carta a Uribe que “se metiera” al proceso de paz y un par de semanas después de que el mismo presidente le pidiera a Antanas Mockus que buscara una mediación con el ahora poderoso senador y de que Daniel Coronell comenzara a publicar varias columnas detallando los acercamientos entre el Gobierno Uribe y las Farc para un eventual diálogo de paz. Asunto este último que de alguna manera resta argumentos a Uribe en sus críticas al actual proceso.

Como la mayoría de analistas interpretan la política desde una perspectiva personal, varios han considerado el gesto de Santos como uno de “gallardía” y la eventual reticencia de Uribe a hacerlo como uno de mezquindad.

“Es una campaña mediática para poner a Uribe contra las cuerdas”, dijo a La Silla un analista. “Lo pone en una situación incómoda. Si acepta, muy bien. Si no, queda como un pendenciero”.

Hay dos razones por las que las fuentes consultadas creen que la invitación de Santos podría no ser del todo genuina: por un lado por la forma en la que lo hizo, dado que cualquier experto en negociación sabe que la fase de exploración de una negociación no puede ser pública porque pone al otro contra la pared. Tiene que construirse en privado. Santos lo hizo a través de un trino, muy posiblemente previamente “ambientado” mediante una entrevista de Mockus con María Isabel Rueda en El Tiempo.

Lo segundo es por la misma forma en que horas antes de invitarlo a dialogar reaccionó a las “52 capitulaciones” del ex presidente. Como dijo un uribista, “si estuviera realmente interesado en un diálogo habría discutido cada objeción concreta del ex presidente y no simplemente haberlas desechado diciendo que eran 52 calumnias”.

La respuesta del Presidente a estas críticas puntuales de Uribe, varias de ellas ciertas y otras muy engañosas como lo comprobó La Silla con su Detector de Mentiras, fue despreciarlo: “Qué posición tan irracional, tan falta de sustento, simplemente por criticar u oponerse a un proceso que quiere el pueblo colombiano. Pues no: no les vamos a permitir que se opongan a esa paz. El pueblo colombiano seguirá apoyando un proceso que nos va a cambiar un futuro para un porvenir mucho mejor”

El ex presidente Uribe no ha contestado a la invitación y ha eludido las preguntas de los periodistas al respecto.  


El senador del Centro Democrático José Obdulio Gaviria dijo que “Uribe hablaría de paz si acogen los inamovibles”. Es decir, si se cambia el esquema de negociar sin un cese unilateral de hostilidades por parte de las Farc, se suspende el reclutamiento de menores y el minado. Toca ver si Gaviria estaba hablando por su jefe político, pero lo más seguro es que el ex presidente le “devuelva” personalmente la pelota a Santos dada su habilidad política.

Una necesidad

Que se abra un diálogo honesto intelectualmente entre el ex presidente Uribe y el Gobierno sobre el proceso de paz podría no solo ser muy útil sino necesario, especialmente a medida que se aproxima la discusión sobre las armas y la justicia para los jefes de las Farc. Los expertos en negociaciones de paz dicen que además de la negociación horizontal con la contraparte debe existir una vertical al interior de cada parte.

“No es posible hacer cosas como aceptar cero cárcel a cambio de mucha verdad y desarme, si no hay un consenso entre el establecimiento”, dijo alguien que trabajó muy de cerca en un anterior proceso de paz. “Una de las pocas fallas que tiene este proceso es que no tiene un acuerdo en el Establecimiento de lo que es negociable y lo que no lo es”.

Santos trató de buscar este consenso integrando una comisión negociadora integrada por dos generales de la República y el representante de los empresarios, pero al final esto no ha sido suficiente para darle confianza a todos los sectores, como lo demostró la votación de casi 7 millones de colombianos a favor del candidato uribista que se oponía a cómo se están dando los diálogos.

No es claro, tampoco, si ya sería demasiado tarde para llegar a este acuerdo mínimo entre los dos sectores del poder que representan Santos (uno más urbano) y Uribe (uno más rural) y que hoy están divididos por el proceso de paz.

Por ejemplo, lo acordado sobre lo agrario –que tiene un impacto mucho más grande sobre el sector agrario que representa Uribe porque como lo dijo el ex presidente crea una amenaza real sobre las tierras ociosas- ya sería muy difícil de deshacer.

Sin embargo, abrir este diálogo podría ayudar mucho porque lo que falta es lo más difícil y toca un nervio central de la sociedad: no se sabe qué tanto están dispuestos los colombianos a permitir que no paguen cárcel a cambio de que dejen las armas y cuenten la verdad y reparen a sus víctimas. Ese acuerdo sería fundamental con miras a la refrendación del Acuerdo Final por parte de los ciudadanos.

Quizás puedan aceptar la invitación que hizo el ex senador Juan Lozano hoy en Blu Radio de sentarse a discutir de cara al país las 52 objeciones de Uribe a los acuerdos divulgados.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...