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L.S.V. es La Silla Vacía
C.L. es Claudia López
L.S.V. ¿Cómo evalúa estos dos años de gobierno, la mitad de su mandato?
C.L. Yo llegué acá para mejorarle la vida a las mujeres, a los jóvenes y a la clase media. Las mujeres nunca han perdido más empleo. Vine a defender a los jovenes y ¡joder! los han matado dos veces. He llorado mis ojos. Digo ‘Dios mío, esto era el sueño de mi vida. ¿Por qué? Todo lo que yo quería que mejorara cuando llegué a la Alcaldía empeoró por la pandemia. Todo’. Eso ha sido tan duro que ahora digo que nada puede ser peor. De todas las plagas que nos tocaron solo nos queda la campaña. Así que me siento optimista porque ya pasaron los dolorosos, espero que vengan los gloriosos. Y en medio de la crisis, igual pude lograr cosas también.
L.S.V. ¿Qué cosas?
C.L. El sistema del cuidado, que mejora la vida de 1.2 millones de mujeres que estaban encargadas de cuidar a alguien, va. La educación de los jóvenes a los que me debo, va. En estos dos años creamos Atenea, la agencia de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. Ya no damos créditos sino 20 mil becas completas de educación superior con las mejores universidades del país de programas más cortos, más baratos y más pertinentes para conseguir empleo. Y lograremos una ciudad más compacta, en la que a uno le quede cerca un colegio, un hospital, el transporte. Eso a través de la Región Metropolitana, el Estatuto Orgánico de Bogotá y el POT. Eso es un legado. Un colegio más o un colegio menos no es un legado. Pero esto va a cambiar la ciudad.
L.S.V. Usted dice que le queda la plaga de la campaña. ¿Por qué cree que se ha convertido en blanco de ataques tanto de la izquierda como de la derecha?
C.L. Es que yo le gané las elecciones a Petro, a Peñalosa y a Uribe. Pero no quiero meterme en la campaña. No tengo ningún interés en eso. Cuando le he respondido a Duque no ha sido porque quería pelear con él. Solo respondo cuando creo que se meten con mi ciudad y que nos iban a afectar. Entiendo que mi rol es ser alcaldesa, no senadora, y quiero darle prioridad a esto.
L.S.V. Peñalosa está haciendo campaña diciendo que todo lo que usted va a entregar son las obras que él le dejó contratadas.
C.L. Enrique cree que fundó el río Bogotá. Eso mide su nivel de megalomanía. Yo soy uno de sus sparrings. En su orden de prioridades va primero contra Petro y luego contra Claudia. Igual que la coalición de la derecha.
L.S.V. Pero también le da palo su propio partido.
C.L. Bienvenida a mi bancada que es joven, pila, preparada y primípara. Son solo tres concejales los que hacen mucho ruido y unos pocos congresistas. La primiparada es gobernar para el corto plazo, por el like de hoy y yo no puedo gobernar para el like del día. Y hay tres concejales que lo escogieron: Martín, Diego, y Leal. Lucía sabíamos que iba a estar en la oposición desde el principio. Ella es peñalosista y uribista.
L.S.V. ¿Qué está en juego con esta campaña para Bogotá?
C.L. Quiero hacerles varias preguntas de sí o no a los candidatos. Bogotá tiene el 30 por ciento de cofinanciación para varios proyectos. ¿Ellos van a poner la contrapartida de la nación del 70? ¿Van a cofinanciar la segunda línea del metro? ¿Nos van a dar la plata para el Regiotram del norte? Bogotá quiere hacer el anillo logístico de Occidente. ¿Nos van a dar la plata? Queremos hacer tres campos universitarios en Suba, Kennedy y Ciudad Bolívar. Ponemos los terrenos, y diseños. ¿Les van a cumplir a los jóvenes? ¿Van a mantener el ingreso solidario? Hay 20 mil becas para los bogotanos, pero se gradúan 40 mil al año. ¿Van a poner las otras 20 mil? Logramos que el Presidente nos diera el 30 por ciento de la plata que se cobra por peajes, pero debería ser el 50. ¿Nos van a dar la mitad o nos van a seguir atracando? ¿Para cuándo la plata para subsidiar la ayuda a los migrantes que estamos atendiendo?
L.S.V. Hizo algunos enroques en su Gabinete. Por ejemplo, pasó a Felipe Jiménez a Gobierno y a Luis Ernesto Gómez a Gabinete y vocero oficial. ¿Por qué?
C.L. La relación con el Concejo estaba densa y desgastada. Yo sí sentía que ahí necesitábamos un aire. Uno como ser humano empieza a perder la paciencia y pues así no la logra. Ahora, después de Angélica Lozano, la persona que mejor conoce mi vida personal, mi estilo gerencial y de hacer política es Felipe, quien además tiene todo en la cabeza porque era el jefe de gabinete. Pero él siempre ha estado atrás. Es un tipo chévere, lo aprecian porque su rol no implicaba roces ni desgaste. Entonces le dije “Turno al bate, mi hermano”. Y a Luis Ernesto lo pasé a Gabinete porque es un excelente ejecutor.
L.S.V. ¿Quién va a quedar en Integración Social? ¿Será alguien del Polo?
C.L. Voy a hacer otro enroque: Margarita Barraquer, que era secretaria general pasa a Integración.
L.S.V. ¿Y en la Secretaría General?
C.L. No he decidido.
L.S.V. ¿El Polo entonces se quedará sin representatividad en su gabinete?
C.L. Querida, mi gobierno no es de cuotas.
L.S.V. Pero con usted gobiernan las personas que hicieron campaña…
C.L. Obvio yo gobierno con la coalición con la que gané. El Polo ya no es el Polo, sino que institucionalmente es Colombia Humana. Pero pues concejales como Celio y Alvarito siguen gobernando conmigo. Ellos son amigos de mi mamá y míos de toda la vida. Y con Manuelito (que ahora hace parte de Dignidad) hemos hecho campaña juntos en la calle. Con ellos seguimos gobernando en coalición. El mundo no se acaba en 2022.
L.S.V. ¿Ha pensado en hacer más cambios? ¿Se siente satisfecha con el trabajo de sus funcionarios?
C.L. No solo les agradezco, sino que les tengo un amor profundo. Por ejemplo, a Alejandro Gómez lo invité a ser secretario de Salud, no a manejar una pandemia mortal y, sin embargo, el hombre sigue ahí firme. En Movilidad habría dejado a Nicolás. Logró sacar el sistema de bicicletas públicas, desmontó el Sitp provisional y sacó el cobro por parqueo en vía. Otra cosa es que la movilidad va a ser muy difícil desde que dependamos de los carros contaminantes. Con Hugo pues él se fue y también había un tema de desgaste y de capacidad de ejecución. A Xinia no la habría movido, pero ajá, quería ser juez. Ellos podrían tener un trabajo más fácil y mejor pago. Todos son brillantes. Los amo.
L.S.V. Aunque usted está contenta con esa gestión, los bogotanos no tanto. La última Gallup muestra que el 82 por ciento de los ciudadanos piensa que la ciudad va por mal camino y el 58 desaprueba su gestión.
C.L. Hay tres razones. La primera. La gente la ha pasado muy mal. Nos enfermamos, nos empobrecimos, nos quebramos, perdimos seres queridos. Raro sería que la gente hubiera mantenido el optimismo.
Lo segundo. Tengo tres monstruos encima: Petro, Uribe y Peñalosa, con bodegas, concejales, congresistas que no me dejan respirar. Su único propósito en la vida es que a mí me vaya mal. Es una mezquindad infinita porque quieren que le vaya mal a Bogotá y a 10 millones de ciudadanos.
Tercero, mis propios errores. Mis salidas de tono son lo que más me cuesta. Eso de “sumercé, trabaje juiciosa” o “venda el carro” salió muy mal. Lo que me da tristeza y lo imperdonable es que son frases que muestran falta de empatía y no es el mensaje que quiero dar.
L.S.V. ¿Cómo se hace evidente ese supuesto deseo del uribismo de que le vaya mal a Bogotá?
C.L. ¿Has visto que ataquen a otro alcalde? Por mi cargo y mi visión política soy trompo de poner. Bueno en los últimos días solo a Daniel Quintero, pero de resto es solo a mí. Dicen que Bogotá es lo peor y que el centro es lo peor. Pero cada vez que les preguntan por el Gobierno Nacional dicen que bien, que es que les tocó la pandemia. Pero cuando hablan de Bogotá es como si acá no hubiera pasado el covid. No juzgan con el mismo rasero.
L.S.V. Un pequeño paréntesis ya que habla de Quintero ¿Qué piensa del proceso de revocatoria?
C.L. No estoy de acuerdo con ninguna revocatoria y menos en este momento. ¿Qué va a decir la historia? En la peor crisis de la humanidad los políticos procuraron que al otro le fuera mal y el que perdió, procuró tumbar al que ganó. ¿Really? ¿Esa es talla? ¿Ese es el nivel de liderazgo? Me parece una mezquindad, falta de visión y de empatía con los dolores de la gente en este momento.
L.S.V. Si gana Petro, con quien ha tenido fuertes enfrentamientos, puede haber una relación problemática para Bogotá?
C.L. Si pude gobernar con Duque, tengo que poder con Petro.
L.S.V. Parte de las criticas a su gobierno es porque ha tomado decisiones en contravía de lo que prometió en campaña.
C.L. La izquierda y la derecha me critican por cambiar de decisión porque son dogmáticos. Yo nunca voy a anteponer lo que le convenga a mi popularidad personal sobre lo que le conviene a la ciudad con las nuevas circunstancias que tengo. Cada cosa tiene una explicación específica, pero todas son situaciones en las que hay un contrato de por medio que implica que yo les traslade a los bogotanos el costo de posibles demandas.
Por ejemplo, la 68. Dije de todas las formas que no quería esa troncal de Transmilenio. Cuando llegué a la Alcaldía me citaron en el Gobierno Nacional y me dijeron que esa obra viene amarrada al metro. Entonces puse en una balanza el costo político de incumplir un contrato firmado y cumplir con mi promesa o ver qué le conviene más a la ciudadanía. Si yo incumplo el contrato del metro pues me iba a quedar de para arriba la cofinanciación para la segunda línea. Entonces asumí el palo de la 68.
L.S.V. Hay otras promesas que no tienen que ver con contratos, como ser jefe de la Policía.
C.L. Pues es que yo ejerzo mi rol como jefe de Policía, pero no como la jefe de la Policía. Es un tema de expresión. Cada martes estoy en consejo de seguridad, tiro línea, pregunto por las cifras. Pero al final, la Policía le responde y le obedece al director de la Policía Nacional.
L.S.V. También había dicho que el pico y placa era un recurso que no servía, ¿qué le hizo reconsiderar esta decisión?
C.L. La verdad no me gusta el pico y placa, preferiría algo más flexible porque eso incrementa el parque automotor, por eso pusimos dos alternativas: carro compartido, que es lo que esperamos que se aumente, y pico y placa solidario. Me enfrento a algo concreto: Bogotá no va a tener mejor movilidad hasta el 2025, cuando entra en operación la Cali, las Américas, la Caracas, la 68, la ALO sur, la ampliación de la autonorte y de la Séptima. Eso era lo que teníamos a la mano.
En 2028 va a estar la calle 13, el metro y la 63 ampliada hasta Funza. Y dos cables más. Pero ocho años es mucho. Y pues las obras hechas mejoran, pero mientras las construyen empeoran la movilidad. Es calamitoso. Eso era lo que tenía a la mano.
L.S.V. Esta semana hubo protestas por el aumento del pasaje de Transmilenio ¿Cómo va la renegociación de los contratos de Transmilenio, que fue otra promesa de campaña?
C.L. Petro, que se la pasa criticando a Transmilenio, les extendió los contratos a los operadores privados a cambio de nada.
El transporte público es financiado por el Gobierno Nacional en el mundo. En 2019 Peñalosa tomó dos decisiones inauditas. Les extendió los contratos a los privados a cambio de renovar la flota, bien, de mejorar el servicio, bien, ¿pero a cambio de qué? Les transfirió al bolsillo de los bogotanos todo el riesgo financiero. ¿Qué clase de negocio privado es el que un privado no corre ningún riesgo? Así que todos los costos, el paro, la falta de demanda, el costo de la financiación o lo que sea lo asume la ciudad. Bueno pues ya montamos la mesa de negociación con los operadores y esperamos llegar a un acuerdo este año.
L.S.V. ¿Y qué tan bien parada está la Alcaldía en esa negociación que no es nada fácil?
C.L. Bogotá va tener un operador público de transporte a mitad de este año. 2022, no 2030. Serán 100 por ciento de mujeres conductoras, cabezas de familia, flota eléctrica. Con ese operador, si se ponen muy salsas yo también voy a tener cómo operar el sistema. Antes no tenía cómo y ese es otro logro importante.
L.S.V. Hablemos del POT. Incluso concejales aliados le pidieron que no lo sacara por decreto. ¿Por qué no lo volvió a presentar cuando el Concejo se comprometió a actualizar el reglamento y a sacarlo por consenso después de elecciones?
C.L. Cinco de los 15 concejales que me mandaron la carta ya estaban montados en su miniempresa electoral. Se habían comprometido con algo en lo que no iban a participar. Galán dejó tirado el Concejo, dejó tirado el Senado. Ese es Galán. Ofreció un compromiso cuando sabía que no lo iba cumplir.
L.S.V. ¿No se trató más bien de evitar el desgaste que significaba para su gobierno en medio de las elecciones?
C.L. ¿Desgaste para quién?
L.S.V. Para usted, para su gobierno.
C.L. Es decir, ¿planteas que yo pienso en mí y no en Bogotá?
L.S.V. Lo han planteado varios de sus críticos.
C.L. No, no. El día que mandaron la carta varios concejales sabían que iban a renunciar. Lo que les importaba es qué pasa con su miniempresa electoral, lo que pase con Bogotá y el POT los tiene sin cuidado. Dejaron el cargo tirado.
Ahora, Bogotá nunca ha tenido POT por acuerdo. Es un problema de la corporación, más allá de los concejales. Bogotá no puede pagar el costo de seguir sin POT, el desgaste no es para mí sino para la ciudad. No tener vivienda, estar contaminados No podíamos esperar más, por ejemplo, para que los estratos más bajos tuvieran una casa digna de un metraje mínimo con dos habitaciones, aunque a algunos les parezca mucho.
L.S.V. ¿Cómo piensa blindarlo de las demandas que ya se están presentando?
C.L. El único riesgo del POT es que Uribe y Peñalosa lo quieren tumbar. Los que firmarán las demandas son todos sus alfiles. La señora de Probogotá es la exsecretaria de Peñalosa, Miguel Uribe es el de Uribe y Peñalosa, Henao igual y así.
Todo porque este POT les impone a los constructores que además de ganar ellos tiene que ganar la gente y la ciudad. Es increíble que se opongan a que una familia tenga una casita digna con dos cuartos, con escuela, centro de salud, escuela y CADE a media hora de su casa y no a hora y media, y sin que sigamos dependiendo del monopolio del negocio de Transmilenio, sino que tengamos Metro, trenes y cables.
Que los constructores ganen, pero no que se la ganen toda a costillas de la gente, sino que también hagan vivienda digna y buena ciudad.
L.S.V. Pero hay otras demandas en curso de ciudadanos que tienen críticas al POT y que no tienen que ver con Peñalosa y Uribe.
C.L. El riesgo real es Peñalosa y Uribe. Nosotros nos comprometimos a reglamentar apenas decretáramos el POT las inquietudes que recogimos en el cabildo abierto, las inquietudes de la ciudadanía. Por ejemplo, los barrios residenciales netos tendrán la garantía de que no tendrán servicios de alto impacto como bares, discotecas y servicios sexuales pagos. Vamos a dar tiempo a los bares de salir de las zonas residenciales. Vamos a dar tiempo a los recicladores y subsidios. Por el lado de los constructores vamos a reglamentar los trámites para que se puedan agilizar las licencias. Esa fue una petición de ellos y la idea es que cuanto antes quede claro cómo interpretar la norma.
L.S.V. Hablemos de la seguridad. La tasa de homicidio aumentó un 7 por ciento en Bogotá.
C.L. Todo el país empeoró. No quiero desprestigiar a mis colegas. En el mundo entero la pandemia tuvo un efecto negativo en la seguridad. En Colombia el homicidio empeoró 11 por ciento y en Bogotá 7. Estamos por debajo de la tasa de otras ciudades.
L.S.V. Alcaldesa, pero eso no es consuelo porque desde el 94 veníamos mejorando en ese indicador.
C.L. Es cierto, es la primera vez que empeora en mucho tiempo y eso me duele profundamente. Lo siento, es dramático. Pero lo que les quiero decir es que hemos hecho todo los esfuerzos para que no esté peor y que este año vamos a ver resultados concretos.
L.S.V. En qué se van a ver reflejados esos resultados. La gente se queja de los atracos más violentos, los vecinos de los portales de Américas o Suba ya no soportan los problemas de orden público.
C.L. Los factores que aumentaban la inseguridad están mejorando. Estamos recuperando el empleo, estamos disminuyendo la pobreza, estamos haciendo inversión social. Le dije al presidente ‘Bogotá necesita 10 mil policías más. O empezamos a cerrar ese déficit o yo no tengo cómo mejorar esto. Necesitamos Policía y justicia que funcione. Yo puedo hacer esfuerzos, pero milagros no’. El Presidente me dio la razón y entre agosto y diciembre llegaron 3.300 policías más. Eso nos tiene que servir. Y van a llegar 1.500 más. Y dentro de poco se sancionará la Ley de seguridad ciudadana.
L.S.V. Sobre esa Ley, algunos expertos han criticado que se aumenten las penas, les parece un retroceso y que va en contravía de la presunción de inocencia.
C.L. Pero es que si una persona lleva un arma y te intimida es porque está dispuesta a usarla. No puede ser que tengamos que esperar hasta que te maten por un celular o una bicicleta para que cuando menos le den una medida de detención preventiva.
L.S.V. Se ha tenido que retractar por relacionar la inseguridad a la migración. ¿Reconoce que con esas declaraciones se equivocó?
C.L. Sí, porque ni soy xenófoba, ¡hágame el favor!, ni el propósito era generar un debate estigmatizante sobre la población migrante que viene huyendo del hambre y la dictadura, sino explicar múltiples factores que afectaron el incremento de hechos de inseguridad como el atraco violento, por reclutamiento criminal oportunista, por el nulo control de antecedentes penales y por la reconfiguración de organizaciones criminales. Pero como me dijo un amigo, ‘no aclares que oscureces’. Es un tema muy complejo y delicado así que he sido mucho más cuidadosa en la manera que me refiero a eso.
L.S.V. ¿Ha pensando en qué va a hacer después de la Alcaldía? ¿Le quedan ganas de más política?
C.L. Volver a dormir. Tener una vida. (Risas). La verdad aún no lo sé.
L.S.V. ¿Cómo quiere ser recordada como alcaldesa?
C.L. Como una mujer que nunca se rindió para cuidar a diez millones de personas en la peor crisis de su vida.