En una semana arranca el plazo de inscripción de los candidatos para las elecciones de octubre que sólo dura un mes. Y justo ahora, cuando parte de sus bases en Bogotá ya están con Clara López, como contó La Silla, el salvavidas con el que el petrismo quería jugar en las elecciones de octubre tanto en la capital como en el resto del país, empieza a tambalear: la alianza Mais-Progresistas.
En una semana arranca el plazo de inscripción de los candidatos para las elecciones de octubre que sólo dura un mes. Y justo ahora, cuando parte de sus bases en Bogotá ya están con Clara López, el salvavidas con el que el petrismo quería jugar en las elecciones de octubre tanto en la capital como en el resto del país, empieza a tambalear: la alianza Mais-Progresistas.
El acuerdo que se firmó en marzo buscaba asegurar que los candidatos del refundado petrismo tuvieran un aval a través del partido indígena Mais, que sí tiene personería jurídica.
Los términos de ese acuerdo fueron dos principalmente: por un lado, que la llave “Mais-Progresistas” iría en el tarjetón con ese nombre. Pero por otro, que sólo se presentaría así en los municipios y departamentos donde ambos movimientos políticos tuvieran candidatos. En palabras del acuerdo, “donde se pudiera consolidar la alianza”.
El Mais envió una solicitud al Consejo Nacional Electoral para que aclarara cómo se podían dar los términos de la alianza. Su respuesta sembró dudas en los líderes de ambos movimientos sobre qué tan viable es el acuerdo, que de llegar a romperse, pondría al petrismo en medio de una encrucijada: o se acogen a la sombrilla del Mais y a sus reglas o buscan un camino propio, recolectando firmas para lanzar a sus candidatos. Un escenario que de cualquier forma vuelve a complicarles el panorama.
Los ‘peros’
Según el CNE, para que el nombre de “Mais-Progresistas” vaya en el tarjetón, el Mais tiene que radicar una solicitud ante ese organismo para modificar su nombre o su imagen. Esto porque como Progresistas no es ni un partido ni un movimiento significativo de ciudadanos, no puede hacer coaliciones.
Este punto del acuerdo es clave para los progresistas que querían jugar con nombre propio en estas elecciones para posicionarse y eventualmente obtener una personería jurídica para las elecciones del Congreso en 2018 y luego para la Presidencia. Pero implica un problema para el Mais que ha dicho, como contó La Silla, que ellos no quieren cambiar sus estatutos.
La razón que le dieron entonces a La Silla es que cualquier cambio al interior de Mais significa, en principio, un trámite largo y dispendioso. A diferencia de otros partidos, su organización no es jerárquica sino que es un cuerpo federado conformado por más de 20 organizaciones indígenas que hacen parte de la ONIC y que están regadas por todo el país.
Los líderes de cada organización se reúnen y tras muchas deliberaciones, deben lograr un consenso mayoritario.
El proceso puede demorarse, como ya se evidenció con la negociación inicial para lograr el acuerdo con Progresistas. Entonces, las conversaciones arrancaron a finales del 2014 y sólo se pudo anunciar hasta marzo.
Tras la respuesta del CNE, en seguida volvieron a empezar las discusiones entre ambos movimientos. Hasta ayer en la tarde, los compromisarios estuvieron reunidos por varias horas intentando llegar a un acuerdo, pero todavía no hay humo blanco.
“Es una diferencia en la interpretación jurídica del acuerdo. El CNE les dijo que tenían que presentar una nueva imagen institucional (en la que ahora estará la palabra “progresistas”) y que ellos todavía no lo han presentado. Es sólo eso. No es que tengan que cambiar el logo. Ellos no tienen experiencia política y por eso no han entendido”, le dijo a La Silla un líder del progresismo que ha estado al tanto de las negociaciones. “Ellos son muy respetuosos y están discutiendo el tema. Se pueden demorar entre ocho y quince días tomando una decisión. Sus tiempos son distintos a los nuestros”, agregó.
Pero aún si ese problema logra resolverse de manera exprés, hay otra traba. El nuevo logo o imagen institucional de Mais tiene que ser avalado por el CNE y ese proceso puede tardar hasta dos meses, según un magistrado de esa entidad que consultó La Silla y que conoce el caso. El trámite implica que tras radicar la solicitud, ésta se reparte entre los magistrados que tienen que presentar un proyecto, registrarlo ante la sala y luego sí estudiarlo.
“Eso termina siendo un problema”, agregó, porque solo hay un mes para inscribir candidatos y hasta ahora no se ha empezado a hacer ese trámite.
Además, si se aprueba el registro del nuevo nombre del Mais ante el CNE, éste tendría que aplicarse así en todas las listas que presenten a nivel nacional.
El cambio de nombre a nivel nacional preocupa a los petristas y al propio Petro, según una fuente cercana al Alcalde. Algo similar dijo otra fuente de ese movimiento que prefirió guardar su nombre.
El acuerdo inicial decía que la alianza no era exclusiva, sino que el Mais buscaría además hacer acuerdos con otros sectores además del progresismo (incluidos algunos con los que éste no necesariamente congenie). Por eso, “se podrían dar alianzas que el progresismo nunca haría pero con nuestro logo. A nivel nacional, cada estructura es autónoma”, le dijo a La Silla una de las fuentes.
Por eso, la discusión no pinta nada fácil. Si Mais no concede cambiar su imagen para incluir a “Progresistas”, la alternativa que les queda es recoger firmas para que ahí sí el progresismo sea un movimiento significativo de ciudadanos como hace cuatro años y pueda hacer coaliciones. Pero eso no solo implica tener un batallón de personas en las calles sino buscar recursos para pagar las pólizas que cuestan 200 millones de pesos, según sus propios cálculos. Además, el tiempo corre en su contra. Por eso, en sus filas ya se empieza a notar el nerviosismo.
“Para serte franco, la recolección de firmas sólo funciona en Bogotá. No hay forma de hacerlo en otro lado. Pero en Bogotá sería una buena idea porque es una forma de arrancar la campaña. Nosotros vamos por el camino justo”, le dijo a La Silla una alta fuente del petrismo.
Además, ayer en la tarde empezó a circular un mensaje por un chat interno del petrismo que supuestamente estaba firmado por la Dirección Nacional de Progresistas y que alertaba de que en el caso de que no se concretara el acuerdo, ambos movimientos “tienen total libertad de proceder de acuerdo a las circunstancias”. Por eso, recomendaban buscar alternativas para los candidatos a los alcaldías y para los candidatos a los concejos, arrancar de una vez el proceso de recolección de firmas.
El comunicado fue rápidamente desmentido por los compromisarios del petrismo que en otro mensaje ratificaron que el movimiento no tiene una dirección nacional y que “las conversaciones con el Mais no se han cerrado”.
El que parece más tranquilo con la posibilidad de recoger firmas, en cambio, es Petro, el líder natural del progresismo, según una fuente muy cercana al Alcalde.
“Yo siento que a Petro le gusta (el reto), lo pone en la adrenalina de tener que hacer todo en un mes. En la emoción de qué es lo que se va a definir”, dijo la fuente.
Faltará ver entonces en qué terminan estas negociaciones y si el Alcalde logra contagiar en sus filas su entusiasmo a la hora de afrontar el desafío de sacar adelante su movimiento en el mes que falta para que queden definidos los jugadores de octubre.