Las encuestas lo dicen y los candidatos lo saben: la seguridad se volvió el tema de la campaña para llegar al Palacio de Lié.vano
Las encuestas lo dicen y los candidatos lo saben: la seguridad se volvió el tema de la campaña para llegar al Palacio de Liévano.
Es, según Ipsos, en lo que el 82 por ciento de los bogotanos cree debería ocuparse el próximo alcalde, y lo que más le preocupa a los estratos dos y tres (que son los que definen las elecciones en Bogotá) según la última encuesta de ProBogotá.
Además, es la razón por la que The Economist rajó a la capital en su ranking anual de calidad de vida, donde la ciudad sacó un puntaje de 35 puntos sobre 100 en ese punto, muy por debajo de América Latina (60,7 puntos) y el resto del mundo (72,6).
Por eso, quién logre abanderar el cambio en la política de seguridad seguramente será el Alcalde. Sin embargo, hasta ahora, ninguno lo ha logrado.
“Hay propuestas buenas pero todas son a mediano y largo plazo. Ninguno ha dicho qué va a hacer el primero de enero. A la gente hay que darle resultados, no esperar a que se cumpla el primer año de gobierno”, dice Hugo Acero, ex subsecretario de seguridad ciudadana en los dos períodos de Mockus y subsecretario de seguridad en el gobierno Peñalosa y una de las personas que más sabe del tema en Bogotá (y que no está vinculado a ninguna de las campañas actualmente).
El Tema
En las últimas tres contiendas, atinarle al tema clave de la campaña le ha dado una ventaja al candidato ganador.
En 2003, Lucho Garzón ganó la Alcaldía defendiendo la inclusión social de los más pobres. En el 2007, la construcción del metro se volvió fundamental en el triunfo de Samuel Moreno y hace cuatro años, la contienda se terminó definiendo a favor de Gustavo Petro que se tomó las banderas de la lucha contra las mafias y la corrupción que aprovechaba la crisis del carrusel de la contratación que se robó Bogotá en manos de su antecesor.
Esta vez, aunque la campaña arrancó con el metro como tema álgido, ha ido mutando hacia el creciente sentimiento de inseguridad de los bogotanos.
Un sentimiento que ha sido alimentado, según dos analistas consultados por La Silla por noticias como las bombas y petardos que explotaron en distintos puntos de la ciudad en el primer semestre del año, la falsa violación a una conductora del SITP, los robos masivos en Transmilenio y el caso del niño que murió en un colegio distrital luego de consumir una mezcla de sustancias y drogas.
Aunque los homicidios han bajado en el gobierno de Petro un 6.4 por ciento (con un leve aumento el año pasado), el promedio de victimización de los bogotanos ha subido 4 puntos, con respecto al promedio el Gobierno de Samuel Moreno, según la encuesta de la Cámara de Comercio de Bogotá.
A esto puede haber contribuido el que el robo, que es lo que afecta más directamente a los ciudadanos, va en subida: hasta mayo de este año había 68 casos más de denuncias de hurto a personas que en el mismo período del 2014.
Aunque esa misma encuesta reveló que la percepción de inseguridad en Bogotá bajó del 52 al 49 por ciento entre 2013 y 2014, el sentimiento de inseguridad se trepó en Transmilenio pasando de 76 a 89 por ciento.
El otro factor determinante es la impunidad que reina en Bogotá y lo desgastantes que son los trámites para poner una denuncia.
Según el experto Jairo Libreros, el proceso puede tardar hasta 12 horas. “Además, las personas denunciadas vuelven a la calle en cuestión de dos días, a los mismos lugares donde los denunciaron”, dice.
A pesar de que todos los candidatos le están dando énfasis a la seguridad en sus programas de gobierno y han cambiado sus estrategias para hablar del tema en cuñas y publicidad, ninguno ha logrado posicionar sus propuestas sobre las de los demás.
En parte, porque varias campañas comparten como punto de partida la la receta clásica que les enviaron gremios como la Cámara de Comercio y Probogotá: más cámaras, más pie de fuerza y más coordinación entre la Policía, la Fiscalía y el próximo alcalde.
Pero hay diferencias entre las propuestas.
Las propuestas únicas

Pacho Santos, que tiene como su eslogan de campaña “cambio con seguridad”, fue el primero en asumir como eje de su campaña el tema de la seguridad.
“Nosotros desde el principio ya teníamos clarísimo que el tema iba a ser la seguridad. Es el tema que le da legitimidad al Centro Democrático, lo único que se le reconoce al gobierno de (Álvaro) Uribe”, dice Camilo Rojas, estratega de la campaña de Pacho Santos.
Varias de las propuestas más novedosas de Pacho buscan aterrizar en Bogotá varios de los programas de la Seguridad Democrática que implementó Uribe en todo el país durante su presidencia.
Su propuesta incluye crear una policía cívica con militares y policías retirados para que hagan presencia en Bogotá, que serían de la misma comunidad que van a cuidar, siguiendo la lógica de los ‘Policías de mi pueblo’.
Además, piensa poner a funcionar una Fuerza de Tarea contra el microtráfico y revivir los “lunes de recompensa”, para incentivar denuncias y capturar delincuentes. Y ha dicho que va a hacer Consejos de Seguridad -como los que hizo Uribe durante su gobierno- todos los días y por UPZ.
Incluso, creará una UPJ en el Sumapaz, “en el lugar más frío” para llevarse para allá durante 24 horas a todo “muchacho que esté fumando marihuana en un parque”. Vencido ese plazo, el joven quedaría libre pero le tocaría devolverse desde allá y eso le eleva el costo de consumir drogas donde juegan los niños.
A pesar de que Pacho tiene experiencia en el sector público después de ser vicepresidente durante dos períodos, sus credenciales en el tema de la seguridad vienen sobre todo de que fue el director de la Fundación País Libre que lucha contra el secuestro.
Sin embargo, Pacho tiene “un gran asesor” en temas de seguridad que es el ex presidente Álvaro Uribe al que el candidato quiere clonar en Bogotá, como contó La Silla.
El apoyo de Uribe le sirve sin duda a Pacho Santos para quedarse con el voto uribista. Sin embargo, para tres analistas y las tres principales campañas que le compiten, depender tanto de la figura del presidente le puede quitar credibilidad como “el hombre fuerte”..
Algunas de sus propuestas también recibieron críticas: “Pacho no tiene mucha experiencia en el tema. Sus propuestas abarcan mucho pero no son concretas”, aseguró Hugo Acero. “Pacho está perdido, eso de la seguridad democrática urbana no existe. No se ve una propuesta clara”, agregó Jairo Libreros.
La campaña que más se ha transformado para adaptarse a las demandas de los ciudadanos es la de Rafael Pardo, que arrancó con la bandera de la equidad pero que ahora está cambiando el discurso para convertir la seguridad en su lema.
Como lo analizaron Patricia Bulla de la Fip y Hugo Acero para La Silla Cachaca, Pardo tiene una ventaja: “para él los temas de seguridad son naturales”, según Bulla. La razón parte de su experiencia en el tema.
No sólo fue el primer ministro civil de Defensa, durante el gobierno de César Gaviria, sino que durante ese período se dio la baja a Pablo Escobar y fue él quien impulsó la reforma a la Policía en 1993.
Además, es el único candidato que tiene experiencia en desmovilización y procesos de paz, porque él como consejero presidencial de paz durante el gobierno de Virgilio Barco, estuvo al frente de la desmovilización del M-19 entre otras. Una experiencia que puede servir mucho si se da el proceso de paz con las Farc en los próximos tres años.
“Pardo combina orden, cultura ciudadana y cultura de la legalidad”, asegura Bulla.
La primera, y la que ha generado más polémica, es la de crear una guardia ciudadana de 5 mil personas que estarán en las calles para hacer cumplir el Código de Policía y verificar que se pongan multas o sanciones a los infractores.
A pesar de que Pardo ha dicho que esta guardia no va a reemplazar a la Policía sino a complementarla, esas personas serían contratadas por el Distrito. Por eso, sus críticos han asociado la propuesta una “para-policía”, en el sentido de que buscaría crear una policía paralela, inyectarle recursos, y más burocracia al distrito.
“No hay que hacer una nueva policía, hay que fortalecer la que ya tenemos”, dice un experto en seguridad que está asesorando otra campaña. Además, es costosa: Él planea pagarles el mínimo más 200 mil pesos. La policía se va a quedar sin recursos y estos cuerpos paralelos de Policía se prestan para abusos”.
El fantasma es lo que sucedió con la policía de Tránsito que se corrompió y eliminó Mockus.
El otro problema de las propuestas de Pardo es que incluso dentro de la campaña saben que son muy difíciles de explicar, y por eso, no han tenido el impacto que buscaban.
“Todo lo que tarde más de 10 segundos en explicar se dificulta”, dice Héctor Riveros, el director de la campaña de Pardo.
Por un lado, quieren hacer un programa para apoyar a las víctimas de micro-crimenes a resolver sus casos ante la justicia. Para esto, pondrán abogados, pagados por el Distrito, para que lleve los casos y recopile las pruebas para armar casos sólidos.
La última propuesta no es menos compleja. Se trata de hacer un programa de “intervención familiar sistémica para combatir la drogodependencia”.
El objetivo es atender a las familias, más que a los drogodependientes, para prestarles ayuda y asesoría para resolver los problemas familiares que en muchos casos, según Riveros, son la causa que lleva a los jóvenes a consumir drogas y por esa vía, delinquir.
Con estas propuestas, Pardo quiere que el eje de su campaña sea la seguridad. Y ya tiene diseñada una estrategia para implementarla: en los próximos días va a lanzar sus propuestas en un evento dedicado exclusivamente a eso y va a poner desde ya y hasta que se acabe la campaña a 100 personas repartidas por toda la ciudad para hacer la prueba piloto de la ‘guardia ciudadana’ y que la gente entienda cómo funciona.
El otro candidato que ya arrancó con las cuñas publicitarias anunciando sus propuestas en seguridad es Enrique Peñalosa. “Nuestra prioridad será que en Bogotá se pueda vivir sin miedo”, dice.
Su “cruzada por recuperar Bogotá” que anuncia en radio arranca por crear la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que tendría la batuta en la política de seguridad.
A diferencia de Pardo y Santos, Peñalosa propone fortalecer la Policía sin crear un órgano complementario, dotándola de mejores herramientas y centralizando la información en un centro de control de comando local que quieren crear.
Su programa habla también de focalización y priorización de la atención en los “puntos calientes” del crimen y una persecución contra los “criminales de carrera”, en palabras de su asesor en seguridad, Daniel Mejía. “No es populismo punitivo, pero vamos a perseguir a los reincidentes”, asegura.
Todo esto sumado a su propuesta de recuperar el espacio público -parques e iluminación en las calles- y construir mega centros deportivos y culturales para que los jóvenes no caigan en la delincuencia.
“La seguridad no es su fuerte, pero él se está apoyando en las cosas que funcionan como la seguridad por cuadrantes, y la coordinación institucional para la política de seguridad”, asegura la experta Patricia Bulla.
Acero recuerda que Peñalosa recibió la ciudad con una tasa de 44 homicidios por cada 100 mil habitantes y la entregó con una tasa de 37.7 por ciento, es decir una reducción del 20 por ciento.
En cambio, las denuncias de delitos aumentaron y la percepción de inseguridad estuvo por encima de las que tuvieron las administraciones de Mockus y Garzón, es decir, 54 por ciento.
Desde otras campañas le critican el hecho de que Peñalosa, como la mente detrás de Transmilenio, “olvidó por completo” la seguridad en el sistema.
“Él tiene responsabilidad en este tema y eso le quita credibilidad”, dice un asesor de otra campaña que prefirió guardar su nombre.
Por el lado de la candidata del Polo, Clara López, el enfoque de su propuesta, según su asesor, Miguel Samper, es “generar libertades para la gente”.
Para eso, proponen una estrategia de prevención que busca disuadir a los jóvenes y la población desocupada de ligarse a estructuras de crimen, para lo que hará centros deportivos para que los jóvenes ocupen su tiempo.
La propuesta también incluye también mano dura contra los delincuentes, es decir, perseguirlos y sancionarlos, pero también un programa para resocializarlos.
Además, propone mantener la política de cuadrantes, transformándola en una policía comunitaria; fortalecer la coordinación con fiscalía para la judicialización y mantener la política de desarme del gobierno de Petro.
Finalmente, su campaña quiere enfocarse en el posconflicto, a través de la vinculación y la atención a sectores marginados y generar espacios participativos en las localidades para la distribución del presupuesto para la estructuración de proyectos.
“Clara López está anclada en el pasado. Tiene el lastre de la desconfianza que genera la capacidad de la izquierda para manejar la seguridad. Además, no ha querido ponchar una iniciativa atractiva”, opina Jairo Libreros. En que ofrece “más de lo mismo” coincide Bulla.
Incluso, Acero también recuerda que López estuvo encargada de la seguridad dentro de los dos años y medio que estuvo al frente de la secretaría de Seguridad Ciudadana de Samuel Moreno y que “todos los indicadores son desfavorables, absolutamente todos”.
Esto incluye que por una parte, los homicidios subieron en un 11 por ciento, las denuncias en un 20,5 por ciento y la percepción de inseguridad subió a 56 por ciento (dos puntos más que Peñalosa).
“Es de las únicas administraciones que ha entregado una ciudad con los homicidios en aumento, (a pesar de que) es la que más recursos ha manejado para el tema de seguridad”, dice.
Por el lado de de Carlos Vicente de Roux, su propuesta se centra en el fortalecimiento de la justicia, para coordinar los esfuerzos con el próximo alcalde. Una propuesta que es aplaudida y necesaria, pero que también han repetido otros candidatos, según Acero y Bulla.
“La ciudad necesita propuestas innovadoras y que dependan de la capacidad de gestión del alcalde”, dice Bulla.
Por último, en el caso de María Mercedes Maldonado, su propuesta es mantener lo que ha hecho este gobierno y que ha funcionado, como en el caso del modelo por cuadrantes, las casas de justicia y el enfoque de fortalecimiento de derechos de la mujer. Además, quiere enfocar su atención en los jóvenes, con una propuesta que priorice las particularidades por localidad.
La falencia que se nota en todas las propuestas, según otro experto en Bogotá, es que además de ser soluciones a mediano y largo plazo, es que carecen de una estrategia fuerte para resolver la crisis de convivencia ciudadana.
“Ninguno de los candidatos menciona la cultura ciudadana dentro de la política de seguridad ciudadana, sino que lo ponen aparte. Este es un tema transversal porque el enfoque en la autoridad, a través de multas y comparendos no cambia la forma en la que se comportan los ciudadanos y no mejora la convivencia”, dice.
Este problema de convivencia es crítico por ejemplo en la localidad de Suba, donde La Silla ha cubierto, a través de su proyecto Crimen y Castigo, todos los homicidios que han ocurrido este año.
Los resultados demuestran que más del 80 por ciento de las muertes violentas este año han estado relacionadas con hechos de intolerancia, alcohol y riñas. La mayoría entre personas conocidas. Y sólo cuatro casos han estado relacionados con microtráfico, según la Alcaldesa Local de Suba, Marisol Perilla.
Sin embargo, el año pasado la mayor parte de estos crímenes estaban relacionados al microtráfico. Ese cambio, que ella explica en que hay muchas más capturas de los delincuentes, demuestra que hay un déficit en políticas que atinen a resolver los problemas entre los ciudadanos.
“La policía no le puede decir a la gente que no tome trago. Para eso necesitamos inversión social”, dice Perilla.
En una época en la que se impuso en los noticieros el ‘modelo Vélez’ de transmitir cuanto crimen captan en la ciudad las cámaras de seguridad, el candidato o la candidata que logre convencer al electorado de que su programa es el mejor antídoto contra el miedo, seguramente ganará la alcaldía de Bogotá.