Es una meta muy ambiciosa, lo que puede ser positivo, pero lograrla depende de variables que él puede controlar poco o nada.
Una bandera de la propuesta económica de Miguel Uribe para Bogotá es lograr que la economía de la ciudad (el Producto Interno Bruto, PIB) crezca al menos el 6 por ciento al año mientras él sea alcalde. Y eso, según sus asesores, será posible gracias al impulso que él pretende darle a la construcción de vivienda, a las exportaciones de la industria y a la continuación del plan de obras que dejará andando el alcalde Enrique Peñalosa.
La Silla Cachaca pasó esa propuesta por el Carretómetro (como ya lo hicimos con propuestas de Hollman Morris, Carlos Fernando Galán y Claudia López), y después de hablar con la campaña de Uribe y con siete expertos en el tema, encontramos que aunque es una meta muy ambiciosa, es prácticamente imposible de cumplir porque lograr ese crecimiento no dependería de él como Alcalde, sino, y sobre todo, de factores externos a la Alcaldía e incluso al Gobierno Nacional, como el comportamiento de la economía internacional.
Y en todo caso, hoy los indicadores no pintan bien.
La propuesta
Según Sandra Perdomo, una de las coordinadoras programáticas de la campaña de Uribe Turbay, si la Alcaldía tiene un rol más activo en la economía de la ciudad puede jalonar y promover el crecimiento a través de políticas públicas.
Esas políticas, proponen ellos, se centrarán en tres puntos principales.
Primero, garantizar la habilitación de suelo para fomentar la construcción de vivienda. El factor que consideran más importante ejecutar el POT que Peñalosa radicó en el Concejo, que incluye proyectos como Lagos de Torca, Ciudad Río, Ciudad Norte y Lagos de Tunjuelo, en los que en 12 años pretende construir 600 mil viviendas.
Eso pretenden complementarlo con más subsidios de los que existen hoy para comprar vivienda, con la idea de que la gente pueda tener casa propia más fácil.
Segundo, continuar las obras que deje la administración Peñalosa, que, según Perdomo, han sido contratadas por 45 billones de pesos y que generarán 500 mil empleos en diferentes sectores.
Tercero, con el dólar en 3.500 pesos promoverán, de la mano del Gobierno Nacional, las exportaciones del sector industrial de la ciudad.
Todas estas propuestas que buscan el crecimiento económico, lograrían la creación de nuevos empleos formales, la disminución del desempleo y la pobreza en la ciudad, añadió Perdomo.
Una meta muy ambiciosa
En los últimos 13 años (el último año de Lucho Garzón, los gobiernos completos de Samuel Moreno y Gustavo Petro, y lo que va del de Peñalosa) el crecimiento del PIB en Bogotá ha variado entre 1,9 (2017, con Peñalosa) y 6,3 (2007, con Lucho), como se puede ver en este cuadro.
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El 6,3 del 2007, sin embargo, fue un crecimiento extraordinario que no se ha visto desde entonces, pues con la crisis económica de finales de la década pasada hubo una tendencia a la baja que, con algunos repuntes, ha mantenido el crecimiento anual en cifras mucho menores.
Durante la administración Peñalosa, de hecho, el PIB ha crecido entre el 1,9 y el 3 por ciento, por lo que el reto que se propone Uribe Turbay de crecer al 6 por ciento sí es muy ambicioso, lo que en sí mismo no es negativo.
El problema es si es lograble, y por las condiciones de la economía y su posibilidad de incidencia como alcalde todo indica que no.
“No se debería comprometer con esa cifra”, le dijo a La Silla Cachaca el Decano de Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, Carlos Sepúlveda. “Esas tasas más allá del 5 por ciento son resultado de una reestructuración del aparato productivo”, que en este caso Uribe Turbay no está proponiendo.
La construcción ayuda a jalonar, pero no tanto
El cálculo final del PIB, tal y como lo mide el DANE, sale de la suma de la plata que producen 12 sectores en la ciudad, entre los que están agricultura, industria manufacturera, explotación de minas, comercio, actividades financieras, construcción, entre otros.
Por los planes que tiene Uribe Turbay es importante, entonces, que la construcción tenga un peso muy grande para impulsar todo el crecimiento de la economía de la ciudad. Sin embargo, de los 13 años analizados en el cuadro de arriba, en el que más creció la construcción fue en 2015 (último año de Petro) cuando alcanzó el 24,6 por ciento. Pero a pesar de ese buen desempeño, ese mismo año el PIB de Bogotá fue de 3,8.
Es decir, le tocaría impulsar la construcción muchísimo más que lo que creció en ese año extraordinario para cumplir su meta.
Ni Uribe Turbay ha dado una meta de crecimiento de la construcción si es alcalde, ni en su campaña nos dieron un número específico, por lo que no es claro hasta cuánto efectivamente espera llegar en ese punto. En lo que insistieron fue en que el principal jalonador será la construcción de vivienda que propone el POT de Peñalosa, y hacer las obras que el alcalde dejará contratadas.
“Si el POT se pone a andar en los cuatro años de la próxima alcaldía se lograría un crecimiento del 6 por ciento en el sector de construcción, pero no es seguro que eso haga crecer el PIB total de la ciudad al 6 por ciento”, le dijo a La Silla Cachaca una exdirectiva de Camacol Bogotá que pidió reserva para no comprometer su actual empleo.
Lo que sí puede asegurar la propuesta de Uribe Turbay de meterle toda a las obras es la generación de más empleo, dice el Decano de Economía del Rosario, que en sí mismo puede ser un factor que jalone la economía, aunque, de nuevo, no a los niveles que pretende el candidato.
Según la Encuesta Integrada de Hogares del DANE de este año, la construcción en Bogotá emplea unas 305.981 personas, el 7,3 por ciento del total de empleos de la ciudad.
Un alcalde no controla las exportaciones
Uribe y su equipo parten de que con un dólar más fuerte como el que ahora tiene el país, impulsar las exportaciones de Bogotá es positivo en la medida en que eso garantiza más ingresos para la economía de la ciudad.
El BID, sin embargo, ha dicho que aunque puede haber un aumento de las exportaciones en las economías latinoamericanas por esa razón, no es tanto (cerca del 1 por ciento). Sin embargo, también advierte que otro efecto es, precisamente, que se afecte el crecimiento económico porque, precisamente, disminuyen las importaciones entre países de la región.
La Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), ha advertido además que con el dólar fuerte posiblemente ganen las exportaciones de materias primas como el café y el petróleo, pero productos con valor agregado que necesiten importar materias primas para su elaboración se pueden ver afectados, precisamente, porque éstas salen más caras.
Por otra parte, todos los expertos que La Silla Cachaca consultó coincidieron en que el alcalde de Bogotá difícilmente puede incidir en que aumenten las exportaciones de la ciudad.
Según Leopoldo Fergusson, profesor de economía en la Universidad de Los Andes, esto se debe a un problema de productividad en las empresas y la falta de un entorno idóneo para producir, pues lo que producen es poco en relación con el número de empleados que tienen.
Él y Marc Hofstetter, que también es profesor de economía en Los Andes, coinciden en que el crecimiento económico depende de factores públicos y privados, nacionales e internacionales que a un Presidente de la República le queda difícil controlar. Y eso que éste tiene incidencia en variables macroeconómicas, que un alcalde no controla.
Otro factor que le jugaría en contra a Miguel Uribe como alcalde sería la actual desaceleración económica mundial. Y es que aunque Colombia sigue aumentando su crecimiento, a diferencia de países de la región como Brasil y Argentina, para este año el Banco de la República estima que sea inferior al 3,2 por ciento, lo que sería difícil de superar, nos dijo el Decano de Economía de El Rosario.
Uribe también jugaría con el viento en contra por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, porque para la industria del país es complicado competir con los precios de productos chinos en el mercado internacional, que están llegando mucho más a otras economías a las que podría llegar Colombia debido a que ya no entran tan fácil a Estados Unidos.
A lo que sí podría apuntarle Uribe, coinciden los expertos, es a revitalizar la industria bogotana y aumentar la competitividad promoviendo la productividad industrial y creativa e identificando los nichos de producción locales (como el Restrepo con la producción de zapatos). Los resultados, sin embargo, no se verían en un corto plazo.
