Así va la misión de vacunar al campo en Colombia

Desde que se empezó a pensar la vacunación contra el covid en Colombia, llegar a las zonas rurales era uno de los mayores desafíos del Plan Nacional de Vacunación (PNV). Implica moverse por trochas, en mula y en chalupa, hasta corregimientos y veredas que pueden quedar a un día entero de camino del centro poblado más cercano.

Siete meses después de empezar la inmunización en el país, no hay información oficial consolidada de las coberturas en municipios rurales a nivel nacional ni departamental. Sin embargo, La Silla hizo un análisis usando los datos de vacunación del Ministerio de Salud y las categorías de ruralidad definidas por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) —que divide los municipios del país en ciudades, municipios intermedios, rurales y rurales dispersos. 

Encontramos que, en promedio, la población de los municipios rurales a nivel nacional tiene menor cobertura con esquemas completos que la de las ciudades. Pero detrás hay un universo de diversidad.

Amazonas está más vacunado que Bogotá, por ejemplo. En algunas regiones, incluso, la vacunación ha avanzado mejor en los municipios rurales que en las ciudades. Y las razones son variadas: desde problemas logísticos, hasta retos culturales con comunidades indígenas. 

La brecha de cobertura de esquemas completos entre la población de municipios rurales y las ciudades es de casi 5 puntos, importante pero no enorme. En los rurales dispersos la diferencia es un poco mayor: 6,5 puntos.

En otras palabras, respecto a las ciudades, la vacunación en municipios rurales cae 16 por ciento, y en rurales dispersos, 22 por ciento.

Para entender mejor el problema es necesario ir más allá de los datos nacionales, pues la vacunación varía considerablemente de una región a otra. Esto es, en parte, porque el PNV depende de los entes territoriales: MinSalud distribuye las dosis a los departamentos y distritos y las Secretarías de Salud se encargan de aplicarlas, en articulación con las alcaldías municipales y los prestadores de salud.

Solo entre las coberturas totales de los diferentes departamentos hay diferencias de hasta 40 puntos porcentuales.

Y mientras en algunas regiones la vacunación rural está muy por debajo de los niveles de cobertura que maneja el departamento, en otras lo supera con creces.

Para entender de dónde vienen estas diferencias, y qué factores favorecen la vacunación rural en algunas regiones y la entorpecen en otras, La Silla consultó seis Secretarías de Salud departamentales que han tenido resultados disparejos.

Las grandes dificultades

Según lo conversado con las Secretarías de Salud del Cesar, Casanare y Cauca, estos son los principales factores que han obstaculizado la vacunación rural en los tres departamentos:

  • El rechazo de las comunidades indígenas: En el Cauca y el Cesar, la no aceptación de la vacunación por parte de varias comunidades indígenas —que se concentran en las zonas rurales y dispersas— ha sido un obstáculo importante. En ambos departamentos se vienen realizando mesas de concertación con estas comunidades, y se ha logrado disminuir la resistencia por parte de algunas etnias que incluso han ofrecido un respaldo importante a la vacunación, como los misak en el Cauca. Pero la no aceptación aún persiste en otras.
  • Alta dispersión y difícil acceso: Los tres departamentos tienen un área rural dispersa importante: llegar a las zonas más alejadas del Cauca puede tomar 12 horas de viaje desde la cabecera municipal, 16 horas en el caso de Casanare, y en el Cesar hay asentamientos en la Sierra Nevada que exigen un viaje de hasta dos o tres días. Además, las vías pueden ser difíciles de transitar —toca ir en mula, a pie e incluso en canoa—, sobre todo durante un invierno fuerte como el que se vive actualmente. Y en algunas zonas, como el sur del Cesar, los problemas de orden público dificultan el acceso.
  • Por todo esto, en el Cauca desde el inicio optaron por proponerle al Ministerio de Salud que les permitiera unificar las etapas de vacunación en los municipios más dispersos. MinSalud les permitió implementar esta estrategia desde hace más o menos cuatro meses, lo que les ha facilitado llegar a estas poblaciones. Pero se han topado con otros desafíos.
  • Baja percepción del riesgo: El impacto del covid en las zonas rurales del Cauca ha sido menor que en las ciudades, lo que ha dificultado transmitir la urgencia de la vacunación. En el Casanare sucede algo similar: en los municipios rurales han encontrado una mayor dificultad para educar a la población sobre la vacunación, y tienen problemas de aceptación de la vacuna. Incluso, en el Cesar se ha optado por priorizar la cobertura de las zonas más pobladas (ciudades y cabeceras municipales), pues se considera que la población de zonas rurales y dispersas está menos expuesta al contagio.
  • Las vacunas llegaron después: Por estrategias como la del Cesar, que priorizan la cobertura de las ciudades, y por la imposibilidad de llevar ciertos tipos de vacunas (como Pfizer) a zonas de difícil acceso, varios municipios rurales se demoraron más en recibir sus primeras dosis y arrancar con el PNV. En algunos casos, incluso, se optó por esperar la llegada de vacunas de Janssen, cuyo primer lote llegó a finales de junio).
  • El recurso humano es escaso: La capacidad instalada para vacunación en los municipios rurales es muy limitada. Aunque se hicieron esfuerzos para articular recursos municipales, departamentales y de los prestadores de salud, los pocos equipos disponibles deben responder por la vacunación regular y la vacunación covid, y su capacidad para salir a los territorios más dispersos a hacer una búsqueda activa de las personas que faltan por vacunarse es reducida.

Las claves del éxito

Después de hablar con las Secretarías de Salud de estos tres departamentos, identificamos tres factores que favorecieron la vacunación de municipios rurales y dispersos por encima de las ciudades:

  • Menor dispersión y mejor acceso: Llegar a las zonas más alejadas toma, como máximo, seis u ocho horas. En Atlántico ni siquiera hay municipios rurales dispersos, según la clasificación del DNP. Además, el transporte es mayoritariamente terrestre, y los tres entes territoriales consideran que las vías son relativamente buenas. Aunque en el caso del Valle mencionan problemas de acceso en ciertas zonas por temas de seguridad. 

Al ser menos dispersos, los municipios rurales resultan incluso más fáciles de cubrir que las ciudades, por ser más pequeños. Y con la unificación de etapas, que se generalizó en el país desde agosto, ha sido aún más fácil conseguir mayores coberturas. El Valle, que empezó a realizar pilotos de esta estrategia entre mayo y junio, señala que es lo que más les ha permitido avanzar en la vacunación rural.

  • Estrategias de intensificación y búsqueda casa a casa: Los tres departamentos han implementado estrategias muy similares para cubrir las zonas más rurales y dispersas. En Atlántico y Valle, llevan a cabo jornadas masivas de intensificación con acompañamiento de los equipos de la Secretaría departamental, en las que aumentan los puntos de vacunación durante unos días y hacen barridos casa a casa. “Casi que invadimos el corregimiento haciendo búsqueda activa”, dice Alma Solano, secretaria de Salud de Atlántico.

En Santander, hicieron esfuerzos para que los municipios aumentaran sus equipos vacunadores y pudieran salir a recorrer las poblaciones dispersas. También hacen barridos casa a casa, y además jornadas de microconcentración, donde identifican los lugares más poblados para que los habitantes de las zonas aledañas se concentren ahí para vacunarse. Incluso hubo municipios que organizaron transporte en buses para que las personas pudieran llegar hasta la cabecera.

  • Más confianza en la vacunación: Todas las Secretarías destacaron que entre la población de municipios rurales ha habido menos rechazo a la vacunación. En el Valle lo asocian al trabajo cercano que ha habido históricamente entre el personal de salud y las poblaciones rurales del departamento, que hace que esta población sea mucho más adherente a todos los programas de salud que aquella de las ciudades.

En Santander también señalan que la población rural confía más en las intervenciones de salud —aunque han encontrado resistencia por parte de las comunidades indígenas—, y en Atlántico lo atribuyen a que la desinformación de las redes sociales tiene un menor impacto en el campo. En los tres casos manifiestan que el rechazo a la vacunación en las ciudades es mucho más marcado.

Todos los departamentos que consultamos, tanto los que van bien en los municipios rurales como los que van colgados, manifestaron que las vacunas de Janssen, por ser de una sola dosis, son una ayuda muy importante para cubrir a la población rural y dispersa.

En efecto, revisamos los municipios que recibieron Janssen en junio y julio (los únicos lotes que habían llegado al país hasta antes de esta semana) y encontramos que, aunque hay cierta variabilidad, en promedio su cobertura está en 32,18 por ciento —dos puntos por encima de la cobertura nacional. También tienden a estar 3,7 puntos por encima de la cobertura de sus respectivos departamentos.

Y aunque en dos Secretarías nos dijeron que las dosis de Janssen que han recibido hasta ahora son muy pocas para aportar significativamente a las coberturas, el fin de semana llegaron al país 2,8 millones de dosis de esta farmacéutica que ya empezaron a distribuirse entre los territorios. Previo a estos lotes, los municipios a los que se habían asignado vacunas de Janssen habían recibido suficientes dosis para cubrir, en promedio, al 17 por ciento de su población.

Para octubre, se espera que la vacunación rural coja un nuevo impulso con las nuevas dosis de Janssen y con el problema de escasez general de vacunas solucionado. Quizás esto permita disminuir la brecha de cobertura entre la población rural y urbana. Pero aún quedan por delante muchos viajes en mula, en chalupa y a pie con las vacunas al hombro para que la ruralidad colombiana quede inmunizada.

Soy la Coordinadora Gráfica de La Silla, donde trabajo con periodistas para contar historias sobre el poder en Colombia de manera gráfica e interactiva. Me encargo de mantener la identidad visual en la página web y en los contenidos que publicamos en redes sociales.

Fui periodista de ciencia y salud en La Silla Vacía de 2021 a 2022. También he trabajado en investigación y publicaciones científicas con el grupo de investigación de neurocirugía de la Fundación Santa Fe de Bogotá.