Las medidas que ha tomado la mandataria no han bastado para que dejen de haber heridos en las manifestaciones sociales.

El más reciente choque entre Claudia López y la Policía alrededor del manejo de la protesta social, que se dio el 24 de febrero, cuando Gareth Sella perdió la visión de su ojo izquierdo, ambienta la reforma estructural de la Policía que la oposición está impulsando en el Congreso. 

Ese día, un grupo de manifestantes que iba por la calle 24 con 13 tumbó una moto de Policía que estaba cerca del lugar, mientras los uniformados almorzaban. La empezaron a patear, provocando a los policías que llegaron al lugar a evitar que la vandalizaran.

Según relató el secretario de Seguridad, Hugo Acero, en ese momento los gestores de convivencia y los patrulleros, policías de vigilancia y de tránsito que estaban cerca, intervinieron para bajar los ánimos. Pero algunos manifestantes empezaron a lanzarles piedras a los policías hasta que entró el Esmad.

La Personería de Bogotá, encargada de verificar que se cumplieran los protocolos que creó la Alcaldesa tan pronto se posesionó, dijo que sí se cumplieron. Sin embargo, resultaron insuficientes para prevenir la confrontación.

 

“Se agotaron todas las instancias”, dijo la Personería en una respuesta que le envió a La Silla. Incluso, una de sus funcionarias, Esmeralda Caro, fue herida en la pierna por un ladrillo que lanzó un manifestante. 

En esa misma refriega fue cuando Gareth Sella, un joven de 24 años, salió herido junto con otros tres manifestantes. Sella fue llevado al Hospital San Ignacio, donde le hicieron una cirugía con la que los médicos salvaron su globo ocular, pero perdió la visión del ojo izquierdo. 

Mientras la alcaldesa atribuyó la responsabilidad al Esmad, el comandante de la Policía dijo que “todavía no hay ninguna prueba de un artefacto lanzado por miembros de la Policía Nacional”.

La Policía también sugirió que Gareth había sido una de las personas que había lanzado piedras esa tarde, mientras que López rechazó con vehemencia que estigmatizaran la protesta. 

Para cerrar el cruce de declaraciones, este lunes Claudia López aseguró: “Este va a ser un año electoral, un año de altísima movilización. Si cada movilización le va a terminar costando el ojo o la vida a un joven, esta democracia se socava. De manera que del Esmad no necesitamos explicaciones, sino cambio y reforma”. 

Si hay un tema en el que Claudia López se ha diferenciado de su antecesor, Enrique Peñalosa, es en el manejo de la protesta social. 

Cuando llegó al Palacio Liévano, López implementó un nuevo protocolo para tratar de evitar las agresiones entre manifestantes y miembros de la Fuerza Pública, facilitó la realización de manifestaciones ofreciendo, incluso, escenarios de la Alcaldía para que protestaran, y ha acompañado personalmente las denuncias de brutalidad policial.  Asimismo, la semana pasada inició la capacitación dirigida por la Alcaldía para miembros de la Policía en Derechos Humanos a más de 900 uniformados. 

Pero su frustración con lo que sucede en las manifestaciones no ha mermado. Por eso, ahora le lanza la pelota al Congreso y al Gobierno Nacional y comienza a ambientar una reforma de la Policía en la que está empeñado no solo su partido, la Alianza Verde, sino también el Polo Democrático. Una reforma que, además, probablemente se convertirá en un tema de campaña para el 2022 como sucedió en las pasadas elecciones en Estados Unidos.

La reforma, una bandera electoral

En el Congreso, el senador del Polo, Iván Cepeda y del verde, Antonio Sanguino, promovieron una reforma constitucional al fuero penal militar para que los delitos cometidos por miembros de la Policía fueran conocidos por la justicia ordinaria. 

Aunque el acto legislativo no se debatió en la legislatura pasada y fue archivado, hay otras dos reformas que siguen vivas: la reforma estructural a la Policía, en la que se busca modificar desde la educación y doctrina que reciben los policías hasta que dependan del Ministerio del Interior en su cadena de mando, y no de Defensa. 

La otra busca prohibir o restringir el uso de algunas armas no letales por el Esmad, ya que por el uso de estos artefactos hay manifestantes que han perdido la vida, como sucedió con Dilan Cruz. Ninguno ha pasado al primer debate. 

Pese a los intentos que se harán en la siguiente legislatura por hacerlas aprobar, los propios autores de estos proyectos consideran que es difícil que pasen esas iniciativas en este gobierno. 

“Vamos a intentarlo, pero no vemos el apoyo del ejecutivo ni el ambiente en el Congreso para que estas reformas sean aprobadas”, dijo el senador Iván Cepeda. Agregó que espera que en el próximo gobierno cuenten con mayorías en el Congreso para que el cambio en la Policía sea una realidad.

Dos expertos en seguridad consultados por La Silla coinciden en que esa reforma es importante. 

“Esos enfrentamientos son cíclicos. Se repiten casi que con la misma teatralidad y la violencia va escalando. Pero la reforma no sería tanto de no tener una fuerza antimotín sino de, por ejemplo, de formar a la policía de tal manera que se cumpla el protocolo de la fuerza”, dijo Miguel Silva Moyano, politólogo y experto en seguridad. 

Para Jerónimo Castillo, director de Seguridad y política criminal de la Fundación Ideas para la Paz, el abuso podría reducirse en el corto plazo si se lograra que los entes de control como la Fiscalía, la Personería y la Procuraduría dieran mayores resultados. 

Ambos coinciden, también, en que la reforma a la Policía será un caballito de batalla en las próximas elecciones. 

La confrontación entre López y la Policía es un anticipo de lo que viene.

Soy periodista de Bogotá en La Silla Vacía. Estudié periodismo en la Universidad Externado y después trabajé en la Revista Semana. Allí cubrí cultura e informes especiales en un comienzo y más tarde Bogotá y confidenciales. Me pueden escribir a pdoria@lasillavacia.com o a @PaulaDoriaG en Twitter.