Hoy la Alcaldía de Enrique Peñalosa realiza el simulacro distrital, que pretende evacuar a 2 millones de personas. La participación en ese ejercicio, que comenzó con Samuel Moreno, viene cayendo desde el gobierno Petro.
Así la Alcaldía cumpla hoy su proyección de sacar a las calles de Bogotá a 2 millones de personas en el noveno simulacro distrital de evacuación, el segundo que realiza el gobierno de Enrique Peñalosa, la participación seguirá siendo mucho menor que la que tuvo cuando se comenzó a hacer ese ejercicio en la Alcaldía de Samuel Moreno. Y eso implica que cada vez menos gente está preparada para una emergencia como un terremoto.
La cifra de participantes comenzó a bajar en la administración de Gustavo Petro (2012-2015) y, aunque ha tenido repuntes, el año pasado participaron 1,7 millones, casi tres veces menos que en 2010, cuando salieron 4,8 millones.

Fuente: Idiger
La Silla Cachaca habló con los directores del Idiger en las administraciones de Moreno, Petro y Peñalosa para entender el bajonazo, teniendo en cuenta que el acuerdo que ordena hacer el simulacro ordena que sea “con la participación de todos los habitantes de la ciudad”.
La conclusión es que cada vez se cuenta menos gente porque ya el simulacro ya no se hace por fases, y de todas formas la participación tiende a bajar porque el interés de la gente en ese ejercicio tiende a la baja.
Los cambios
Moreno comenzó a hacer los simulacros después de que el Concejo aprobó la propuesta de Felipe Ríos, entonces concejal de Cambio Radical que hoy aspira a la Cámara por ese partido, de realizar un simulacro obligatorio al año.
Guillermo Escobar, director del Fopae (hoy llamado Idiger) en ese gobierno, explicó que llegaron a contar 4,8 millones de participantes porque sumaban eventos durante dos semanas.
Los simulacros comenzaban en colegios y universidades, antes del día del simulacro general, y a estos estudiantes y profesores los sumaban a los de ese día, en el que participaban sobre todo trabajadores de entidades públicas y empresas formales (no trabajadores informales o desempleados, por ejemplo).
Petro llegó en 2012 a realizar el cuarto simulacro, que tuvo una caída dramática a 1,2 millones de participantes a pesar de mantener esa metodología.
Por eso buscó sumar al simulacro grande de octubre otros más pequeños con públicos específicos, como por ejemplo en centros comerciales en las noches, o un fin de semana para involucrar más gente que estuviera en sus casas.
La diferencia con Moreno fue que la participación de esos simulacros pequeños no la sumaba a la del principal en toda la ciudad. “Si usted suma todo eso podría llegar a los 2 o 3 millones”, le dijo a La Silla Javier Pava, que fue director del Idiger en ese gobierno.
Pero como la participación no volvió a ser tan alta, el entonces alcalde aseguró en 2014 que la ciudad no estaba preparada para una emergencia de grandes magnitudes.
Pava explicó que eso se debe en parte a que, desde que llegaron a la Alcaldía, la gente había comenzado a perder interés. La novedad de un gran simulacro estaba perdiendo su atractivo. En 2015, último año de ese gobierno, se registró de hecho la participación más baja hasta ahora: un millón de personas.
A pesar de eso Peñalosa en 2016 logró sacar a 1,7 millones, y para este año el Idiger proyecta que sean 2 millones.
Su director, Richard Vargas, nos dijo que no sabe por qué en años anteriores hubo más del doble de participantes, pero que eso no es tan importante como el interés en participar que han mostrado cerca de 11 mil instituciones que se inscribieron, entre colegios, jardines, empresas públicas y privadas, y conjuntos cerrados.
“Este año se inscribieron mil empresas privadas más que en 2016 (pasaron de 6 mil a 7 mil) y por primera vez lo hicieron las notarías, lo que indica que el tipo de instituciones vinculadas es más diverso y eso es positivo”, agregó.
Igual admite que como son esas mismas instituciones las encargadas de enviar la información sobre el número de participantes para que la Alcaldía consolide la cifra final, es imposible saber a ciencia cierta si todas finalmente participan (el Distrito no tiene la capacidad de ir a contar en cada esquina cuánta gente participó, lo que además sería muy costoso). “Estamos sometidos a esa dinámica”, concluyó.
De todas formas, mientras para él el simulacro sigue siendo útil para generar conciencia, sus antecesores consideran que es hora de repensarlo porque sienten que el ejercicio está desgastado.
Escobar, por ejemplo, precisa que “si bien hay una diferencia de medición entre los primeros y los últimos, se siguieron haciendo de una manera monótona, concentrando todo un mismo día, y es posible que la gente ya no salga porque lo ve como algo rutinario”.
Con la participación de hoy se sabrá si se mantiene esa tendencia y así marcar el rumbo de la forma como se sigan haciendo los simulacros en los próximos años, si Peñalosa decide cambiar la forma de hacerlos.