Mientras el discurso de López está centrado desde un comienzo en los ciudadanos, el de Duque privilegió inicialmente a las empresas, aunque esta mañana lo matizó.
Los anuncios que hicieron entre ayer y hoy el presidente Iván Duque y la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, para afrontar los efectos del Coronavirus marcaron el contraste entre el tipo de liderazgo de cada uno. Además, mientras el discurso de López está centrado desde un comienzo en los ciudadanos, el de Duque privilegió inicialmente a las empresas, aunque esta mañana lo matizó.
El contraste
Claudia López convocó ayer a una rueda de prensa desde por la mañana, convocando personalmente a través de su jefe de comunicaciones, Guillermo Cuéllar, a los directores de medios; además, también convocó a empresarios y líderes de gremios con la idea de tener reunidos a la mayor cantidad de líderes de opinión porque la Alcaldesa sentía que la única forma de enfrentar esta crisis era si todos estaban juntos en el mismo propósito.
El Presidente Duque, por su parte, ya había hecho una alocución televisiva el domingo en la que anunció que el Gobierno tenía todas las alertas prendidas, y trató de generar tranquilidad al hacer énfasis en que el país ya tiene experiencia en el manejo de estos casos, y que es “un momento para estar unidos, para no dejar que el miedo y la desinformación detengan nuestra vida cotidiana”.
Esa intervención, sin embargo, se vio opacada porque continuó el escándalo de la Ñeñepolítica y porque al día siguiente viajó a Nueva York a reunirse con el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres.
Delegó la vocería del manejo de la crisis en su recién posesionado Ministro de Salud, Fernando Ruiz, quien ha desplegado una estrategia de comunicación por todos los medios de comunicación explicando las medidas de prevención que deben asumir los colombianos y las empresas en el día a día.
En general, el Gobierno Nacional ha seguido hasta ahora los protocolos necesarios para atender la emergencia y, como contamos, tiene la ventaja de estar mejor preparado que cuando llegó el H1N1 pues con el manejo del Zika y el Chikinguña se aprendieron varias lecciones.
El Presidente también aceptó una decisión difícil personalmente para él, pero responsable, que fue la cancelarción que hizo el BID de su Asamblea en Barranquilla, un evento en el que él iba a tener gran protagonismo; su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, ha manejado el coletazo económico con tranquilidad.
Sin embargo, y a pesar de que el ministro Ruiz ha sido como el Médico en Jefe de la Nación, Iván Duque, personalmente, ha tenido un relativo bajo perfil público en el manejo de la crisis, en parte porque ha estado fuera del país dos días de la última semana.
Ayer reapareció públicamente con el tema, ejerciendo el tipo de liderazgo que ha demostrado hasta ahora: más administrativo que carismático, que delega en su equipo la toma de decisiones estratégicas, y que más que movilizar a los ciudadanos detrás suyo busca reforzar el principal pilar de su gobierno, que es el económico.
Al comienzo de la mañana anunció por Twitter que los viajeros provenientes de China, Italia, Francia y España deberán tomar medidas de aislamiento preventivo tras su llegada al país, y que el Ministro de Salud se encargaría de explicar los detalles de esa medida.
Y en la noche, horas después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) escaló la declaración del coronavirus de epidemia a pandemia (lo que implica que se perdió la capacidad para controlar su propagación), Duque convocó una rueda de prensa de último minuto, cuando ya Claudia López estaba en su encuentro con líderes de opinión y próxima a comunicar que declararía la alerta amarilla.
Las dos transmisiones fueron radicalmente diferentes.
La de Duque fue transmitida por las redes sociales de él y de la Presidencia; la de López, además de estar en internet, contó con transmisión en vivo por Canal Capital en horario triple A.
Duque apareció desde la Casa de Nariño, parado detrás del atril desde el que tradicionalmente hace sus alocuciones, en medio de su Ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, y de su Consejero de asuntos económicos y transformación digital, Víctor Muñoz. Habló por seis minutos.
López estaba en un aula del Palacio Liévano, al lado de todo su gabinete y vistiendo un chaleco azul que suelen llevar funcionarios de la Alcaldía encargados de atender emergencias.
En una pantalla gigante iba proyectando las medidas que hacen parte de la alerta amarilla. Habló por 50 minutos y al final les dio la palabra a los líderes que había invitado para que le hicieran preguntas y las respondió por 45 minutos. En ningún momento le delegó la palabra a sus secretarios y respondió una por una.
Pero quizás la mayor diferencia entre ambos, era a qué audiencia se dirigían. Mientras Duque lo hizo a los empresarios, López le habló directamente a los ciudadanos.
López les habló a los ciudadanos y Duque privilegió a los empresarios
El propósito de la alocución del Presidente anoche fue dar a conocer alivios económicos para los empresarios tratando de contener el impacto económico que ya está teniendo el coronavirus y que afecta a todos los colombianos.
Por ejemplo, les dio más plazo para el pago de IVA a las empresas de los sectores turismo y de aviación, para las que también anunció la creación de una línea de crédito por 250 mil millones de pesos, que subsidiará el Gobierno, “con el fin de mantener la liquidez para empresas de todos los tamaños”.
Bajó temporalmente los impuestos para la importación de algunos insumos relacionados con los sectores de salud y de aviación; y dijo que fortalecerá la promoción del turismo dentro del país para compensar la caída del turismo internacional.
Además, les dio a los hoteles, centros recreacionales y demás empresas de turismo más plazo para liquidar los aportes parafiscales que tienen que hacer al Fondo de Promoción Turística: lo que tienen que pagar en este primer trimestre lo podrán aplazar hasta julio.
(Para conocer todas las medidas haga clic aquí).
Con el anuncio de anoche, el Presidente mostró, una vez más, la enorme importancia que les da a los empresarios dentro de su Gobierno y a la estabilidad económica.
Eso lo matizó hoy en la mañana, cuando salió a una rueda de prensa rodeado de la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, su Ministro de Salud, Fernando Ruiz; la Directora del Instituto Nacional de Salud, Martha Ospina; y los ministros de Educación, María Victoria Angulo; Ambiente, Ricardo Lozano; y Justicia, Margarita Cabello.
Después de dirigir el Puesto de Mando Unificado que se armó para atender la emergencia, anunció que, ante la declaratoria de pandemia, declaraba la emergencia sanitaria en todo el país.
Además de reiterar que las principales medidas de precaución “vienen de nosotros mismos, como con el lavado constante de manos”, esa decisión viene con medidas como la cancelación de eventos de más de 500 personas, suspender el tránsito de cruceros en Colombia, darles lineamientos a los hoteles para que los viajeros hagan bien sus aislamientos preventivos, que los resguardos puedan aplicar sus normas teniendo como principio el aislamiento preventivo, y que en los centros vida se adopte el aislamiento preventivo de los ancianos.
Fue un contraste notorio con lo que hizo Claudia López desde anoche, cuando declaró alerta amarilla en Bogotá.
Es un anuncio sobre todo simbólico, que no tiene como eje las medidas administrativas en las que ha hecho énfasis Duque, sino que es una estrategia de cultura ciudadana para remarcar la idea de que hay una alerta a la que la gente debe ponerle atención cambiando hábitos cotidianos, con la idea de evitar entre todos que el coronavirus se propague muy rápido (una característica del ese virus es su alta velocidad de transmisión).
Fue una declaración que hizo López ayer tras conocerse el tercer caso de un contagiado en la ciudad.
Tiene tres tipos de medidas que regirán, por lo pronto, por dos meses:
Autocuidado individual: que la gente se lave las manos cada tres horas, se tape nariz y boca con el antebrazo cada que estornude, evite el contacto directo con otros (saludos de besos y abrazos), no asista a eventos masivos, y llame al 123 si tiene síntomas de gripa antes de ir a urgencias, para que no colapsen el sistema.
Autocuidado colectivo: que las empresas organicen teletrabajo o distribuyan el trabajo de sus empleados por turnos; que universidades y colegios hagan clases virtuales lo más que puedan; aplazar todo evento de más de mil personas. La Alcaldía, además, no solo lavará a diario, sino que desinfectará los buses de Transmilenio, y en las estaciones que tengan grifos de agua instalarán lavamanos.
Atención médica: los hospitales públicos y clínicas privadas acordaron organizar equipos de atención domiciliaria para hacer detección y prevención a través de equipos en las 20 localidades.
(Para conocer todas las medidas haga clic aquí).
López es la primera alcaldesa que en medio de la emergencia se monta en una estrategia de este tipo, pues la declaración que hizo de alerta amarilla es una medida discrecional que, aunque va en línea con los lineamientos que ha dado el Gobierno Nacional, no consultó con la Presidencia.
De hecho, la tomó más rápido que Daniel Quintero en Medellín, donde hasta la publicación de esta historia había cuatro casos confirmados de coronavirus, uno más que en Bogotá, con el agravante de que tres de ellos son de transmisión local. Es decir: fueron contagiados dentro y no fuera del país.
(En Medellín, la red hospitalaria sí está en alerta amarilla desde el lunes, lo que implica que los hospitales deben activar un plan de atención para situaciones de riesgos y desastres).
Que el coronavirus ya sea una pandemia hace que, así la declaración de alerta amarilla sea una medida discrecional, fuera “necesaria y había que tomarla ya ante las características que ha tomado la propagación del coronavirus”, le dijo a La Silla el exsecretario de Salud de Bogotá, Luis Gonzalo Morales.
El reto ahora de López es que la gente le copie. En una estrategia de cultura ciudadana, que implica cambios de comportamiento, el liderazgo del Alcalde es crucial para que salga adelante.
La experiencia en Bogotá fue que, después de que esa política la implementó con éxito Antanas Mockus en sus dos alcaldías (1995-1997 y 2001-2003), los tres gobiernos de izquierda la abandonaron y Enrique Peñalosa (2016-2019) quiso retomarla tras aliarse con Mockus, pero no fue central en su gobierno.
Peñalosa tenía como talón de aquiles que no era el líder carismático que fue Mockus como Alcalde, como lo dijeron en su momento expertos de nuestra Red Cachaca. A lo que se sumó su baja popularidad, que no le ayudaba a generar confianza suficiente en la gente para hacer calar el discurso.
López también ofreció en campaña restablecer en la ciudad la cultura ciudadana y, por lo pronto, tiene a su favor una aprobación del 67 por ciento (que duplica la de Peñalosa), de acuerdo con la más reciente encuesta Gallup, y una capacidad de comunicación que le puede ayudar a persuadir a los bogotanos de que cambien sus hábitos.
Ella dice que si los ciudadanos se comprometen lo suficiente con esas medidas podrá, por ejemplo, controlar mejor lo que pase en Transmilenio, que a diario mueve más de 2 millones de pasajeros y por los tumultos constantes es un sistema en el que fácilmente puede haber nuevos contagiados.
Además, que también le puede ayudar a mantener controlado el flujo en las salas de urgencias, que en la ciudad se mantienen al tope, y por esta época mucho más porque por las lluvias la gente suele acudir más para que le atiendan gripas.
En otras palabras, su mensaje fue que la responsabilidad de que no colapse el sistema de salud de la ciudad es de todos, desde los ciudadanos de a pie hasta las Eps.
De esta manera, mientras el Presidente mantiene su rol más administrativo y detrás de sus ministros, la Alcaldesa, que hasta hace una semana había dicho que no había lugar al pánico porque el coronavirus es “un tipo de gripa”, se puso desde ayer el chaleco.