
Jaime Castro, el ex alcalde de Bogotá, oficialmente quiere repetir alcaldía. Durante las últimas semanas incrementó de manera exponencial su aparición en los medios de comunicación opinando sobre la administración, sobre el metro, sobre el carrusel de la contratación y sobre cualquier otro tema relacionado con la capital. Y este fin de semana concedió un par de entrevistas en las que dijo de frente que quiere ser el Alcalde de Bogotá entre 2012 y 2016.
Pero las ganas de repetir no le surgieron a Castro hace unas semanas. Desde el año pasado comenzó a medir el terreno para participar en una consulta interna de su partido de siempre, el Liberal. Se acercó a varios congresistas y concejales rojos para lograr votos a favor de la consulta, según nos lo contaron algunos de ellos. En una carta enviada a La Silla Vacía por Castro después de publicado este artículo, dice que el nunca pidió convocar una consulta popular para escoger candidato a la Alcaldía de Bogotá. “Entre otras razones, porque ese mecanismo ha perdido fuerza y legitimidad”.
Pero el 20 de diciembre el presidente del partido, Rafael Pardo, anunció que el candidato sería David Luna. Y con ello quedó cerrada la posibilidad de consultarle a los liberales de base sobre otras aspiraciones, incluyendo la de Castro.
El político boyacense no se cruzó de brazos y comenzó una campaña lenta pero segura en los medios de comunicación. Comenzó a hacerse sonar.
La primera aparición pública y no relacionada con los temas de planeación –que son su fuerte– fue en defensa de la polémica propuesta de reducir el censo electoral que fue aprobada en la reforma política el año pasado. Habló en varios foros sobre el tema y se presentó como una de las pocas voces a su favor. Incluso, él mismo admitió que la idea de colgarlo en el proyecto había sido suya. Y, mientras iba valorizando su perfil, comenzó a contar a sus conocidos que quería ser Alcalde otra vez.
Lo que Castro quisiera es lanzarse como el liberal que es de toda la vida, pero su nombre dentro del Liberalismo genera dos posiciones completamente divergentes.
Jaime Castro es de la vieja guardia de liberales, de la “línea lenteja”, como dijo un liberal que lo conoce desde la época en que fue Ministro de Gobierno de Belisario Betancur, cuando ocurrieron los hechos del Palacio de Justicia, aunque pocos le hayan preguntado por su papel en lo ocurrido. Esto quiere decir que está más cercano a la línea de la social-democracia de líderes como Iván Marulanda y Piedad Córdoba que a la línea de César Gaviria. Esto, dentro de la composición actual del Partido, no le da mucha fortaleza.
Adicionalmente, las directivas liberales podrían estarle cobrando lo que consideran una “traición” por haber hecho parte del grupo de liberales que intentó quitarle la Presidencia del partido a César Gaviria, hace cuatro años, pero que resultó derrotada. Castro niega que hubiera tratado de tumbar a Gaviria y dice que votó dos veces para que ocupara esa posición en los congresos del partido que lo eligieron.
Su lejanía con el oficialismo liberal -que es un hecho según consta en esta entrevista de 2009- se originó cuando intentó la reelección a la Alcaldía en 2003, pero tuvo poco respaldo de su partido, lo que lo obligó a retirarse dos semanas antes de las elecciones. Aún así logró diez mil votos. Tampoco tuvo respaldo del electorado en 2006 cuando se postuló al Senado y culpó directamente a César Gaviria de su derrota en el intento por llegar a la Gobernación de Boyacá a través de una consulta liberal. Perdió con el médico Rafael Romero –cuota de Gaviria– aunque registraba el primer lugar en todos los sondeos para llegar al cargo.
Aunque en ese momento decidió distanciarse del partido, varias personas consultadas por La Silla Vacía coincidieron en que el rechazo de Gaviria por el nombre de Jaime Castro se relaciona mucho con un acercamiento que tuvo con Álvaro Uribe para ser su Embajador en Francia al comienzo de su administración. Este nombramiento sólo se detuvo por un escándalo originado en unos contratos firmados por Castro con unas compañías francesas.
Ese escándalo es considerado uno de los grandes descalabros en las finanzas de la capital. Castro firmó un contrato en 1994 por el que entregaba en concesión a la sociedad francesa Lyonnaise Des Eaux y Degremont el montaje y operación de tres plantas para descontaminar el río Bogotá. Cada año de funcionamiento costaba 92.400 millones de pesos. Cuando llegó Antanas Mockus liquidó el contrato porque aseguró que era menos oneroso para la ciudad pagar las cláusulas que terminar el contrato.
Este corto acercamiento a Uribe le costó el “cariño” de muchos liberales, según admiten algunos de sus compañeros de las viejas huestes del partido.
Y está el otro sector, el que no comparte la línea que maneja hoy el Partido Liberal, con Rafael Pardo a la cabeza y César Gaviria entre bambalinas. Para estos liberales, es indudable que Castro debería tener la oportunidad del aval o, por lo menos, creen que se le debió dar la posibilidad de competir contra David Luna en una consulta.
Uno de ellos da el ejemplo de los exalcaldes: “Cuando en Bogotá se habla de buenos alcaldes se habla de dos independientes (Antanas Mockus y Enrique Peñalosa -que se lanzó por el movimiento Por el País que Soñamos) y uno del Polo (Lucho Garzón). Lo importante no es que ellos estén unidos hoy, lo importante es que a todos se nos olvida que también se habla de Jaime Castro, el único liberal que en las últimas décadas ha sacado la cara por el partido en la capital”.
Para esta ala del Partido –que está descontenta con la decisión de Pardo de elegir a David Luna como candidato unilateralmente– el Partido está en crisis y los resultados en las elecciones de octubre no serán mejores que los obtenidos en la contienda presidencial.
No se trata de un plan contra David Luna, sino de un sector que ve a Castro como una buena opción para Bogotá y el desarrollo de la región central. Y esto se basa en la experiencia del ahora candidato y en su conocimiento sobre el desarrollo de la ciudad y la región.
La mayor carta que tienen para mostrar es el desempeño fiscal de Castro cuando fue Alcalde. Las finanzas quedaron saneadas, aunque su administración también tuvo figuras cuestionadas, como la del hoy concejal de la U, Hipólito Moreno, quien hacía parte de su gabinete y fue una de las piezas de la U que tenía Samuel Moreno en el Concejo de Bogotá.
Cuando Castro se unió con Marulanda y otros sectores del liberalismo para sacar a César Gaviria y, según ellos, “sacar de la crisis” a la colectividad, se le llamó el “Plan B” del liberalismo.
Y ahora podría estar gestando su “Plan C”, porque además de insistir ante Rafael Pardo para que se le permita participar en la contienda y recibir varias negativas, también ha explorado las posibilidades en Cambio Radical. Estuvo hablando con el candidato Carlos Fernando Galán y le dijo lo mismo que le dice a Luna, que son muy jóvenes y que deberían explorar la forma de salir de la contienda para permitirle a él representar a los dos partidos.
Esta propuesta le parece absurda a los representantes de las campañas de Luna y de Galán que se negaron a participar en una consulta interpartidista y han dicho que continuarán hasta el final de la contienda. Además, si uno de los dos decidiera retirarse sería para unirse al otro y no para dejar el espacio libre.
Castro dijo en una entrevista que los que ya son candidatos no están proponiéndole nada a la ciudad y más bien parecen “en calentamiento”. Dijo que aún no hay campaña y solo cuando estén todas las piezas del ajedrez se jugará la partida. En ese juego, él está seguro de participar.
Por esto, Castro no descarta salirse esta vez del Liberalismo. No sería la primera vez que Castro se alía con otros partidos aunque jamás se ha retirado completamente de la colectividad roja. Su primer cargo público importante fue en 1970 bajo la administración de Misael Pastrana en la que se desempeñó como secretario Jurídico de la Presidencia de la República hasta 1973, cuando pasó a ser Ministro de Justicia y el Derecho. Después se fue para el Senado como Liberal y repitió su cargo hasta que se retiró para acompañar la campaña reeleccionista del ex presidente Alfonso López Michelsen.
Lo que no es claro es que, si no son el liberalismo, Cambio Radical, o una coalición entre los dos partidos, las únicas opciones para Castro será inscribirse por firmas. O aliarse a Gustavo Petro quien ya está buscando oficializar su movimiento Progresista y que aún no ha confirmado su aspiración.
Nota de la editora: Jaime Castro envió a La Silla Vacía esta carta con unos comentarios sobre el artículo. Dado que cuando lo escribimos no pudimos hablar con él, publicamos la carta en su integridad. Incluimos dentro del artículo sus respuestas específicas sobre la consulta del partido y sobre su relación con César Gaviria que disputa lo que nos dijeron nuestras fuentes.